Entre finales del siglo XIX y los años de la entre-guerras, el consumo de bebidas alcohólicas se disparó en todo Occidente de la mano de cambios profundos en la economía, la cultura y la vida social. La producción, consumo y regulación del alcohol se relacionan con la historia social y cultural del continente desde la era pre-colonial hasta el presente. Sin embargo, este tema sólo recientemente se ha erigido como objeto de estudio, y en Argentina especialmente desde 2014.
La investigadora Paula Sedran estudió las formas de consumo de alcohol aceptadas y problemáticas en la ciudad de Santa Fe y su zona aledaña durante los años 1870-1930. A partir del análisis de discursos periodísticos, normativos, gubernamentales, entre otros, repone los sentidos construidos durante los años de modernización social y el rol de las valoraciones de la ingesta en las discusiones político-sociales de la provincia.
En este estudio se analizaron patrones de bebida entendidas como prácticas a través de las cuales las identidades personales y grupales son construidas, corporizadas, desplegadas, actuadas y transformadas. Fundamentalmente atiende a los temores, imágenes, intereses y conflictos relacionados con el consumo de alcohol y por cómo se relacionaron, en el imaginario local, con las formas aceptadas de su ingesta.
Sedran es Doctora en Historia e investigadora del CONICET. El objetivo de su trabajo fue considerar los documentos atendiendo a la tensión entre los registros, explícitos y no, de los usos “normales” y conflictivos en los procesos de alcoholización. Sus resultados fueron publicados en el artículo “Sobre una historia posible del alcohol: preguntas, premisas y prejuicios desde el caso de Santa Fe, Argentina. 1870-1930” publicado en la revista académica brasilera Contraponto.
Santa Fe y el alcohol
Durante la formación del Estado Argentino, en Santa Fe el alcohol fue un argumento importante en las discusiones políticas y sociales. Los valores universales del modelo de sociedad que se intentaba construir prometían la paz e identificaban al adversario político con la violencia y la inmoralidad.
El alcohol se convirtió en un tema muy presente en el debate público por la aparición de un mercado de publicidad y consumo respetable. Este diversificó su público y sus estrategias, construyendo formas decentes del consumo de alcohol e identidades sociales en torno a este. Ello amplió la cantidad de productos alcohólicos y los lugares y usos recreativos y terapéuticos para su consumo.
Hacia 1930, Santa Fe presentaba límites muy distintos entre la bebida normalizada y la condenada. Recién en la década siguiente se verán los primeros pasos en materia de salud en torno al alcoholismo y sus patologías asociadas. Y entender esos pasos no puede lograrse sin la reconstrucción del imaginario de sesenta años de discusión ininterrumpida sobre el alcohol.
El ejercicio de historizar en qué medida y de qué formas el consumo de bebidas alcohólicas supuso un problema, más allá de las narrativas dominantes, implica reponer el imaginario santafesino sobre la bebida. La investigadora Sedran se preguntó por los trasfondos culturales que permitieron que el consumo de alcohol funcionara como catalizador para debatir temas de relevancia pública.
Para responder a ello, estudió cómo la prensa santafesina dedicó muchas páginas y reflexiones al vicio de la ebriedad, a la patología del alcoholismo y a sus consecuencias sociales. Y encontró que el consumo de alcohol aparece en situaciones y contextos diversos, y cumple funciones identificables de acuerdo a las estrategias desplegadas por los sujetos.
La investigación muestra cómo la presencia y sentidos sociales del alcohol excedieron sus significados transgresivos y en qué magnitud ciertos géneros discursivos asociados por la narrativa histórica como el delito y el vicio también alojan otras imágenes sobre el alcohol, tales como las ambivalentes funciones mediadoras y abusivas de la policía frente a los ebrios.
Algunos indicios sobre ello son la percepción sobre cuán ebrio se hallaba alguien, sobre cuándo la cantidad bebida se transformaba en un problema y sobre los usos estratégicos que hacían. Otra noción es que el consumo de alcohol se trataba de una práctica cotidiana, tanto en sus formas negativas como aceptadas.
Al respecto, el artículo alude a la inexactitud de la noción de que el consumo de alcohol, como tal, era un problema. Comprueba un desplazamiento del rol de la violencia en las caracterizaciones que se hicieron en la prensa sobre el alcohol. En relación con ello, las primeras formas en que se enuncia y discute el alcoholismo, no retratan un alcoholista violento o agresivo, sino que se lo muestra triste, vencido, víctima de su mal.
A su vez, las formas complementarias de presentar a esta víctima fueron el ebrio caído en desgracia o los familiares de adictos. Figuras que no presentan a la violencia interpersonal como su núcleo de sentido. Por ello, la amenaza violenta que los ebrios habían supuesto en el período de formación estatal, dio paso a otras maneras de definir los consumos no deseables de alcohol, asociadas al alcoholismo y sus patologías.
Esta investigadora también publicó un artículo sobre la publicidad en el mismo período histórico, denominado «Consumo respetable: publicidades del alcohol en la Provincia de Santa Fe a inicios del siglo XX«