Mauro Guzzardo, docente de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, especificó lo que significa el dolor físico y sus alternativas de tratamiento.
Muchas veces, el dolor físico alcanza un punto tan crítico, que modifica la vida cotidiana de las personas. En los deportistas, esta situación se potencia y puede provocar el retiro del mismo, como en el caso de Juan Martín Del Potro. Mauro Guzzardo, presidente del Comité Latinoamericano de Dolor Musculoesquelético, Magister en Tratamiento del Dolor y médico especializado en rehabilitación, explicó qué es el dolor y de qué manera se puede tratar.
El profesional subrayó que el dolor no es un problema en sí, sino que este es el aviso del organismo de que ha habido un riesgo de lesión o directamente una lesión. “Por definición, dolor es una sensación desagradable que se asocia a lesión real o potencial del tejido. Traducido a las actividades diarias, cuando vos tenés un dolor ante un movimiento determinado, lo que te está diciendo es que durante ese movimiento lastimaste un tejido o estás en riesgo en hacerlo. Si duele, una de las dos cosas están sucediendo”.
Guzzardo explicó que la percepción del dolor, o sea la información que llega al cerebro, se integra al contexto cognitivo, emocional y conductual del paciente. “Como yo afronto el dolor, como lo siento y que creo que significa, algo que es muy particular de cada uno. Esto puede hacer que un cuadro de dolor se convierta en un síndrome que afecta la vida del paciente, y que parece estar mucho más relacionado con esa integración en el sistema nervioso que con la percepción en sí, ya que la misma patología en dos personas diferentes pueden tener repercusiones muy distintas”.
Por ende, no se puede medir el dolor de una forma generalizada porque los umbrales y sensaciones son distintos para cada persona. “Si le pregunto a un paciente el grado de dolor en una escala del 1 al 10, y me dice por ejemplo 7, no es un indicador para saber si el mismo es discapacitante. Un deportista de alto rendimiento a lo mejor puede correr con ese 7 o puede ser alguien que no camina más y está en silla de ruedas por ese dolor que considera que es un 7. Es el mismo grado de dolor en dos personas pero muy diferentes. Por eso es importante que los pacientes sepan lo que tienen y poder hacer un trabajo conductual con el objetivo de que conozca que cosas debe hacer para mejorar su patología”.
A raíz de este punto, el docente destacó que existe la idea errónea de que se recupera de los dolores musculoesqueléticos con reposo, y que en realidad no es esa la respuesta en la mayoría de los casos. “Hay excepciones, pero usualmente no es una gran estratégia terapéutica. El reposo debe hacerse las primeras 72 horas pero casi siempre las recuperaciones se hacen a partir del movimiento. Por eso, considero que hay una idea equivocada que afirma que cuanto más sentado o más quieto, menos posibilidades de lesionarse tiene. Al contrario, es necesario hacer ejercicio, tener el cuerpo en movimiento y ser menos sedentarios”.
Otro punto a tener en cuenta, es el poder detectar las enfermedades asociadas, como la depresión o la ansiedad, trastornos del estado de ánimo más frecuentemente asociados al dolor. “Sumadas a ellas también podemos nombrar el insomnio. Cuando hay por lo menos alguna de estas tres, el dolor se vuelve una patología discapacitante y le saca al paciente la posibilidad de hacer cosas. Hoy por ejemplo la lumbalgia es una de las primeras causas de discapacidad a nivel mundial, por arriba de otras”.
¿Por qué surgen los dolores?
Si bien pueden ser múltiples los factores que lo pueden provocar, Guzzardo puntualizó que en muchas ocasiones la modificación de cargas y posiciones son fundamentales para que el dolor no aparezca. “Supongamos que una persona sale a correr y le duele la rodilla. En consulta, me doy cuenta que pisa mal y sugiero que comience a utilizar plantillas. Esta persona luego vuelve a correr y no le duele. ¿Podemos decir que la plantilla es analgésica? No, pero una modificación de una carga puede hacer que el dolor no aparezca porque este es una sensación que se asocia a un daño real o potencial de un tejido, con lo cual si yo bajo las cargas de ese tejido quizás no entre en riesgo y no se activen los receptores de dolor”.
