Acciones locales frente al cambio climático

En las próximas semanas se espera la publicación de un nuevo informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que alerta sobre: el alza de las emisiones de gases de efecto invernadero; el aumento de la temperatura promedio global y en el nivel del mar; el derretimiento de los glaciares; y mayores probabilidades de eventos climáticos extremos.

Se denomina cambio climático (CC) a la variación que sufre el sistema climático de la tierra que ocurre por prolongados períodos de tiempo hasta lograr un nuevo equilibrio. Estos se presentan durante un ciclo largo y profundo sobre extensas regiones. Por ejemplo: las diferentes temperaturas de un día a otro o las variaciones en el ambiente producidas por los cambios de estación, no son un cambio climático.

Los CC existen desde el inicio de nuestro planeta y se han debido a diferentes causas tanto externas a la tierra -variaciones solares u orbitales, impactos de meteoritos- como internas -deriva continental, composición atmosférica, corrientes oceánicas, campo magnético terrestre. Un caso bastante mencionado sucedió hace alrededor de 66 millones de años, cuando un meteorito impactó sobre el planeta -en el territorio de lo que hoy es México- provocando una extinción masiva de muchas especies, entre ellas, los dinosaurios. Este asteroide provocó un efecto devastador sobre el clima al liberar grandes cantidades de gases, polvo y vapor de agua a la atmósfera.

Actualmente, parte de la comunidad científica considera que el planeta ha entrado en una nueva época geológica denominada “Antropoceno” la cual refiere al impacto de la actividad humana en el planeta. Entre los cambios que caracterizan a esta era se incluyen el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero sobre la atmósfera y el consecuente calentamiento global. Las consecuencias repercuten en la región, en la cual se observa  el aumento de las temperaturas, y la intensificación de precipitaciones y fenómenos climatológicos extremos.

Somos nuestros propios enemigos

¿Qué está sucediendo ahora? Ana Lucía Vergara de Fundación CAUCE: Cultura Ambiental – Causa Ecologista comenta: «la tierra ya se ha enfriado y calentado de manera natural, lo que pasa ahora es que ese proceso se hace de manera mucho más rápida como consecuencia del hacer humano, principalmente, del uso de combustibles fósiles«. Se habla de un impacto ambiental antropogénico para referirse a nuestra influencia en la generación de un nuevo cambio climático, principalmente, debido a la intensificación del efecto invernadero producto de las emisiones industriales.

La actividad productiva -quema de combustibles fósiles, deforestación, erosión del suelo, crianza animal, entre otras- está generando un incremento inusitado de gases de efecto invernadero (GEI), que lleva al aumento a largo plazo de la temperatura media de la Tierra. Los GEI son necesarios, sin estos gases la temperatura promedio sería de −18 °C -en lugar de la actual 15°C-, lo cual sería muy difícil de habitar. No obstante, las consecuencias de la intervención humana está generando un calentamiento global que daña los ecosistemas, la biodiversidad y hace peligrar nuestra propia subsistencia.

La atmósfera es una capa muy fina y delicada de nuestro planeta. Tiene una función sin la cual no existiría absolutamente nada. El sol emite sus radiaciones electromagnéticas, algo de esas radiaciones quedan en la atmósfera y otro poco sale. Existe un equilibrio, que permite la temperatura media del planeta. Al transformarse esa capa por el exceso de gases el balance se rompe, empieza a acumularse más calor del que sale. Empezando a elevar la temperatura global del planeta.” Explica Germán Rearte Uzin, Fundador de los emprendimiento de agroecología Minhoca y energías renovables Reenerger.

De acuerdo a la Ministra de Ambiente y Cambio Climático de Santa Fe Erika Gonnet el CC “no es el futuro, ya está acá, e impacta de lleno sobre la vida de las personas y los ecosistemas” por lo cual deben pensarse acciones para afrontar el problema desde una perspectiva local “no todos los países ni todas las ciudades se enfrentan a los mismos escenarios. Y en ese sentido, sin duda, los países de América Latina son los que mayores riesgos afrontan frente al cambio climático, ya que pese a ser los que menor responsabilidad histórica tienen en cuanto a las emisiones de gases de efecto invernadero, disponen de escasos recursos para mitigar o prepararse para los riesgos climáticos”.

Cambio climático y calentamiento global

A veces se confunde el cambio climático con el calentamiento global, si bien son términos asociados no significan lo mismo. El primero es la variación en el clima -independientemente de sus causas- por largos períodos de tiempo. Por su parte, el calentamiento global, se refiere a la situación actual producida por nuestra especie de aumento de la temperatura media. En este sentido, el CC incluye el calentamiento global así como los demás efectos producidos por el aumento desproporcionado de gases de efecto invernadero: mayores temperaturas, subida en el nivel del mar, cambio en los patrones de las precipitaciones y expansión de los desiertos subtropicales.

