Carpinchos, ciervos, serpientes e innumerables especies se encuentran sin vida en las campos correntinos. El biólogo Alejandro Giraudo es parte del grupo de investigadores y técnicos del CONICET que recorren cientos de hectáreas para relevar la cantidad de animales muertos y el efecto en poblaciones de fauna amenazada o recientemente reintroducidas.
«Hubo mortalidad de millares de ejemplares. Mayormente reptiles como lagartos y serpientes; mamíferos pequeños y medianos, que son animales que tienen menos posibilidades de escapar. También encontramos muertos algunos mamíferos medianos y grandes como carpinchos», mencionó el Dr. Alejandro Giraudo, biólogo e investigador del INALI CONICET-UNL.
Giraudo es santafesino pero hace tres años pasa gran parte de su vida en su casa en Colonia Carlos Pellegrini, en el corazón de los Esteros del Iberá. Una vez que las llamas se extinguieron, se calzó las botas y se unió a sus colegas del CONICET para recorrer el terreno inundado de cenizas. «En los lugares donde el fuego fue repentino y había mucho combustible, como en la zona de Galarza (paraje de Corrientes) murieron guazunchos, ciervos de los pantanos, monos y muchos carpinchos», lamentó el santafesino.
Por medio de esta iniciativa, los investigadores del CONICET buscan estimar la densidad de animales muertos por los incendios, en particular de especies amenazadas y/o en peligro de extinción o que han sido recientemente reintroducidas en la ecorregión del Iberá. Para ello, configuraron una aplicación para teléfonos celulares que permite tomar información geolocalizada en terreno y generar automáticamente una base de datos. Mediante estas estimaciones y el procesamiento de imágenes satelitales que permitirán medir la superficie quemada y el momento en que ocurrieron, se podrá obtener una aproximación de los efectos del fuego en la fauna silvestre.
El investigador santafesino comentó que hasta el momento pudieron cubrir a pie unos 200 kilómetros de transectas, entre ellos varios portales de los Esteros del Iberá y cercanías del Parque Nacional Mburucuyá.
Especies en peligro de extinción
«Hay especies en riesgo que se estaban reintroduciendo en el Iberá, como por ejemplo los osos hormigueros. Los bomberos pudieron rescatar algunos ejemplares, pero muchos murieron», indicó Giraudo y agregó que «se sigue monitoreando a los animales en peligro».
En referencia a las especies en peligro de extinción que habitan en los Esteros del Iberá, «Rewilding Argentina» es la fundación que se encarga de reintroducir a las especies y monitorearlas. Con la afectación de los incendios una de las alarmas que se encendió se relacionó con la situación de los animales recientemente introducidos, como por ejemplo los yaguaretés liberados en los últimos años. En este sentido, los collares con dispositivos VHF y GPS mostraron que los felinos sobrevivieron a las llamas.
En el caso de los Esteros del Iberá, las áreas más afectadas por el fuego fueron el Sector Norte, el corredor Mburucuyá-San Roque, Colonia Carlos Pellegrini, Lomada de Caa Catí a Mburucuyá y el Corredor Iberá-Mburucuyá. Estos sectores protegen especies amenazadas y/o en peligro de extinción. Además, albergan aves emblemáticas de la provincia, como el yetapá de collar, la monjita dominica, el tachurí coludo, los capuchinos, el atajacamino ala negra y el águila coronada, entre otros. En estas áreas se realizó también la reintroducción del guacamayo rojo y de muitú, así como la restauración de poblaciones de oso hormiguero y pecarí de collar. Asimismo, existen poblaciones de ciervo de los pantanos, aguará guazú, monos carayá y grandes concentraciones de carpinchos y diferentes anfibios y reptiles endémicos.
Mayores dificultades de recuperación
Al consultar sobre cuáles son las especies a las que mayor tiempo les demandará recuperar su población, el biólogo remarcó que «sin dudas las especies amenazadas, que son especies de poblaciones bajas de individuos y ahora viene un momento en que muchas de los animales que pudieron escapar se quedan sin hábitat; pueden ser depredadas por otras especies o humanos; sufren la falta de alimentos; la situación de estrés los lleva a padecer enfermedades, por lo que la mortalidad puede continuar durante un tiempo».
En cuanto a vinculación con la flora, y frente a la adversidad de los bosques nativos que llevarán decenas de años en recuperarse, Giraudo precisó que «habrá que ver cómo se recupera el ambiente y cómo los animales pueden responder para lograr reproducirse, alimentarse y buscar refugio en esta situación. Por eso son muy importantes las áreas que no quedaron quemadas y que la gente que vive en los alrededores respete a los animales que quedaron vivos».
Por último, el investigador, que continuará recorriendo las zonas afectadas, señaló hay cientos de individuos contabilizados. Ahora se realizarán los cálculos de la mortalidad en toda la superficie quemada y una vez concluido el relevamiento se darán a conocer los resultados.
DETALLES DE LA INVESTIGACIÓN
Esta iniciativa generará no solo un conocimiento fundamental para el manejo de los ecosistemas del noreste de Argentina, sino que además fortalecerá los lazos entre las numerosas instituciones que participan.
Los grupos del CONICET que forman parte de este proyecto pertenecen –además del INALI-, al Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET – UNaM), el Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, CONICET – UNNE), el Instituto de Ciencias de la Tierra, Biodiversidad y Ambiente (ICBIA, CONICET -UNRC); quienes trabajan en forma conjunta con el personal técnico de la Administración de Parques Nacionales (APN), la Dirección Nacional de Biodiversidad del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación (MAyDS), el Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico (CeIBA) y la Fundación Vida Silvestre Argentina.
Fuente: El Litoral