Informalidad y precariedad en el trabajo doméstico

A pesar de las legislaciones actuales, el trabajo doméstico es una labor que muchas veces permanece en la informalidad, sin aportes jubilatorios ni obra social. Además, el 80% de los casos es realizado por mujeres, lo que denota una desigualdad de género.

El trabajo doméstico es relevante en las sociedades modernas por su importancia cuantitativa y su contribución social y económica. Sin embargo, es un sector tradicionalmente excluido de los derechos laborales. Desde la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos, un grupo de investigadoras indagó sobre la situación del trabajo doméstico en Paraná y su relación con las desigualdades de género. Así, se entrevistó a distintas trabajadoras de entre 27 a 64 años, y a empleadores.

Algunas cifras

En un informe del Departamento de protección social de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se describe las características particulares del trabajo doméstico y las barreras que muchas veces dificultan su regulación y control. En primer lugar, hay una falta de reconocimiento legal de esta actividad, lo que genera que los ingresos sean irregulares y que las relaciones laborales no se establezcan mediante un contrato de trabajo. Además, se la suele desempeñar en un hogar privado lo que obstaculiza la inspección.

La OIT estimó que Asia y América Latina concentran el 68% del trabajo doméstico total.  A nivel mundial, el 90% está legalmente excluido de los sistemas de seguridad social. Y en cuanto a los salarios, las personas empleadas en este sector tienen ingresos que representan menos de la mitad del salario promedio del mercado y, en algunos casos, no supera el 20%.

Una labor de mujeres

No solo persisten desigualdades en términos económicos, también en términos de género. La OIT constató que la tarea doméstica es una actividad predominantemente realizada por mujeres, quienes representan el 80 % de la ocupación total en el sector. “Esta desvalorización del servicio doméstico como empleo, se encuentra arraigada en su tradición de tarea no remunerada a cargo de la mujer, en el ámbito doméstico y no inserta en el mercado de trabajo”, afirman las investigadoras.

Una de las trabajadoras domésticas de la ciudad de Paraná brinda su testimonio y contó que en una casa en la que trabajaba no le pagaban aportes (estaba en una situación de total informalidad) pero: “Ellos me iban haciendo una cajita de aportes en la casa. Cuando yo decidía dejar de trabajar ellos me entregaban el ahorro que hacían en su casa”. Otra trabajadora afirma: “Si ellos no me ponen en blanco, yo qué voy a hacer (…) Espero que algún día tenga suerte y alguno me ponga en blanco”.

Muchas veces las empleadas optan por no reclamar por temor a que eso afecte la relación laboral o incluso a perder el trabajo. Así, pueden llegar a transcurrir situaciones de abuso laboral en la privacidad de un hogar, en soledad, sin testigos y en silencio.

“Sos como de la familia”

Otro rasgo característico de este trabajo es que se basa en la confianza. El trabajo doméstico asalariado ocupa un lugar ambiguo entre el mundo público y privado, entre el mundo laboral y el familiar. Por lo general, no hay un contrato escrito y las condiciones laborales se pactan entre las partes a pesar de que existe una legislación que establece categorías y montos de remuneración (Ley 26.844).

Una de las trabajadoras mencionó que hubo un tiempo en el que su empleadora no le podía pagar lo que realmente correspondía, “pero era tal el cariño que teníamos, yo con el nene, que yo seguí cuidándolo a pesar de que ella no me podía pagar”. Las investigadoras concluyen que existe un discurso de “falsa familiaridad” que se sostiene, en muchos casos, con el objetivo de opacar la condición laboral y los derechos que la misma conlleva.

Como contracara, las trabajadoras coinciden en que una de las mayores ofensas es que pongan en duda su palabra y la acusación de hurto. Desde el relato de los empleadores se percibe que la empleada puede ser una amenaza o un riesgo en potencia, ya que en las entrevistas mencionaron relatos de “robos”,  “conflictos” y/o “juicios” que habían enfrentado algunos conocidos de su círculo. En la investigación se argumenta que existe una distancia de clases que sostiene esas miradas, “al tiempo que se enarbola la honestidad como virtud suprema, se pone en vigencia el prejuicio de la empleada como amenaza (a la propiedad privada)”.

En síntesis, el trabajo doméstico remunerado constituye un importante sector por su aporte a la economía y por ser una de las alternativas laborales a las que acceden muchas mujeres de sectores populares. No obstante, al mismo tiempo, se caracteriza por su precariedad e informalidad. Por lo tanto, los avances introducidos por la legislación nacional e internacional en materia de protecciones sociales parecerían no tener su correlato en las condiciones laborales.

Sobre la investigación

Protecciones sociales en el servicio doméstico es un proyecto de investigación de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Las autoras son: Gabriela Romero, Viviana Verbauwede, Melina Perbellini y María Victoria Taruselli. El trabajo opta por una estrategia metodológica de tipo cualitativa, en la cual se pone el énfasis en la visión de las y los actores y en el análisis de la situación actual de las protecciones y derechos laborales.

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