Mientras algunos ejemplares mueren calcinados al no poder escapar del fuego, otras son atropelladas en su intento de huir. Se estima que desde 2020 se quemaron más de 700.000 hectáreas, y por eso, ambientalistas sostienen que contar con un censo de población silvestre es indispensable. Cómo puede incidir en la población y cuáles son los animales autóctonos más afectados.
La bajante histórica del río Paraná y la sequía extrema en la zona, impulsaron a que los focos de incendios volvieran a prolongarse desde 2020. Hace varias semanas, el fuego empezó a avanzar sobre los humedales y la hipótesis de incendios intencionales se sustenta con mayor fuerza. Entre los daños más graves, se encuentra el impacto sobre los animales y el ecosistema.
La ONG Mundo Aparte de Rosario trabaja especialmente en la rehabilitación de animales silvestres para su reinserción en los humedales y advirtieron que si bien se desconoce la cantidad de animales muertos por el fuego, ya se registra una disminución de ejemplares.
Franco Peruggino integrante de la ONG remarcó que si bien los incendios se producen desde hace décadas, la situación se agrava por la falta de cortafuegos naturales, como los arroyos o lagunas afectados por la sequía histórica.
Con un suelo seco, vientos y mayor material combustible, el fuego avanza sin control y crece la especulación sobre la capacidad productiva de las tierras, advirtió el ambientalista quién tildó el accionar como un ecocidio.
“Hay que sacarnos de la cabeza la idea de que podemos transformar un área natural en un sistema productivo”, planteó Peruggino y advirtió que el daño que se genera resulta irreparable sobre uno de los ecosistemas más importantes que tiene la Argentina. De hecho, remarcó que “la salud nuestra depende de la salud de sus ecosistemas”.
Los prolongados incendios arrasan con la flora de la zona, pero esta “tiene una capacidad de resiliencia un poquito mayor” que la fauna. Y es que debajo de las cenizas permanece un banco de semillas nativas que permite la recuperación de la vegetación. Sin embargo, para la fauna la realidad es mucho más dura.
Animales calcinados, falta de censo y un inminente peligro
Si bien no hay registros oficiales sobre los animales más perjudicados a causa de los incendios, Peruggino alertó que se están “perdiendo adultos reproductores, o sea, ejemplares que ya tienen una función en el ecosistema y que son los que necesitan repoblar”.
Para la ONG, el cambio en la fauna es notable y reclamaron que “no hay censos de población silvestre en nuestra región” de manera que consiste en una deuda de las direcciones de Fauna y ministerios de Ambiente.
Al respecto, el activista remarcó que tanto isleños como pescadores mantienen un registro informal y suelen sostener que ya no observan yacarés o carpinchos (capibaras) con la frecuencia que solían hacerlo dado que “eran animales abundantes en nuestra zona”. Sin embargo, por diversos motivos, entre ellos el fuego, empezaron a desaparecer.
“Hay una clara disminución de la cantidad de ejemplares y un riesgo ecosistémico”, advirtió el integrante de Mundo Aparte. Al respecto, explicó que en los ecosistemas hay un equilibrio perfecto hasta que se desequilibra a causa de distintos factores externos. En el caso de los incendios, “a lo mejor hay más de una especie que de otra y faltan predadores. Entonces, un insecto que antes se lo comía un bicho que ahora no está, empieza a desajustar todo el ecosistema”, planteó.
Carpinchos, coipos, gatos montes y zorros son algunos de los animales de los humedales que llegan para ser rehabilitados en la ONG. Sin embargo, “los reptiles no porque lamentablemente en esta época del año no tienen ninguna posibilidad de sobrevivir.
Entre los animales que abundan en los humedales pero que en ésta época del año están aletargados y no tienen reacción para escapar del fuego, se encuentran las serpientes, yacares, lagartos y tortugas que ahora están bajo las cenizas.
A diferencia de los reptiles, las aves logran escapar “pero dejan atrás los nidos y los pichones”. En algunos casos son rehabilitados de manera rápida con suplementos, dado que suelen sufrir cansancio por agotamiento. De modo que una vez recuperados, regresan a su hábitat natural.
El avance del fuego y humo es tal, que a la laguna artificial de Mundo Aparte “están llegando aves solas y desesperadas por agua”. De hecho, en esa situación llegaron aves como el biguá, una familia de patos y garzas.
Impacto secundario del humo y pedido de protocolo vial
Las columnas de humo que llegaron a cubrir localidades de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires, generaran una disminución en la visibilidad y tanto autos como camiones que circulan por el puente Rosario-Victoria, no logran ver a los animales que cruzan escapando del fuego y los atropellan.
La fauna silvestre no tienen otra alternativa que desplazarse por el puente donde no hay pasafauna y el riesgo “es enorme también para el conductor”. Por tal motivo, Peruggino indicó a Infobae que junto a grupos ambientalistas presentarán ante Vialidad Nacional un protocolo con tres niveles de riesgo dependiendo la cercanía del foco activo.
Con el fin de preservar a vida de los animales, se pedirá que durante la emergencia ambiental se tomen medidas que “van desde disminuir la velocidad máxima a la mitad si hay un fuego a 10 km o prohibir la circulación, si hay un incendio a menos de un kilómetro”, ejemplificó el referente de la ONG que cubre la atención alimentaria y veterinaria de animales por medio de donaciones.
Organizaciones ambientalistas como “El Paraná no se toca” plantean que entre 2020 y 2021 se quemaron más de 700.000 hectáreas en el Delta del Paraná, mientras que días atrás la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) reveló que en lo que va del año se quemaron unas 95.000 hectáreas.
Frente a dicho panorama, permanece el insistente pedido por la Ley de Humedales que tiene por objetivo proteger los humedales y la biodiversidad. Al respecto, Peruggino remarcó que el Delta del Paraná “es la reserva de agua dulce más grande en la región. Hoy en día es la única esperanza de amortiguar el impacto del cambio climático que estamos viviendo” debido a que el humedal absorbe toxinas, libera oxigeno y es vital para quienes viven en las costas.
Fuente: Infobae