Los bosques nativos como “secuestradores” de carbono

Investigadores de la UNER, el Conicet y el INTA realizaron un estudio con el fin de estimar el stock de carbono en especies arbóreas de bosques nativos del Espinal entrerriano. La captura de carbono que realizan los bosques es un servicio ecosistémico fundamental en escenarios de cambio climático.

La doctora Silvana Sione -docente investigadora de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNER y becaria postdoctoral del CICyTTP (Conicet)- dirigió el equipo y explica cuál es el rol de estos ecosistemas: “Los bosques nativos ofrecen una amplia gama de bienes y servicios ecosistémicos, es decir, beneficios ambientales que impactan en la calidad de vida de la sociedad. Dentro de estos servicios podemos mencionar aquellos servicios de soporte (tales como la provisión de hábitats para la biodiversidad, formación de suelos), de provisión (alimentos, madera, fibras, agua), de regulación (control de la erosión, regulación del ciclo de nutrientes, regulación del clima, protección de cuencas, control de inundaciones) y culturales (recreativos, turísticos, educativos). En el marco de este proyecto, abordamos uno de estos servicios ambientales que es la captura y el almacenamiento de carbono atmosférico, uno de los principales gases de efecto invernadero. El rol que desempeñan los bosques nativos como ‘secuestradores’ de carbono resulta clave para la mitigación del cambio climático”.

Este estudio se desarrolló en el área de bosques nativos del Departamento Paraná (Entre Ríos, Argentina), correspondiente a la provincia fitogeográfica del Espinal. Se caracterizan por su heterogeneidad, resultante de las condiciones ecológicas y la historia de uso y manejo al que han sido sometidos, destinados principalmente a actividades de cría y recría de ganado vacuno.

En el marco de esta investigación, se obtuvieron para las tres especies arbóreas dominantes (Prosopis affinisProsopis nigra y Vachellia caven), modelos alométricos de alta precisión y factores de expansión de la biomasa, que constituyen herramientas de utilidad para estimar la biomasa y el carbono almacenado en estos ecosistemas.

La relevancia del tema se deriva de la significativa reducción del área cubierta por bosques nativos, tanto a nivel nacional como regional, atribuible principalmente al avance de la frontera agropecuaria. En la Argentina se han determinado tasas del orden del 0,49% anual, que representa una pérdida aproximada de 190.589 ha de bosques por año (UMSEF, 2017), mientras que en cuencas representativas del Espinal entrerriano la pérdida de bosques se ha estimado en valores del 1% anual.

Una de las principales consecuencias de la deforestación es la emisión de carbono a la atmósfera, es decir, los bosques dejan de ser sumideros para convertirse en emisores de carbono. Al respecto, según el Inventario Nacional de GEI de la Argentina (2014), la deforestación contribuye con el 14,5 % de las emisiones totales del país (Programa Nacional ONU-REDD, 2019)”.

Esquemas de conservación y aprovechamiento sostenible

En cuanto al uso y al manejo del bosque nativo consultamos a la investigadora acerca de si es posible superar la dicotomía tradicional entre “producción versus conservación”. La doctora Sione afirmó que es posible superar esta dicotomía siempre que se garantice el uso adecuado de los recursos naturales y la producción sostenible, reduciendo al mínimo los impactos ambientales y sociales negativos. Para lograrlo, un instrumento fundamental es el Ordenamiento Ambiental del Territorio, que busca planificar y administrar el uso y la ocupación del territorio en función de sus condiciones ecológicas, aptitud productiva, aspectos sociales, entre otros.

En el caso específico de los bosques nativos, se requiere respetar el esquema de protección que le corresponde a cada categoría de conservación prevista en la legislación nacional (Ley 26.331 de Presupuestos mínimos para Protección Ambiental de los Bosques Nativos) y en las respectivas normas provinciales.

Así, los bosques correspondientes a categoría I o roja (alto valor de conservación) no deben transformarse y ameritan su persistencia a perpetuidad dados los servicios ecológicos que proveen. Los bosques incluidos en categoría II (o amarilla) tampoco pueden ser deforestados, pudiendo ser restaurados y sometidos a aprovechamiento sostenible, turismo, recolección e investigación científica. Las principales alternativas de aprovechamiento sostenible son el forestal, el silvopastoril, el manejo de bosques con ganadería integrada (MBGI). Sólo los bosques de categoría III (verde) pueden transformarse en forma parcial o total (cambio de uso del suelo), dentro de los criterios de la ley y previa realización de una Evaluación de Impacto Ambiental.

Es fundamental el trabajo intersectorial y su coordinación. Por ejemplo, si en el país se implementa una política de mitigación del cambio climático basada en la medida “deforestación evitada”, es decir, en conservar las tierras forestales y evitar su conversión a otro tipo de tierras, debe estar alineada con la política agropecuaria. Se requiere un contexto de coordinación intersectorial para que estas políticas logren buenos resultados. La implementación de la legislación vigente tanto nacional como provincial y el control por parte de las autoridades competentes es fundamental.

Herramientas precisas para medir el carbono y la biomasa

La investigación desarrollada aporta a la valoración del servicio ecosistémico que proveen los bosques nativos del Espinal entrerriano como secuestradores y fijadores de CO2 atmosférico. A partir de este trabajo, la región del Espinal dispone de herramientas de gran precisión para estimar las reservas de carbono en estos ecosistemas y su variación temporal, como insumo para el diseño de estrategias de acción en la lucha contra el cambio climático.

Por otra parte, la información generada permite estimar las emisiones de carbono en caso de deforestación o de incendio. Cabe destacar, además, que en conjunto con especialistas del IANIGLA (Conicet) se ha determinado, a través de técnicas dendrocronológicas, la edad de individuos de algarrobo negro y ñandubay y se está investigando cómo la variabilidad climática impacta en el crecimiento de estas especies.

A partir de la información obtenida, es posible afirmar que la pérdida de una hectárea de bosque del Espinal produce, en promedio, emisiones próximas a las 162 tCO2/ha que retornan a la atmósfera, a la vez que deja de capturarse por año un total de 2,75 tCO2. En este contexto, la conservación de estos bosques frente a la deforestación y la degradación es prioritaria.

La investigación, llamada “Stock de carbono en especies arbóreas del espinal entrerriano”, fue realizada por un equipo integrado por Silvana Sione, Silvia Ledesma, José Daniel Oszust, Leandro Rosenberger, Marcelo Germán Wilson, María Carolina Sasal, y contó con el asesoramiento del consultor Hernán Andrade Castañeda (Universidad del Tolima, Colombia). Participaron además, en calidad de becarios, Ignacio Carpp y Gabriel Maciel.

Fuente: Argentina Investiga

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