La tradicional festividad que se festeja en la mayoría de los rincones del planeta, tiene un trasfondo mucho más grande de lo pensado.
La Navidad se ha transformado, con el correr de los años, en una celebración tradicional en casi todo el mundo, trascendiendo en algunos casos incluso religiones y credos. Diego Viegas, antropólogo de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, investiga sobre la navidad y sus raíces, haciendo foco en las costumbres paganas y chamánicas que la revisten.
Esta festividad cuenta con un personaje icónico, que encarna la esencia de la festividad: Santa Claus o, como se lo conoce mayormente por estos pagos, Papá Noel. ¿De dónde surge este personaje? ¿Existió verdaderamente? ¿Cuántas versiones podemos encontrar?
En el Siglo XIII surgió en Francia una de las primeras personificaciones de la navidad: Père Noël, quien representaba todos los atributos y valores de la celebración. Además en el XV, hay documentación que demuestra la existencia de un “Father Christmas”, un personaje que provenía de las montañas y que representa, de alguna manera, la cuestión chamánica de no polarizar tan radicalmente el bien y el mal. “De hecho, el chamán accede al mundo superior e inframundo, y es parte de su oficio. Ya en el Siglo XVIII y XIX, en las ilustraciones del Father Christmas, se puede ver cómo castiga a los niños malos y premia a los buenos. No se establece una clara polarización cristiana”, explicó Viegas.
El personaje era caracterizado como un hombre salvaje, con barba y vestido con pieles de animales. “Esta representación del mundo natural, que representaba al espíritu del invierno, el solsticio y las plantas perennes, en algún punto de la historia se fue mezclando con San Nicolás, un santo cristiano del que se conoce muy poco de su biografía”.
Nicolás de Bari fue un obispo que vivió en el siglo IV y fue muy popular durante la Edad Media, al punto de ser protagonista de muchas leyendas en las que ayuda a los niños y niñas. “Se le atribuyen varios milagros y se comienza a mezclar con el recuerdo de las Saturnalias romanas y dioses solares”.
Las historias de San Nicolás se mezclaron con los mitos del dios nórdico Odín, que fue una figura clave en la celebración pagana de Yule en pleno invierno, para formar la base de la leyenda de Santa Claus.
Sin embargo, algunas de las antiguas tradiciones siguen existiendo y no se dejaron olvidar. “En el país Vasco, hasta el día de hoy, reciben los regalos de Olentzero, un ogro gigante que baja de las montañas y le deja carbón a los niños malos. Este es similar a la figura de Grýla, una ogra de Islandia que en Navidad toma un saco y baja a los pueblos en busca de niños que se hayan portado mal. Ambos, con el tiempo se los fue volviendo más bondadosos y también traen regalos, pero originalmente representaban lo negativo de esta época”.
En Cataluña, curiosamente, predomina la presencia del Tió de Nadal, que es una de las figuras navideñas más raras. En esencia es un gran tronco que se coloca en la casa, dándole de comer a partir del 8 de diciembre. “Llegada la Navidad, antaño se le prendía fuego y ahora solo se le dan golpes, para obligarle a defecar pequeños regalos y golosinas”, detalló el investigador.
En el caso de Estados Unidos, más precisamente en Nueva York, las primeras ilustraciones del Santa Claus moderno surgen en el siglo XIX. Esta ciudad tenía una gran colectividad de ciudadanos provenientes de lo que hoy se denomina Países Bajos, con una gran devoción por San Nicolás, patrono de esas tierras. “San Nicolás seguía con su ropa de obispo y no venía en trineo aún, sino en barco desde España, que representaba era para ellos una tierra muy lejana. En Nueva York se empieza a mezclar este San Nicolás con personajes del invierno europeo pagano, y son varios que empiezan a sintetizar como uno. En neerlandés se lo denomina como Sinterklaas, pero en Estados Unidos como no sabían nombrarlo bien, se deformó y de ahí proviene Santa Claus”.
Un dibujante norteamericano de origen alemán, retomando la tradición del Belznickel bávaro, un poema de Clement Moore y tradiciones holandesas y nórdicas, creó a grandes rasgos la esencia estética del personaje. “Fue él quien inventó que vive en el Polo Norte, que tiene de ayudantes duendes que fabrican regalos para los niños, y demás”.
