El oficio de estudiante

Un equipo de docentes de Ciencias de la Educación investiga sobre el ingreso a la educación superior en los escenarios contemporáneos: trayectorias estudiantiles, articulación con el nivel medio y acciones institucionales de retención.

El primer año de la Universidad es un tramo crítico en la trayectoria académica del estudiante e incide en la permanencia o abandono de una carrera. Es un momento de transición con grandes cambios en los espacios a habitar, las culturas institucionales, las exigencias académicas, la relación con los docentes, la sociabilidad, entre otros. En muchos casos, el pasaje de la escuela secundaria a la Universidad se convierte en una instancia de difícil resolución, viéndose frustradas las expectativas sobre los estudios superiores.

En este marco, un equipo de docentes de Ciencias de la Educación e investigadores del IRICE (Conicet-UNR) desarrollaron un proyecto para indagar las problemáticas del ingreso a la educación superior desde la perspectiva de los estudiantes de primer año de la mencionada carrera de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Para ello focalizaron en las trayectorias académicas, la articulación con el nivel medio y las acciones institucionales de acompañamiento y retención. 

Como resultados provisorios destacan la discontinuidad entre la escuela media y la educación superior, la dificultad para ejercer el oficio de estudiante como consecuencia de desarrollar trayectorias educativas diferentes en el marco de un sistema escolar fragmentado, problemas para incorporar hábitos de estudio, apropiarse de los aspectos distintivos de la cultura institucional y de los discursos específicos de las disciplinas. Estas cuestiones se profundizaron durante la pandemia en que las brechas digitales y la discontinuidad respecto de la experiencia universitaria presencial añadieron complejidad a las dificultades propias de los primeros años.

“Lo más importante de primer año es aprender el oficio de estudiante que implica apropiarse de la cultura académica e institucional”

La investigación se propone ofrecer insumos para pensar políticas en torno a esta compleja temática. Consideran fundamental que las instituciones se acerquen a un conocimiento sobre las expectativas, saberes y dificultades de los estudiantes y sobre sus trayectorias educativas con la finalidad de diseñar acciones que permitan buscar posibles respuestas a los obstáculos que encuentran los ingresantes.  

El ingreso a la educación superior

Una idea clásica plantea que lo primero que tiene que aprender un estudiante es a ser estudiante. Como expresa Bernard Charlot, no se trata sólo sobre los métodos de estudio sino de la relación con el mundo, con el tiempo, con los objetos de la cultura, con el lenguaje, con los otros, consigo mismo.

“Lo más importante de primer año es aprender el oficio de estudiante que como todo oficio implica adquirir ciertas habilidades que no necesariamente tienen que ver con lo disciplinario sino con cómo moverse en la Facultad, como estudiar, a quién dirigirse si tienen un problema, es decir apropiarse de la cultura académica e institucional”, dice María Paula Pierella.

Las instituciones, en general, abordan esta dificultad para construir el oficio con lo que la investigadora Ana María Ezcurra denomina “innovaciones periféricas”, como las tutorías y espacios de acompañamiento, pero estas “no siempre se articulan con las cátedras de primer año y quedan como espacios aledaños, en un segundo plano”, reflexiona la docente.

En esta línea Pablo Urbaitel considera esencial entender quiénes son esos sujetos que ingresan porque “son alumnos con otras realidades, con subjetividades diferentes, con otros modos de apropiación del conocimiento, de estudiar, de leer. Las nuevas generaciones ingresan a la Universidad con un conjunto de habilidades y conocimientos que son distintos a los que la institución espera de ellos”. Explica que antes había pautas, saberes y prácticas institucionales medianamente comunes en todas las escuelas secundarias pero hoy el sistema educativo está muy fragmentado “Hoy te encontrás con alumnos que nunca leyeron un libro y otros que leyeron mucho. El patrón de alumno que llega está cada vez más heterogeneizado”.

Ambos investigadores coinciden en que esa es una de las dificultades del primer año: la heterogeneidad de alumnos y de trayectorias en un sistema que desde los 90 se viene fragmentando cada vez más. “Hay diferencias que tienen que ver con lo sociocultural, con los saberes que se transmiten en distintas escuelas, con el modo en que se piensa el vínculo con la comunidad, con el conocimiento, con desigualdades socioeconómicas más grandes”, analiza Pierella.

Cabe destacar que las comisiones de primer año suelen ser las más numerosas y las que más desgranamientos sufren. En este sentido, la investigadora destaca la importancia de las producciones pedagógicas que realizan los docentes de este año quienes, además, son la primera cara visible, el primer referente y los que a veces hacen la diferencia frente a la decisión de abandonar o seguir.  Aunque, en su mayoría, poseen cargos docentes con dedicación simple.

El derecho a la educación

“Nos inquieta el derecho a la educación superior pero qué hacemos como docentes y como institución para que ese principio impacte en los modos en que la Universidad recibe a los y las ingresantes”, dice Pierella y agrega: “Durante mucho tiempo los problemas del abandono en el primer año de la Universidad se atribuían exclusivamente a los déficits del nivel secundario. Esa idea unicausal se está revisando, pero más en términos discursivos, no tanto en cuanto a una reconfiguración de las prácticas”. Y aclara que esto no implica tener que bajar el nivel o hacer todo más simple, sino buscar la forma de movilizar el deseo de conocer, probar distintas metodologías de enseñanza conservando la calidad universitaria.

Uno de los desafíos de la pospandemia es volver a habitar los espacios universitarios y construirlos como lugares de aprendizajes.

“Estamos invitando a nuevas poblaciones a ingresar a la Universidad y hay que generar políticas para acompañarlas. Hay que trabajar sobre cierta democratización, una episteme que garantice un piso mínimo de conocimiento para que puedan entrar en diálogo con los otros”, sostiene Urbaitel y aclara: “Hay que ser hospitalarios para entender y alojar a las nuevas subjetividades pero no olvidarnos que tenemos una responsabilidad social, la de formar profesionales que trabajan con otros”.

Los docentes creen que uno de los desafíos de la pospandemia es volver a habitar los espacios universitarios y construirlos como lugares de aprendizajes. “Hay una parte de la vida en la Universidad que tiene que ver con el vínculo con otros, en los pasillos, en los patios, en la militancia. Eso se perdió en la pandemia, se debilitó en la pospandemia y ahora hay que recuperarlo”.

“El ingreso a la educación superior en los escenarios contemporáneos: trayectorias estudiantiles, articulación con el nivel medio y acciones institucionales de retención (2019-2022)” es el título de la investigación de los docentes y estudiantes del Profesorado y la Licenciatura en Ciencias de la Educación de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR Urbaitel Pablo, Pierella María Paula, Prados María Luz, Macera Irene, Navarro Natalia, Prosperi Florencia, Carullo Lourdes, Labanca Emilia.

Periodista: Victoria Arrabal/Fotógrafa: Camila Casero

Fuente: Universidad Nacional de Rosario

Related posts

Desarrollos en biotecnología desde Rosario

Investigadores paranaenses proponen un nuevo tratameinto para personas con artrosis

Apuestas online: un analisis desde lo biológico y lo social