Murciélagos, claves para el equilibrio ambiental

Un equipo de investigación de la UNNOBA realiza la identificación de murciélagos insectívoros. El trabajo es pionero en la región.

Los murciélagos, mamíferos voladores, se han ganado muy mala fama a lo largo de la historia. Su naturaleza nocturna y su aspecto los han encasillado como seres aterradores.

Su figura de máquina voladora del Renacimiento, su negro e impreciso color, su penetrante y agrio chillar e incluso su extraña forma de dormir, son elementos suficientes para que en su entorno se levantara la fábula del pavor y el artilugio del espanto.

Para la mayoría de las personas estos animales evocan historias de casas encantadas, cementerios y vampiros sedientos de sangre. Pero las verdades son tan fascinantes como los mitos de los que se ven rodeados. Los murciélagos, lejos de ser los monstruos de las leyendas populares, tienen una importancia capital para la vida de nuestro Planeta. Estos animalitos, también conocidos como quirópteros, son fundamentales para el equilibrio de nuestro hábitat.

“Los murciélagos cumplen un rol fundamental en la conservación de los ecosistemas de donde habitan y eso es debido a su diversidad de hábitos alimenticios”. Con esta afirmación, Diana Acosta, doctora en ciencias veterinarias, derriba cualquier mito y pone en valor la preservación de la especie.

La doctora Acosta se desempeña en el CeBio (Centro de Bioinvestigaciones), donde desarrolla su tesis posdoctoral, dirigida por la doctora Mónica Díaz (investigadora del CONICET y una los grandes referentes sobre el estudio de murciélagos de todo el país) y el doctor Mariano Merino (docente de la UNNOBA e investigador de la Comisión de Investigaciones Científicas). Acosta, además, es docente de las materias Genética de Población y Evolución en la UNNOBA.

“Los murciélagos consumen insectos y pueden funcionar como controladores biológicos de plagas, ayudando a preservar los cultivos. Por ejemplo, en la planta de maíz, la mantiene, hasta cierto punto, libre de plagas. También participan activamente en la dispersión de semillas y en la polinización de ciertas especies vegetales. No debemos verlos ajenos a nuestra vida”, señala Acosta, quien actualmente se encuentra, junto a su equipo, en la búsqueda e identificación de diferentes especies: “Es fundamental detectar las especies que se encuentran en cada región y conservarlos en dicho ambiente. Si nosotros identificamos y conservamos a las especies que habitan en el noroeste de Buenos Aires, se podría reducir muchísimo el consumo, por ejemplo, de agroquímicos, que es otra de las grandes problemáticas que hay en esta región”.

En la búsqueda de nueva especie

El interés de la investigadora por los murciélagos se inició en su tesis de grado, dentro de la Licenciatura en Genética, de la UNNOBA, en la que comenzó a estudiar las distintas especies. Actualmente, identifica especies dentro del género Molossus (murciélago mastín común), de la familia Molosisdae, que se encuentra en América, desde Argentina hasta Cuba y México, y en los Cayos de Florida, en Estados Unidos.

“Llevamos a cabo la identificación taxonómica de esta especie, dado que tiene una amplia distribución a lo largo de América y muestra considerable variación, lo que dificulta la identificación precisa de la misma”, relata la investigadora y explica de qué se trata reescribir la especie: “Hay mucha variación morfológica. La clasificación taxonómica clásica, por así decirlo, se basa en caracteres morfológicos en donde se dice: esta especie tiene tales rasgos morfológicos, medidas de cráneo, coloración del pelo, tamaños de brazos, etc. El tema es que este género presenta gran diversidad morfológica a lo largo de toda su distribución geográfica. Con el avenimiento de las técnicas moleculares se empezaron a hacer algunos estudios y vieron que muchas de las especies que se consideraban como una única especie, con estas técnicas no lo eran. Eso fue como un puntapié para empezar a reescribir las especies que ya están conocidas como tales. La investigación actual es trabajar con este género y validar si las especies que están reconocidas, particularmente en Argentina, son esas o existen nuevas”.

En Argentina existen actualmente cuatro especies identificadas, de las cuales dos de ellas están en nuestra región y en los ambientes urbanos, como en nuestras ciudades. Agarrados de la ventana, de los taparollos o volando en las plazas, son los que solemos ver y tanta aversión nos causan.

“Identificar nuevas especies constituye un gran logro, no solamente a nivel profesional, sino por la biodiversidad. Es fundamental poder determinar y conocer todas las especies que tiene nuestro país para llevar medidas de conservación. Porque también, algo no menor, es que los murciélagos son un grupo de mamíferos muy vulnerados. Es un grupo en donde está muy poco estudiado y, por ende, las medidas de conservación son casi nulas. Es fundamental poder fomentar la identificación de especies para después detectar su grado de vulnerabilidad, conocer si están en peligro de extinción y poder llevar a cabo planes de manejo que las conserven”, manifiesta la científica.