El Ing. Marcelo Gallini -Subsecretario de Cambio Climático de Santa Fe- precisa que las evaluaciones realizadas por especialistas han demostrado que el cambio climático está causado por la actividad humana y diversos estudios confirman que las tendencias observadas son cada vez más preocupantes “la pérdida de hielo del Ártico se produce a una velocidad superior a la pronosticada, el aumento del nivel del mar se sitúa en la banda superior de las previsiones, se han observado cambios en intensidad y frecuencia de eventos extremos como olas de calor, tormentas e inundaciones”.

El (mal) aporte de nuestra región y sus consecuencias

Quema de islas en el litoral  – Imagen extraída de UNL Noticias

Existen modificaciones comprobadas en los patrones de comportamiento de clima global y local. Gallini explica que en la región la temperatura aumentó 0,5° C. Por otro lado, se ha identificado una disminución en la ocurrencia de heladas y un incremento en la frecuencia de olas de calor. “Con respecto a la precipitación, a partir de la década del ’60 aumentaron la lluvia anual y la frecuencia de eventos extremos. Entre las consecuencias de estas tendencias se encuentran la ocurrencia de frecuentes inundaciones y el anegamiento de terrenos bajos

Actualmente, el litoral ha venido sufriendo una serie de incendios en sus islas y humedales, cuyo foco se intensificó en la zona del Delta del Paraná. Ante esta situación, organizaciones socio-ambientales rápidamente rechazaron estas quemas producidas artificialmente -por lo general se realizan con el fin de obtener hectáreas para la crianza de ganado o proyectos de desarrollos inmobiliarios- y reclamaron la defensa del ecosistema. «Las quemas intencionadas del Delta del Paraná están íntimamente relacionadas con el Cambio Climático, lo aceleran al liberar grandes cantidades de carbono a la atmósfera. Además, se afecta al territorio que va a dejar de cumplir las funciones ecosistémicas que tiene como, por ejemplo, retener agua en épocas de crecidas o de bajantes y con ello atenuar las inundaciones o las sequías. Ese es el efecto esponja de los humedales» plantea Enzo Culasso Orué, integrante de la Multisectorial por los Humedales de Paraná.

Otro de las consecuencias es la pérdida de biodiversidad que, según Vergara, “Permite que se propaguen patógenos, que estos pasen entre animales y humanos. También el hacinamiento de animales -que naturalmente no estarían juntos- permite esa propagación.» El calentamiento global afecta el equilibrio de los ecosistemas por lo tanto incide en la aparición de enfermedades y plagas: “cuando se quemaron los humedales enseguida vimos una invasión de jejenes. Lo mismo pasó cuando empezó a llover, proliferaron los mosquitos”, aporta Culasso.

Un ejemplo de ello es la problemática del dengue, una enfermedad cuya transmisión ocurría principalmente en climas tropicales e intertropicales. Sin embargo, de acuerdo a una investigación del Centro de Estudios de Variabilidad y Cambio Climático (CEVARCAM) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y CONICET, en las últimas décadas se ha expandido hacia regiones subtropicales y templadas -como el litoral- debido a los cambios climáticos, el aumento del movimiento humano, los usos de la tierra y la urbanización no planificada.

El (buen) aporte de nuestra región

De acuerdo a Culasso debemos cambiar nuestra relación con la naturaleza y estilos de vida «Hasta ahora hemos hecho todo sin tener en cuenta nuestra interdependencia con la naturaleza y la reciprocidad de los efectos que le generamos. Hemos desconocido en nuestros modelos civilizatorios todo los efectos que generan nuestros estilos de vida sobre el planeta. Venimos haciendo todo mal y hay que cambiar drásticamente nuestra forma de vivir, de consumir, de relacionarnos, de construir viviendas y ciudades, de movilizarnos.»

Las acciones de las organizaciones se orientan principalmente a generar conciencia de lo que está sucediendo y de la vinculación con la naturaleza, así como la generación de un pensamiento crítico sobre la actividad humana y el rol de latinoamérica en el proceso de cambio climático. Asimismo, fomentan acciones tendientes a modificar nuestros hábitos de producción y consumo. En este sentido, el aporte de las organizaciones ambientales es muy importante para advertir sobre las acciones que profundizan el CC y sus consecuencias.

Desde el lado Estatal, también, se vienen desarrollando iniciativas en este sentido. Un hecho por demás significativo es la creación en Santa Fe del Ministerio de Ambiente y Cambio Climático, lo que da cuenta de la incorporación de la temática como un eje central de la gestión. Asimismo, Santa Fe cuenta con una Ley de Acción Climática que según la Ministra Gonnet “Es una herramienta fundamental para hacerle frente a la problemática de manera local. La norma define la política pública provincial de respuesta al cambio climático, la cual incluye estrategias y medidas de adaptación y mitigación, todo ello con el objetivo de proteger a la población de los efectos del cambio climático y fomentar el desarrollo sostenible”.

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