Por ende, el también Presidente del Comité Latinoaméricano de Dolor musculoesquelético, especificó que hay una parte muy importante del tratamiento del dolor que es el poder entender la situación del paciente y su contexto para poder encontrar posibles soluciones. “El problema es que los deportistas de alto rendimiento trabajan con un volumen de carga enorme, porque están permanentemente casi al límite de su máxima capacidad de entrenamiento. Eso hace que muchas veces aparezcan las famosas enfermedades por sobre entrenamiento, donde realmente no hay un tiempo adecuado entre la carga. La lesión que genera esa sobrecarga y el tiempo de recuperación posterior, puede generar una lesión acumulativa en determinadas regiones provocando por ejemplo que se desgaste un cartílago, se rompa el menisco, etc”.
De esta manera, se pueden plantear dos estrategias muy grandes y claras ante la aparición de un dolor constante. La primera es bajar cargas, que es lo que suele costarle a los deportistas de alto rendimiento, optando muchas veces por bloquear el dolor a partir de infiltraciones u otros métodos. La otra, se vincula con lo contrario: las personas que no hacen actividad física o no entrenan, es decir que son sedentarios. “En este último caso, el problema es que no tiene un mínimo de entrenamiento físico. A esas personas, les toca el otro punto de la balanza, que es aumentar el entrenamiento para que pueda enfrentar las cargas de las actividades diarias con un grado de suficiencia osteoarticular. En los deportistas el problema está en la sobrecarga y en otro grupo el grado de entrenamiento es tan bajo que cualquier esfuerzo puede convertirse en una sobrecarga, y en esos casos es donde entra la medicina física de la rehabilitación con la programación de ejercicio en busca de mejorar el sistema musculoesquelético”.
Gabriel Batistura, una de las grandes figuras a nivel mundial que ha aportado el fútbol argentino, contó en más de una oportunidad que inmediatamente luego de retirarse comenzó a sentir un dolor en las rodillas insoportable, al punto de llegar a pensar que su única solución era que le amputaran las piernas. Durante su carrera, se sometió regularmente a infiltraciones, bloqueando el dolor, para poder jugar todos los partidos, lo que le generó el desgaste de sus cartílagos y tendones. Posteriormente tuvo que colocarse una prótesis.
La cuestión no es demonizar tampoco la infiltración, ya que Guzzardo subrayó que todo se constituye a partir de su uso. “El término infiltración no te dice nada, lo importante es saber que se está inyectando en el cuerpo y si esa sustancia es la indicada para el tratamiento. Es necesario tener un objetivo, saber de qué manera estamos tratando el dolor, dialogar con el paciente y explicarle los caminos a seguir”.
Hay casos de deportistas famosos a los que se los inyectaban con anestesia para que no sientan dolor y luego con un corticoide para que no se inflame la zona, lo que generaba que puedan jugar pero que con el tiempo se les vaya agravando la lesión. “La inflamación es la primera etapa de la reparación, y es un proceso necesario para lograr la cicatrización de esa lesión”.
La indicación quirúrgica se da cuando un paciente ha agotado todas las instancias previas (medicación, ortesis, ejercicios, infiltraciones o bloqueos, etc) y no ha obtenido un alivio, lo que se denomina dolor refractario. Además es necesario que tenga una imagen operable, ya que puede suceder que la situación provenga de otro lado. “Cabe aclarar que el tratamiento quirúrgico más radical es la fijación, haciendo que se pierda el movimiento, y el reemplazo articular cuando existe esa posibilidad, como por ejemplo el de cadera o rodilla. Una cirugía de este tipo tiene un rango de indicación muy pequeño, entre un 5 y 20 por ciento. La mayoría de los casos se pueden tratar con una buena rehabilitación, mediante un tratamiento kinesiológico adecuado”, precisó Guzzardo y agregó: “El que tiene que dar el visto bueno de que se agotaron todas las instancias previas y que se puede comenzar a pensar en una operación debería ser un no cirujano, porque es el que conoce el procedimiento y las distintas alternativas. Hay que explorar todas las herramientas no quirúrgicas con anterioridad”.
Fuente: Universidad Nacional de Rosario