Un dato que ilustra la inequidad en el sistema científico-tecnológico mundial es que sólo el 3% de los premios Nobel en ciencias han sido otorgados a mujeres. Las brechas de género reducen las posibilidades de innovación y de nuevas miradas en ciencia.
El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia fue establecido en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas con el fin de fomentar el acceso y la participación equitativa y plena de las mujeres y niñas en la ciencia. ¿Por qué surge como necesario instituir una conmemoración? Un dato que ilustra la inequidad en el sistema científico-tecnológico mundial es que sólo el 3% de los premios Nobel en ciencias han sido otorgados a mujeres desde su primera entrega en 1901, aunque es cierto que en los últimos años el número de mujeres premiadas tiende a crecer.
Otros datos que contextualizan las desigualdades es que, de acuerdo con UNESCO, en el mundo las mujeres representan solo el 35% de quienes cursan estudios de enseñanza superior en STEM (por sus siglas en inglés es el acrónimo de los términos Science, Technology, Engineering and Mathematics), es decir, en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Además, las mujeres representan menos del 30% de los investigadores científicos, por lo que las brechas de género reducen las posibilidades de innovación y de nuevas perspectivas para abordar los desafíos actuales y futuros.
América Latina y el Caribe es una de las dos regiones que han alcanzado la paridad en la proporción de hombres y mujeres investigadores (aquí el 45% del total de investigadores son mujeres). Sin embargo, ellas aún se encuentran subrepresentadas en los niveles más altos de las carreras profesionales y continúan siendo una minoría en muchos campos de las STEM, en casi todos los países de la región. (Fuente ONU Mujeres). Asia Central, con 48,2% representa la otra región del mundo que ha conseguido la paridad de género en investigadores.
Relatos de la desigualdad
“A veces cuando era pequeña soñaba con ser un hombre, y realizaba muchas aventuras. ¿Por qué? Debido a que quería hacer cosas que los hombres podían hacer y las mujeres no. Como ir a África y vivir con animales. Eso era lo que siempre había soñado”, expresa Jane Goodall, primatóloga, en un documental sobre su vida producido por la National Geographic.
Agostina Mileo, en “Que la ciencia te acompañe (a luchar por tus derechos)”, 2019, hace referencia a un capítulo de la serie “Los Simpson” en el que Lisa compra la versión parlante de Stacy Malibú, su muñeca favorita y simula una asamblea general de Naciones Unidas con el resto de sus muñecas “¡Cómo me gusta ir de compras!”, dice Mileo que dijo Malibú. “Con la cara arrugada por la angustia, Lisa la levantó “Por favor, baby, esperé toda mi vida para oírte hablar, ¿no tenés algo importante que decir?”. “No me preguntes, solo soy una chica”, contestó la muñeca rubia, en uno de los gags más famosos de la serie”, comenta Mileo.
Estos testimonios provenientes de la ficción y de la realidad dan cuenta de una situación injusta, de desigualdad de género, cuestión que persiste cuando se trata del universo de la ciencia y la tecnología. En este marco, y en el día de la Mujer y la Niña en la Ciencia se dialogó con mujeres científicas de la UNL y con sus hijas para que den cuenta de la importancia de transmitir un legado.
Habilitar la palabra
“Quiero que mis hijas hagan lo que las hace feliz, que sigan su vocación”, sostuvo Ana Paula García, quien es licenciada en Ciencias Biológicas (UBA) y Doctora por la Universidad Complutense de Madrid. Es investigadora en el Instituto de Salud y Ambiente del Litoral (ISAL-UNL-CONICET), donde estudia los efectos de la alteración del sueño sobre el control central de la ingesta y búsqueda de alimento del pez cebra y el rol de las orexinas.
“Lo más importante es lograr que las niñas desde la infancia, tanto en la escuela como en el hogar valoren su palabra, es decir, que sepan que su pensamiento es igual de válido que el de cualquier otra persona y, al mismo tiempo, que las mujeres puedan alzar su voz y expresar lo que sienten y piensan”, destaca García.
“Me gustaría cuando sea grande ser jugadora de fútbol, cantante, científica y youtuber”, dijo Fiorella (7), hija de Ana Paula García y hermana gemela de Hana, quien también sostuvo que desea “ser científica como mi mamá, ir al laboratorio en la Ciudad Universitaria porque en su escritorio tiene muchos papeles”. Ambas nombran a Ana Paula, su mamá, cuando se les pide que mencionen una científica: “Mi mamá estudia cómo dormir ayuda a los cerebros a mantenerse vivos”, expresó Fiorella y Hana indicó que “la ciencia es una aventura hermosa hacia lo desconocido”.
Legado UNL
¿Cuál es el rol de las mujeres en la ciencia? Andrea Racca, egresada UNL y docente-investigadora UNL-CONICET sostiene: “La reparación histórica está en curso, pero falta mucho camino por recorrer todavía” y agrega: “Cuando comencé mi carrera universitaria ya era marcado mi deseo de estudiar, de hacer preguntas permanentes sobre lo que sucede, situación que me movilizó a buscar espacios donde uno pueda desarrollar esa pasión y en la universidad pública encontré un ámbito que me brindó muchas herramientas para el desarrollo de mi vida profesional y, al mismo tiempo, personal”.
Lucía (12), hija de Andrea, si bien no tiene decidido a qué se quiere dedicar en el futuro, sabe que le encanta la matemática y las ciencias naturales: “Me gustaría trabajar en ciencia, a lo mejor ser bioquímica como mi mamá”, expresa. A lo cual Andrea responde: “Si a ella le gusta y lo desea, entonces: sí. Ante todo debe ser una pasión”.
“A lo largo de la historia, culturalmente a la mujer se le han asignado roles relacionados al cuidado de las personas, vinculados a tareas domésticas, desde niñas entreteniéndose con juegos establecidos para ellas; situación que ha naturalizado que los hombres realicen otras tareas, ocupaciones y tienden a acceder a lugares de mayor jerarquía en la ciencia y en otros ámbitos de la vida social”, concluye Racca.
Fuente: Universidad Nacional del Litoral