Nanopartículas de plata: diminutas pero dañinas

Imperceptibles para nuestros sentidos pero nocivos para el ambiente y los seres que lo habitan. Las nanopartículas de plata presentes en muchos productos de consumo humano terminan siendo desechos que afectan a los peces y su ecosistema. Una becaria del CONICET-UNL estudió sus consecuencias y advierte la importancia de regular su liberación en el ambiente.

Un mundo invisible se mueve ante nuestros ojos, seres ínfimos y partículas imposibles de observar a simple vista habitan nuestro espacio, lo conforman y repercuten en él. La nanotecnología es un campo en expansión que tiene amplios beneficios, aunque su peligro radica en desconocer la toxicidad de sus productos deribados, que debe ser estudiada para generar normas que regulen su producción y liberación. Las posibilidades de aplicación de las nanopartículas se están expandiendo: cada vez se encuentran en más productos comerciales y sus envases, como el shampo, las cremas, pastas de dientes y protectores solares.

En relación a esta problemática, la Dra. en Ciencias Biológicas Analía Ale, en el marco de su tesis doctoral en el Instituto Nacional de Limnología dependiente de la Universidad Nacional del Litoral y del CONICET, realizó una investigación sobre la toxicidad de las nanopartículas de plata en peces como el sábalo y el pacú. Su interés en este tema surgió a partir del contacto con el representante de una empresa que quería conocer la toxicidad de estos elementos en organismos acuáticos.

Para establecer la toxicidad que producen estas nanopartículas, la especialista realizó junto con su equipo ensayos en el laboratorio. Esta tarea no podría haberse llevado a cabo en el ambiente natural ya que allí no es posible cuantificar las partículas porque reaccionan a otros compuestos orgánicos y se degradan por efecto de la luz ultra violeta. En la experiencia expusieron, de forma controlada, a dos especies nativas de peces a concentraciones bajas de nanopartículas de plata comerciales otorgada por la empresa antes mencionada. Allí pudieron medir la acumulación de plata en órganos como el hígado y el cerebro. Los daños en este último comenzaron a publicarse hace relativamente poco tiempo, hasta ese momento el nitrato de plata no se relacionaba con la neurotoxicidad. También pudieron observar un efecto denominado “estrés oxidativo” conocido como un daño causado a células vitales, que se produce cuando su capacidad de protección mediante las enzimas antioxidantes que poseen, se ve afectada por una exposición prolongada a un elemento tóxico. Como afirma Ale, debido a su tamaño estas nanopartículas, presentan efectos específicos ya que “poseen una mayor capacidad de penetrar membranas biológicas, incluso pueden ser ingeridas por organismos microscópicos y causarles obstrucción intestinal”.

Gracias a una beca de intercambio que realizó en Italia, la especialista pudo comparar las variaciones de los efectos tóxicos producidos en agua dulce con aquellos que se dan en el mar, en este último espacio cambia la estabilidad de las partículas y su aglomeración, entre otras alteraciones. Debido a las observaciones de estas características nocivas se ha comenzando a desarrollar nanomateriales amigables con el ambiente, denominados nanopartículas de plata de “síntesis verde”.

Trabajo conjunto

Analía Ale realizó esta investigación junto con su directora Jimena Cazenave y un equipo de investigadoras conformado por Carla Bacchetta y Andrea Rossi, que ya venían trabajando la nano-ecotoxicidad. Además participaron otros agentes especializados en la problemática, ya que como afirma Analía “en toda investigación, la colaboración es esencial”.


Fotografía del grupo de ecotoxicología junto con el de ecología de peces (INALI-UNL-CONICET).

Actualmente Analía se encuentra finalizando sus estudios postdoctorales a través de otra beca de CONICET, donde investiga las nanopartículas, no metálicas, de sílice. Estas son las más producidas a nivel mundial por sus infinitas aplicaciones, llegan a miles de toneladas anuales, superando la producción de las de plata. En un principio se pensó que estas no eran tóxicas, pero recientemente se observaron deterioros en organismos, estos efectos podrían extrapolarse a los humanos. Este estudio es un modo de monitorear el ambiente,  ya que los peces son bioindicadores que representan el estrés ambiental.

Según la especialista el principal problema es que no existe una regulación a nivel mundial sobre la aplicación de estas nanopartículas, ellas no son inocuas y cada vez están más presentes en productos de consumo. “Las empresas no están obligadas a incluirlas en la descripción de sus productos, entonces, es inevitables la descarga desmedida y su constante aumento en los ambientes”, sostuvo.

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