El ingeniero electricista Fernando Alonso analiza la situación argentina en la producción de energía eléctrica a través de las posibilidades que ofrece la generación del biogás producido a partir de desechos y otras fuentes de generación energética que no aumenten el efecto invernadero.
Fernando Alonso explica que desde hace unas décadas comenzó a tomarse conciencia acerca del impacto de los combustibles fósiles en el medio ambiente y en el calentamiento global. “Ha habido un cambio de paradigma en la cuestión energética; hasta mediados del siglo XX la cuestión pasaba por el inminente agotamiento de los recursos naturales, pero se ha descubierto que los reservorios, especialmente de gas natural, son más abundantes de lo que la ciencia preveía. A pesar de esto, desde hace unos años, se hizo hincapié en el calentamiento global y se ha previsto limitar el uso de los combustibles fósiles por un problema medio ambiental”.
El ingeniero explica que ese cambio de paradigma ha llevado al mundo a investigar nuevas fuentes de energía, especialmente la solar y la eólica. En esa línea, Alonso codirigió el proyecto de investigación “Proceso de generación de biogás, conversión en energía eléctrica, aplicación de bonos de carbono, viabilidad técnica y económica”, realizado junto a Victoria Colombo, Iñaki Varas y Federico Rudolf.
El trabajo de investigación estudió el tratamiento de aguas residuales para la producción de biogás con alto contenido de metano, el cual se utiliza en la generación de energía eléctrica, aprovechando subproductos de bajo valor comercial de una industria cerealera.
Las aguas y los subproductos se trataron mediante un proceso de digestión anaeróbica para generar el biogás; se investigaron los procesos biológicos intervinientes en su producción para determinar las condiciones necesarias y definir una solución tecnológica, proponer la factibilidad técnica de la producción de biogás para la generación de energía eléctrica. La investigación determinó que el proyecto es técnicamente viable, aunque el análisis económico no arrojó el mismo resultado.
“En este caso, el costo de la energía que se produce no resultaba rentable porque el subproducto tenía un valor de mercado ya que se vendía para la elaboración de alimento para ganado vacuno; distinto es el caso en el que el desecho tiene valor cero o, a veces sucede que presenta un costo negativo, como los residuos sólidos urbanos, que implican todo un trabajo para su deposición final”, explica Alonso a Argentina Investiga.
Los investigadores sostienen que “desde el punto de vista social, la utilización de biodigestores toma valor por la reducción de gases de efecto invernadero. Es por esto que, a nivel mundial, distintas convenciones generaron condiciones para que este tipo de proyectos tengan más posibilidades de ser viables”.
En Santa Fe existen varias iniciativas para la utilización de los biogases producto de la actividad industrial, que permitirían que las industrias se autoabastezcan de energía eléctrica. El investigador relata la experiencia de un tambo de la Provincia, que utiliza la purina -que son los desechos que generan los animales- para producir la electricidad que se utiliza en las instalaciones del tambo.
Alonso cuenta sobre otras experiencias que utilizan aguas residuales para generar energía eléctrica. “Hay un proyecto muy interesante para el uso de aguas residuales de las empresas potabilizadoras de agua, que podría permitirles producir energía eléctrica para su propio funcionamiento. Las experiencias se están probando en Cañada de Gómez y Casilda, y tendrían el potencial de volverse autónomas” relata el investigador.
Un proyecto en el que trabaja Alonso está relacionado con el tratamiento de los residuos urbanos. En este caso, se trata de quemar los residuos con plasma, lo que genera grandes temperaturas y tendría potencialidad para la producción de energía eléctrica sustentable. “Estamos investigando esta nueva tecnología y esperamos lograr avances; este producto no sólo cierra desde el punto de vista de la generación de energía eléctrica, sino que tiene un impacto muy grande desde el punto de vista ecológico y de la salud humana, ya que elimina la emisión de sustancias tóxicas, algunas cancerígenas, que se generan durante la cremación de residuos a baja temperatura. Además, investigamos la viabilidad de que las plantas procesadoras puedan utilizar el biogás que se produce por la materia orgánica por descomposición, en vez de que sea liberado al ambiente”, señala el docente y agrega: “Lo que no se convierte en energía va al medio ambiente de otra forma”.
La situación de la Argentina
La Argentina acompaña los objetivos mundiales en la reducción de dióxido de carbono. El docente señala que el marco legal que regula el mercado eléctrico argentino establece importantes oportunidades para el desarrollo de las energías renovables y las alternativas, aunque considera que las medidas tomadas no son del todo eficientes, ya que dan como resultado un producto costoso.
“La legislación que promueve las energías nuevas y renovables no fue evaluada en el conjunto y los precios que manejamos ahora son caros. Estos emprendimientos tienen altos niveles de inversión y bajo costo de operación. En un país como la Argentina, donde el riesgo es mucho, hace que el inversor ponga precios muy altos a lo que produce para lograr un tiempo de repago suficientemente corto que le permita obtener ganancias y disminuir riesgos”, detalla.
Asimismo, plantea que la solución sería tomar la decisión política de revisar la legislación sobre el tema para lograr una visión superadora, proponiendo incentivos generales que orienten la inversión y el financiamiento hacia horizontes de eficiencia económica y social.
La energía solar
A nivel mundial, hay un gran desarrollo de energías alternativas “principalmente, el aprovechamiento eólico y solar, con muy buenos resultados, especialmente con avances tecnológicos como las usinas solares, que ha hecho que el precio haya bajado de manera sustancial, volviéndola competitiva”, explica Alonso. Para él, no se trata de realizar grandes instalaciones sino de aprovechar la posibilidad de generar energía solar de manera particular, a través de la instalación de paneles. Pueden combinarse con el servicio que ofrecen las empresas proveedoras de electricidad, sino lo que se produce no es suficiente, o de venderle la energía residual si hay un sobrante; “eso es completamente factible desde el aspecto técnico y regulatorio”, considera.
En este sentido, la facultad de Ciencias Exactas cuenta con sistemas fotovoltaicos en algunos de sus edificios, que le brindan la posibilidad de reemplazar energía generada por fuentes contaminantes por energía limpia. Estos sistemas también facilitan la investigación que distintos grupos científicos desarrollan en torno a la temática.
Fernando Alonso es Ingeniero Electricista, especializado en gestión de recursos energéticos y ahorro de energía, y en Economía y Planificación Energética. Es investigador y docente de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura y del Politécnico.
Fuente: Argentina Investiga