Informalidad y precariedad: Día del Trabajo en tiempos de incertidumbre

En la provincia de Santa Fe hay un gran porcentaje de trabajadores asalariados, sin aportes jubilatorios y en precarias condiciones laborales que distan de las expectativas de celebración por derechos conquistados a través de las luchas que consagraron la conmemoración del 1° de mayo.

Lorenzo tiene 27 años, trabaja desde los 17, pero el único empleo que consiguió en relación de dependencia le duró 14 meses: lo despidieron en enero de este año, por reestructuración. “No alquilo porque nunca tuve un trabajo que me lo permitiera, pensé que con este último iba a poder y cuando estaba empezando a proyectar, me quedé sin laburo. Nunca ningún laburo me permitió independizarme”, dice Lorenzo. El día del Trabajador lo encuentra en la búsqueda, con un perfil de Linkedin y haciendo cursos que le permitan ampliar su horizonte laboral.

El último informe del INDEC, de marzo del año pasado, mostró una baja tasa de desocupación (6,3%) medida en el cuatro trimestre de 2022. En la Argentina hay 9,6 millones de personas asalariadas. El 35,5% no tiene aportes jubilatorios. En el universo de los no asalariados, que midió 3,5 millones, el 84,7% son trabajadores por cuenta propia. Es decir, monotributistas. El mundo del trabajo ya no es lo que era, y cambiará a un ritmo mucho más acelerado. Ya lo dijo una carta escrita por mil expertos internacionales: hay 300 millones de empleo en riesgo en el mundo por la inteligencia artificial.

Mientras tanto, las vidas transcurren y la precariedad es una marca de la época. Candela hace trabajos de diseño en la más total informalidad. Tiene 24 años. Su empleadora le asigna tareas por unidad, y no sabe cuánto tiempo o dinero será en el mes. Hay otras cuatro o cinco chicas que también trabajan para esa persona, pero no las conoce, ni sabe si les pagan lo mismo, o cuál es su volumen de trabajo. “Trabajo 20 horas por semana, como mucho, no vale la pena que tenga monotributo, porque se te va mucha plata solamente en eso”, dice esta trabajadora del siglo 21, que no sabe nunca cuánto trabajo recibirá y si hace las cuentas, no llega a cobrar 1500 la hora. “Me dan vueltas hasta para pagarme 15.000 pesos”, asegura.

La pregunta sobre las condiciones de trabajo trae el relato de una catarata de irregularidades: Marcelo, de 29 años, también lleva diez años en el mercado laboral. Fue empleado de comercio, casi sin francos, y desde 2020 se desempeña en una empresa en la que gestiona pagos, y también se ocupa de recursos humanos. Su salario, hasta el mes pasado, era de 45 mil pesos, exactamente lo mismo que el monto del alquiler que paga. “Desde la empresa, siempre te hacen sentir que si te vas no vas a tener otro lugar donde trabajar, te llenan de palabras y promesas, hasta te hacen sentir culpable. Y si bien el dinero no es lo esencial de la vida, te termina afectando mucho, porque las deudas se acumulan, no llegas a pagar las cosas, terminas viviendo para trabajar y a fin de mes, cobras la plata, pagás alquileres e impuestos y no te quedan días ni plata para disfrutar ni darte un gusto. Te afecta emocionalmente, psicológicamente, el trato con tu gente, con tu entorno, de no querer salir, de quedarte en tu casa”, dice.

Un sector donde la relación laboral es negada es el de las plataformas digitales. En Rosario la empresa Pedidos Ya tomó personal en relación de dependencia hasta 2018, cuando decidió elegir sólo a monotributistas. Entonces, eran unos 300 trabajadores registrados en el Sindicato de Empleados de Comercio, y ahora sólo quedaron 30. “La empresa juega al desgaste”, cuenta Ayelén Miguez, delegada de los trabajadores en relación de dependencia en esa plataforma. Hay otras 3000 personas, sólo en el Gran Rosario, que cumplen funciones, pero pagan su monotributo. “No quieren a nadie más bajo relación de dependencia, y nos dicen que los que ya somos empleados no llegamos a la productividad, pero es el algoritmo el que define a quién se le asigna un reparto, y siempre elige –aunque estemos en el mismo lugar- a quienes cobran con el monotributo”, cuenta Ayelén.