Si bien fue Coca Cola la que a principios del siglo pasado se apropió fuertemente de su figura, volviéndolo un estereotipo comercial, no fue la primera marca en querer utilizarlo para tales fines. “En 1920 hubo un agua tónica que se convirtió en la primera en hacer una publicidad con el personaje. Coca Cola lo hace recién diez años después, y erróneamente se cree que fueron los que estandarizaron que el traje es rojo y blanco, en coincidencia con los colores históricos de esta gaseosa. En 1840 ya había ilustraciones con ropas de ese color, por lo que es anterior a este uso comercial. En realidad, en Europa durante el siglo XIX mayoritariamente se vestía de azul o marrón y el Père Noël de blanco, a causa de la nieve. Otro color importante es el verde, porque históricamente la figura inglesa vestía de esa tonalidad”.
En la actualidad, Papá Noel o Santa Claus, es un personaje central de la Navidad. No sólo es una historia que se le cuenta a los más chicos, sino que existe una industria comercial detrás que lo ratifica como el protagonista de esta festividad: comerciales, películas, animaciones, decoraciones, etc.
Su abrigado traje rojo y blanco, su larga barba y pelo canoso, su aspecto físico, el trineo tirado por renos, no están sujetos a discusión, a pesar de que muchas veces no coincide con la cultura de los países que se encuentran en verano en épocas navideñas. Hoy por hoy, es una construcción del capitalismo moderno que trasciende fronteras que “reviste de magia” cada Navidad.
El origen de la festividad
Durante los primeros años del catolicismo, el nacimiento de Jesús no era uno de los eventos importantes, sino que la resurrección del mismo se llevaba todas las miradas. “Incluso, se fijaron diferentes fechas de nacimiento. En el Siglo III empezó a tomar más importancia este hecho y comenzaron las especulaciones de cuándo había nacido. El 25 de marzo,10 de enero, 20 de mayo fueron solamente algunas de las tantas fechas propuestas. Hasta que el Papa Liberio decretó el nacimiento de Jesús el día 25 de diciembre, en el año 354”, resaltó el investigador.
Esta fecha coincide con el solsticio de invierno en el hemisferio norte, una celebración tomada por muchas culturas y celebrada desde hace más de cuatro mil años. “La fecha era la más improbable de las que se barajaban en cuanto al nacimiento, según lo que aparece en la biblia. Evidentemente hubo una decisión política, ya que al no poder eliminar del calendario una de las festividades con raíces tan profundas y ancestrales en Europa, se decidió tomarlo como propio por parte de la Iglesia Católica”.
Durante ese día, en el hemisferio norte, “la luz le empieza a ganar a la oscuridad”, y a partir de ahí, se celebra el nacimiento del sol. “Cada día va aumentando la cantidad de luz solar que hay en el día, y por eso es tan importante”.
Un dicho popular reza “si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él”, y eso es justamente lo que hizo la Iglesia Católica. Las Saturnales, eran unas importantes festividades romanas, dónde se producía el intercambio de regalos y un ambiente de carnaval en el que se llamaba una relajación de las normas sociales. Estas, continuaban siendo celebradas por la mayoría de los habitantes, lo que generó que la Iglesia tuviera que construir un plan de acción en torno a estas celebraciones inminentes. “Primero lo combatieron, pero luego increíblemente durante la Edad Media hubo misas paródicas, que eran bufonescas y juglarescas, donde los propios sacerdotes se disfrazaban. Afuera el pueblo seguía con las mismas costumbres de las Saturnales, algo que no pudo desterrar la Iglesia”.
En los territorios germánicos, el 25 de diciembre se conmemoraban las fiestas de Yule, una festividad más parecida a Halloween. “Odín, el dios de la guerra nórdico, venía con su ejército fantasma en una especie de caza salvaje. Estaba montado en un caballo de ocho patas, y podría ser la lejana inspiración del Santa Claus norteaméricano, que vuela al igual que Odín, pero con renos en lugar de un caballo”.
Otro aspecto que perdura hasta nuestros días corresponde con el árbol de navidad, el cual tiene una fuerte conexión con las raíces chamánicas. “El pino, el abeto, el alerce, entre otros, son los típicos árboles de la navidad que no dejan de ser un Axis Mundi, o sea, un eje del mundo chámanico. En Estados Unidos hay una gran industria forestal, donde los ejemplares son colocados dentro de las casas, como se hacía en un principio en Alemania. Además, los 12 días de la Navidad, como herencia de costumbres germánicas, surgen de una época en la que se hacían sahumadas en establos y casas para ahuyentar a los malos espíritus. Por otro lado, el acebo y las coronas de muérdagos, tan comunes de esta época, tienen su origen en los pueblos célticos”.
Periodista: Gonzalo J. García
Fuente: Universidad Nacional de Rosario