Literacidades académicas: la escritura como práctica social de democratización

La investigadora inglesa Theresa Lillis visitó la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos (FIUNER) para las Jornadas internacionales “Literacidades académicas y democratización de la educación superior: Diálogos transnacionales para la enseñanza y la investigación de la escritura”.

En el marco del Programa de Movilidad Docente (Promid – UNER) y del trabajo de la Red Argentina de Instituciones Lectoras y Escritoras de Educación Superior (RAILEES), la profesora Emérita de Lengua Inglesa y Lingüística Aplicada de la Open University del Reino Unido, Dra. Theresa Lilis, brindó una serie de conferencias en las facultades de Ingeniería y Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos. El propósito de las actividades es dialogar sobre el papel de la escritura como práctica social en la democratización de la educación superior desde los aportes del enfoque de las “Literacidades Académicas” (Ac Lits).

El enfoque, mediante investigaciones etnográficas y situadas, desafía las visiones deficitarias de las prácticas de escritura académica de los estudiantes y plantea la necesidad de explorar críticamente las convenciones dominantes en este ámbito. De esta manera, busca contribuir solo al ingreso, permanencia y egreso de estudiantes en diferentes contextos y a su participación en el desarrollo del conocimiento académico.

En su segunda jornada de trabajo en la FIUNER, la académica británica brindó una entrevista y señaló puntos de análisis de la escritura universitaria como una serie de normas que pueden operar como limitantes del desarrollo de las capacidades, conocimientos e intereses de los estudiantes -en especial de aquellos “primera generación” o provenientes de sectores populares- pero también como un campo de trabajo intelectual y docente que puede (y necesita) ser abierto a formas de expresión y construcción de conocimiento novedosas, creativas y democráticas, que enriquezcan tanto los procesos de aprendizaje como de enseñanza.

– ¿Qué son las literacidades académicas?

– Se trata de una traducción del término que usamos en inglés: academic literacies. Es el estudio de las formas de lectura y escritura específicas de la universidad. Cuando empecé a estudiarlo hace unos 20 años había una brecha o distancia muy grande entre lo que los docentes les pedían a los estudiantes y lo que éstos hacían. Y la institución en vez de ver lo que hacían y por qué, les echaba la culpa de no saber lo que no sabían. Podríamos preguntarnos: ¿por qué no es suficiente explicar una vez a un estudiante cómo se hace un ensayo? La escritura no es algo que se aprenda en un momento. Lleva tiempo, hay trayectorias que todos hacemos hasta llegar a entender lo que quiere la Universidad y, desde la perspectiva del estudiante, lo que quiero hacer yo con la escritura. Había una distancia grande y la institución no se responsabilizaba de lo que debía enseñar.

– ¿Qué inquietudes trae consigo como propuesta para reflexionar en las Jornadas?

– Hay tendencias muy fuertes en cuanto a la escritura en general. Se suele hablar de ella como si fuese algo sencillo y del lenguaje como si fuera transparente. En vez de entender el lenguaje de la escritura como algo complejo, que lleva mucha historia de uso. Hay un problema general de cómo se entiende qué es la escritura. Y hay una orientación por todos lados al déficit: es decir, a que los estudiantes no saben escribir. Como si debiera ser algo fácil de hacer y aprender. ¿Qué ideologías hay sobre la escritura? No se juzga sólo un texto sino a la persona. La escritura tiene una relación muy fuerte contigo mismo, con tu historia.

– ¿Quedan estudiantes en el camino y afuera del sistema universitario debido de estos límites impuestos a la escritura?

– Es difícil medirlo. Habrá múltiples razones. Pero sí hay estudios. En el Reino Unido los que terminan con notas más bajas son chicos blancos de clase obrera. Tenemos estudios cualitativos en los que la gente siente que no merece estar en el mundo académico porque no habla como se debe hablar y no escribe como se debe escribir. “No soy para esto”, sienten.

– ¿Qué puntos de análisis interesantes tiene la educación superior argentina para este campo de estudio e investigación?

– Me sorprendió que aquí la universidad es gratis. En Reino Unido es carísima. Podría imaginarme que si el sistema es abierto, es decir que hay una ideología abierta, también sería abierto sobre la pedagogía de la escritura. Pero según lo que he visto y leído de colegas que han trabajado el tema, parece que no es así, sino que nos enfrentamos a la misma problemática, que la escritura es central en la pedagogía, como si dijéramos: “si no sabes las reglas del juego, no vas a pasar”. A menudo esto es invisible en las disciplinas. Si eres profesor, tu prioridad es tu disciplina. Pues luchamos para que si se usa la escritura para evaluar, hay que hacer visibles las normas de esta escritura. No es evidente. Tenemos situaciones parecidas en contextos muy distintos. Vengo en busca de un diálogo y ver en qué convergemos y en qué divergemos.

– Ante este diagnóstico, ¿cuáles son los desafíos?

– Varias cosas. Trabajamos dentro de instituciones que llevan muchos años con ciertas normas: estructuras de clases, exámenes, trabajos. Mi responsabilidad pedagógica como docente es ayudar a los estudiantes a cumplir esos requisitos. Pero siempre cuando trabajamos en instituciones estamos cumpliendo y a la vez buscando cambiar lo que no nos parece bien. Un ejemplo práctico es que, en vez de escribir siempre de cierta forma -de informe, de ensayo- o en un idioma estándar, se abra la posibilidad de imaginar otras formas de escribir que cumplen una función intelectual. Muchas veces la escritura es sólo una forma de medir. Pero debería ser una manera de aprender y crear conocimientos. ¿Quién participa en el mundo académico y quién no? ¿Y por qué? Tenemos dos responsabilidades: enseñar las reglas de juego y empujarlas. Si el propósito intelectual de lo que estamos haciendo es que el estudiante explique lo que ha entendido del fenómeno que está estudiando, ¿puede traer experiencias de su vida, de su trabajo? En algunos momentos esas experiencias son pertinentes al trabajo intelectual. Entonces, nos interesa abrir las posibilidades en cuanto a contenidos -qué- y la manera -cómo- en que se puede escribir. No hay que imaginar la escritura como algo tan rígido, sino abrirla y que sea un recurso para la pedagogía. A veces los profesores quieren abrir posibilidades, pero la presión es seguir con las normas y el tipo de evaluación que siempre se ha hecho. Quiero decir que actualmente hay un empuje del Sur global hacia el Norte en cuanto a estos conocimientos. Hace 10 años, desde el Sur miraban mucho hacia Inglaterra o Estados Unidos a ver qué se estaba hablando sobre este problema. En cierto punto está bien. Pero llegamos a un punto donde hay teorías e investigaciones de Latinoamérica y África que están empujando al Norte a repensar. Es un diálogo más equitativo. Espero que podamos hablar y encontrar los puntos de encuentro sobre cuestiones importantes para todos.

Fuente: Facultad de Ingenieria de la UNER

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