Mujeres en las ciencias. Una carrera con obstáculos

El análisis de la actividad científica desde una perspectiva de género tiene una creciente importancia. Sacha Lione, investigadora de la Universidad Nacional del Litoral y CONICET (Santa Fe) dedicó su tesis de Licenciatura en Ciencias Políticas a profundizar sobre la carrera de las mujeres investigadoras y su relación con otras responsabilidades de la vida cotidiana

Los estudios de género, ciencia y tecnología incorporan la perspectiva de género como problemática central en el análisis de las instituciones científicas y la producción de conocimientos. En este campo de interés se ubican las indagaciones de Lione, quien trabajó la problemática de las científicas de la UNL-CONICET

Datos de la desigualdad

La tesis de Lione analiza el desarrollo de las carreras profesionales de las científicas y su articulación con el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Para ello, tomó el caso de las mujeres docentes e investigadoras que pertenecen y trabajan en la UNL y CONICET de Santa Fe.

De acuerdo a los datos expuestos por la autora, en el año 2016 la UNL contaba con un total de 1095 investigadores: 57% de mujeres frente a un 43% de varones. De los cuales 309 pertenecen, también, al CONICET: 149 mujeres y 160 hombres (48% de mujeres y un 52% de hombres). Estos números presentan una paridad considerable entre varones y mujeres que participan en la actividad científica. No obstante, al profundizar en su estudio se observa que, a medida que se avanza en la carrera científica la cantidad de mujeres disminuye.

La Carrera del Investigador Científico del CONICET, destinada a favorecer la dedicación plena y permanente de las y los investigadores a la labor científica y tecnológica, se compone de cinco categorías: Investigador Asistente, Investigador Adjunto, Investigador Independiente, Investigador Principal e Investigador Superior.

De acuerdo a los datos, si bien las mujeres docentes de la UNL ingresan a CONICET en altos porcentajes (48%) su presencia es fuerte en las categorías de menor jerarquía -Investigador Asistente e Investigador Adjunto. En la categoría Independiente comienza a descender su cantidad significativamente, hecho que se profundiza a medida que avanza la escala jerárquica, como se observa en el siguiente gráfico:

Docentes investigadores de la UNL-CONICET por sexo y categoría (Datos extraídos de la tesis de Lione (2017)

A medida que mejora el salario, y aumentan las responsabilidades y el prestigio, disminuye la cantidad de mujeres. Se produce, entonces, el hecho denominado «tubería que gotea»: las científicas se pierden a medida que avanza la carrera, como las gotas de agua se pierde en la tubería con fisuras. También, contribuye al análisis de la situación otra metáfora “techo de cristal”. Esto significa que si bien las mujeres ingresan al sistema científico, en el transcurso de su profesión se encuentran con un techo transparente que les permite ver los puestos jerárquicos más altos pero les cuesta acceder a los mismos. 

Entre científica y ama de casa




Ilustración de la campaña #NoMoreMatildas | www.nomorematildas.com/

Las mujeres que deciden realizar una carrera científica se enfrentan a una disputa entre las exigencias propias del trabajo y aquellas actividades del mundo privado -tareas domésticas, maternidad, cuidado de personas- asignadas socialmente al género feminino. Ello genera obstáculos que deben ser puestos en cuestionamiento.

De acuerdo a Lione “La imagen del científico, dedicado exclusivamente a la investigación, que no dispone de otra obligación más que de su trabajo es incompatible” Las responsabilidades propias del trabajo -investigación, redacción de artículos e informes, presentación a convocatorias de financiamiento, formación de recursos humanos, viajes a congresos, entre otras- entran en tensión con el ámbito privado y sus tareas como: el cuidado de niños/as, limpieza del hogar, organización familiar, etcétera.

En tal sentido, Lione destaca dos dificultades presentes en la carrera profesional de mujeres que profundizan la desigualdad expuesta en los datos sobre la representación de género en los cargos de investigación. 

En primer lugar, se encuentran los obstáculos para conciliar la vida privada-doméstica con el trabajo. Ello se debe a los roles tradicionales asignados socialmente: las mujeres son vistas como las encargadas de los trabajos hogareños y el cuidado de las y los infantes. Las científicas tienen que compatibilizar el proyecto familiar y profesional, cuestión que produce inequidad: “tal como lo manifestaron las propias entrevistadas, el cuidado como deber de género es uno de los mayores obstáculos en el camino a la igualdad. Se vuelve necesario y urgente la democratización de los cuidados y de las normas de la esfera privada-doméstica”, sostiene Lione en su estudio.