En la Argentina se observa que “en los rubros de reparto y transporte, el control ejercido por las plataformas y la necesidad de trabajar jornadas completas para alcanzar salarios básicos establecen una necesaria dependencia que desdibuja la autonomía con la que se autoproclaman las plataformas”. Así lo indica el informe de Pía Garavaglia, “El avance de las plataformas de trabajo en Argentina”, publicado en julio de 2022 como documento de Trabajo 212 del CIPPEC. Además, “de acuerdo con el análisis del vínculo jurídico plataforma- trabajador, se reconocen en su mayoría los indicadores de dependencia económica, técnica y jurídica propios de la relación laboral dependiente”.

En la Argentina hay 9,6 millones de personas asalariadas. El 35,5 no tiene aportes jubilatorios.

Esa es una de las luchas que lleva adelante el Sindicato de Cadetes, fundado a nivel nacional en el año 2001, y que existe en Rosario desde 2015. “Soy cadete desde los 18 años, lo que nos pasa es que trabajamos de cadetes por un tiempo, luego conseguimos otra cosa, por la inestabilidad que hay. En las épocas de crisis se ve el incremento de nuestra actividad, porque los desocupados tienen una moto o una bici y lo ven como una salida rápida”, cuenta Nicolás Martínez, titular del Sindicato de Cadetes de Rosario. Según los números de la organización, hay 100 mil repartidores en todo el país, de los cuales el 99 por ciento está en condiciones de informalidad (una ínfima parte está regularizado bajo convenios laborales que cuentan con una categoría de repartidor). En Rosario, el cálculo es de 10.000 personas haciendo cadetería.

“Las empresas como Pedidos ya o Rappi les dicen que no son trabajadores, los llama socios colaborativos, pero los obligan a llevar ropa con publicidad de la empresa, hay una clara relación laboral. Usan una plataforma tecnológica pero son una empresa”, plantea Nicolás, que se queja porque el Estado no regula la actividad de “multinacionales que vienen, están habilitadas y no tributan, cuando cualquier hijo de vecino se pone un kiosco y tiene que tributar”.

Nicolás lo sabe bien por la experiencia de tantos años. “El o la cadete que no trabaja, no come. Estamos expuestos desde las inclemencias del tiempo, hasta a tener un accidente de tránsito, a que nos roben nuestra herramienta de trabajo. Al no estar registrados, no tenemos ART ni obra social”, enumera. En Rosario existe una ordenanza municipal que regula la actividad, y el sindicato fue a la justicia por su incumplimiento. Sin embargo, el trámite está parado por una apelación de las empresas. 

“Hay otras formas de organización, como las cooperativas, que le dan un marco de cierta estabilidad al trabajo, pero creemos la herramienta que necesitamos es la regularización laboral”, dice Nicolás. Hay varios proyectos de ley presentados en el Congreso nacional, pero no prosperaron. Mientras tanto, en la provincia de Buenos Aires avanzan en una regulación, y el Sindicato impulsa una ley provincial. “Una amplia mayoría preferiría trabajar en condiciones reguladas. Entendemos que son trabajos nuevos, si bien nuestra actividad tiene casi 30 años, es nueva comparada a otras actividades. Necesitamos un convenio colectivo que sea propio y no de los sindicatos que ya existen”, dice Nicolás. 

La precariedad también se vive en oficinas estatales, como la Secretaría de Niñez de la provincia de Santa Fe. Soledad ingresó en mayo de 2015, primero fue acompañante personalizada de niños y jóvenes en riesgo, luego se convirtió en acompañante convivencial y desde 2021 se integró como profesional al equipo técnico de un centro residencial provincial. 

A diferencia de sus compañeros regularizados, cobra por una planilla, sin ningún tipo de comprobante, aguinaldo ni vacaciones pagas. Cuando quedó embarazada, junto a otras compañeras en su situación les reclamaron a las autoridades el pago de la licencia por maternidad. Lo lograron, pero tuvieron que pelear por un derecho adquirido. 

Hoy cobran 380 pesos la hora, y llegan a un salario de entre 60 y 65 mil pesos mensuales. Junto a sus compañeros –unos 120 en toda la provincia– reclaman la incorporación a planta permanente. “Los acompañantes personalizados no tienen vacaciones, se tienen que cubrir entre ellos, entonces te encontrás 15 días con una carga horaria tremenda, para después contar con esos días. No tenemos aguinaldo, siendo que cumplimos las mismas tareas que los compañeros que están en planta”, cuenta. El 1° de mayo será también el día de todas estas personas que están lejos de gozar de las conquistas consagradas por las luchas obreras de siglos anteriores.

Fuente: Aire de Santa Fe

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