En segundo lugar, la autora destaca la existencia de desigualdades de género en las prácticas y modos propios de la comunidad científica tales como: actitudes machistas por parte de colegas o la falta de condiciones laborales que tengan en cuenta las necesidades propias de las mujeres. Una de las científicas entrevistadas observa diferencias respecto de sus pares varones ya que ella se encarga de hacer las compras, recibir proveedores, controlar que el laboratorio quede en orden.  Hecho que evidencia que “los roles socialmente asignados a las mujeres -de cuidado, de compras, de limpieza-, no sólo se presentan en sus vidas privadas sino también en las lógicas de funcionamiento del trabajo científico«, tal como expresa Lione.

Por otra parte, las formalidades presentes en la carrera científica -criterios de evaluación, plazos de presentación, condiciones laborales- no toman en consideración los roles de género y los tiempos asociados a ellos. Hasta no hace mucho tiempo el CONICET imponía límites de edad para aplicar como Investigador/a sin considerar, por ejemplo, los tiempos de embarazo y lactancia. Actualmente, el organismo implementa un conjunto de medidas que tienden a reconocer dicha cuestión a través de políticas como licencia por maternidad y extensión de plazos por cantidad de hijo/as.

En busca de eliminar las barreras

La mayoría de las científicas entrevistadas por Lione consideraron que los cambios que se comenzaron a dar en CONICET -considerando ciertas situaciones específicas de las mujeres- contribuyen a compatibilizar la vida profesional y familiar. Asimismo, la autora destaca un “reconocimiento de igualdad formal entre varones y mujeres, particularmente en términos de equiparación de derechos, avances en la igualdad de oportunidades en el mundo del trabajo y en el ámbito público”.  No obstante, continúa la autora “no se trata sólo de que las mujeres habiten un espacio, que se conserva prácticamente igual desde sus inicios, sino que lo habiten en igualdad de condiciones.

Los problemas asociados al “techo de cristal”, “tubería que gotea” y otros conceptos (ver Metáforas de la desigualdad) aún funcionan como alegorías de los obstáculos que atraviesan las científicas por su condición de género. Los datos sobre la representación en los cargos del sistema científico de investigadoras pertenecientes a la UNL-CONICET son contundentes.

Por otra parte, la organización de la vida privada -tareas domésticas y cuidado familiar- recaen principalmente en las mujeres, lo que supone dificultades y desigualdad -respecto de los varones- en el ámbito profesional. Asimismo, las lógicas del trabajo científico siguen siendo patriarcal. “Ante esto, las mujeres son excluidas o se autoexcluyen por el tiempo que deben ocupar en las tareas domésticas y de cuidado no remuneradas, social y culturalmente asignadas a ellas” analiza Lione.

En este sentido, la autora propone que para aportar a la eliminación de las barreras que generan desigualdades de género  debe producirse un transformación social, institucional y cultural. “El cambio en la institución científica debe ir indisolublemente acompañado de la democratización del mundo público-privado y del reconocimiento, la valorización y la co-responsabilidad en el trabajo doméstico y de cuidados no remunerados.”

Metáforas de la desigualdad

Las denominaciones “techos de cristal”, “tubería que gotea”, ”pisos pegajosos”, ”efecto Matilda” son metáforas que ayudan a comprender las diferentes dificultades que se obstaculizan la carrera científica de las mujeres. “Techo de cristal” refiere a , las imposiciones para el ascenso laboral; Se trata de un techo invisible que limita sus carreras profesionales y les impide seguir avanzando. La «tubería que gotea» da cuenta sobre las científicas que, como una tubería con grietas, a medida que avanzan por el conducto que representa la carrera laboral se pierden o  quedan excluidas. Por su parte, los llamados pisos o suelos pegajosos hacen alusión a los numerosos impedimentos para poder abandonar el ámbito doméstico y acceder al mercado de trabajo. Finalmente, el Efecto Matilda es un prejuicio en contra de reconocer los logros de las científicas, cuyo trabajo a menudo se atribuye a sus colegas masculinos.

Sobre la autora

Sacha Victoria Lione es Licenciada en Ciencia Política, y continúa sus estudios en el Doctorado en Estudios Sociales. Se dedica a actividades de investigación, extensión y comunicación científica relacionadas a la temática de género. Actualmente, se encuentra realizando estudios sociales de la ciencia desde una perspectiva feminista.

Esta nota se basó en la tesis Lione (2017) “Científicas entre lo público y lo privado. Estudio de caso exploratorio sobre las mujeres investigadoras de la Universidad Nacional del LItoral» (Gentileza de la autora) y en el artículo Lione (2018) “Trabajo científico, trabajo doméstico y cuidados no remunerados. Estudio de caso sobre mujeres investigadoras de la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fe, Argentina).” Disponible en:  https://periodicos2.uesb.br/index.php/rbba/article/view/4643

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