La falta de carisma de este mamífero volador hace que se tienda a repeler la presencia y a que no importe si se elimina a la especie específica. El Programa de Conservación de los Murciélagos de Argentina (PCMA) es una Fundación integrada por investigadores, estudiantes y miembros de la comunidad interesados en conocer y conservar a los murciélagos de Argentina. Asimismo, forma parte y ha impulsado la creación de la Red Latinoamericana y del Caribe para la Conservación de los Murciélagos (RELCOM), que hoy incluye 23 programas de conservación en 25 países de América Latina y el Caribe. La misión de RELCOM es garantizar la persistencia de especies y poblaciones saludables y viables de murciélagos en la región y lograr que en todos los países se conozca y aprecie su importancia. (Ver más: http://pcma.com.ar/).

Diana Acosta también es contundente con esta línea: “Es absolutamente necesario informar para qué están en nuestro ecosistema, por qué son tan importantes y por qué es tan significativo conservarlos. Hay un montón de medidas que podemos tomar para sacarlos de nuestras casas que no sea matándolos, como, por ejemplo, la colocación de redes que se colocan fuera de las ventanas”.

Acosta realiza la identificación de especies de murciélagos insectívoros que habitan en el noroeste de Buenos Aires. La investigación, pionera en nuestra región, se realiza en conjunto con biólogos de otras partes del país.

Pasión por los murciélagos

La especie que estudia Acosta, generalmente, tiene hábitos urbanos. Se pueden encontrar en casas, techos, debajo de puentes o arriba de los árboles. Sus integrantes viven en colonias de hasta cientos de individuos, en grupos familiares estables a lo largo de los años, o bien, en soledad.

Normalmente, tienen una sola cría por hembra al año, pero en el trópico es común que algunas especies tengan dos períodos reproductivos. Después de un período de gestación variable, la hembra tiene la cría en el refugio y, en cuanto sale, se cuelga de su pezón y allí permanece alrededor de dos meses, lactando, aunque en el último período es más independiente, realizando vuelos cortos y empezando a comer alimentos. Las hembras los cargan hasta las áreas de alimentación y mientras comen les dejan en alguna rama segura.

Los murciélagos son animales de hábitos nocturnos y vista poco desarrollada. La mayoría de las especies en este orden son capaces de emitir sonidos de muy alta frecuencia y de recibir sus ecos, cuando estos chocan contra los objetos. Gracias a este sofisticado mecanismo, conocido como ecolocalización, son capaces de volar y encontrar su alimento en la mayor oscuridad.

¿Qué fue lo que sedujo a la científica de estos mamíferos, catalogados como “príncipes de las tinieblas”? “Lo primero que a mí me sorprendió fue la capacidad evolutiva que tuvo la especie, partiendo, por ejemplo, de que es el único mamífero volador. Que sus alas son nuestras manos. Desde los orígenes evolutivos, me parece que es maravilloso y luego, si hablamos de las particularidades de cada especie, todas las adaptaciones que tienen, como los distintos tipos alimenticios. En definitiva, a mí me gusta mucho la evolución y los murciélagos son eso ‘pura evolución’”, manifiesta Acosta y agrega: “Es otro mundo, es otro universo”.

“Quiero destacar, además, que cumplen un rol fundamental en el control de plagas de insectos, sin generar daños al ambiente. Por ejemplo, eliminan los mosquitos, que muchas veces son portadores del dengue, chikungunya y otras enfermedades. De hecho, generalmente en las plazas, ¿viste en pleno verano que es una locura de bichos alrededor de las luces, las chicharritas y otros insectos más? Ellos van y se los comen. Para mí, la clave es la divulgación de los beneficios ecosistémicos que tienen, respetando y aceptando que no a todo el mundo les gustan, pero fomentando que no los maten”, añade la investigadora.

Murciélagos y rabia

Como la mayoría de los animales silvestres, los murciélagos transmiten varias enfermedades, entre ellas, la rabia. Sobre este tema particular, la investigadora aconseja: “La primera cuestión a tener en cuenta es que si se ve un murciélago que está tirado en el piso, vivo, es muy probable que tenga rabia. ¿Por qué te digo esto? Porque los murciélagos que tienen rabia pierden la capacidad de volar. Entonces, generalmente se caen. Mi consejo a toda la comunidad es que cada vez que vean un murciélago en el piso no lo toquen o llamen al área de zoonosis para que los retire. El murciélago no nos contagia la rabia, sino que se la contagia o otro animal, sobre todo doméstico. Son esos animales domésticos los que nos transmiten a nosotros las enfermedades. Por eso, es fundamental también vacunar anualmente a nuestras mascotas, que es obligatorio y gratuito”.

La educación pública como estandarte

Durante toda la entrevista Diana hizo referencia a su formación, su lugar de trabajo y su defensa hacia la educación pública: “Toda mi formación fue pública, sino no hubiera podido estar donde estoy. Mis inicios fueron en la Escuela Primaria N°62, en mi barrio Villa Progreso, una escuelita humilde donde me enseñaron muchos valores. Luego fui a la Escuela Agrotécnica, un lugar donde también aprendí de ética y valores, y particularmente me dio la pasión por toda la parte natural. De allí salió mi vocación. Luego comencé en la UNNOBA la Licenciatura en Genética. Esta Universidad me otorgó muchas herramientas tanto profesionales como personales. Mi doctorado lo realicé mediante una beca del CONICET, en la Universidad Nacional de Rosario. Estoy muy agradecida a todo el sistema público por formarme y por darme la posibilidad de estar donde estoy porque si no, no hubiera podido. Ahora estoy devolviendo lo que me dieron, dando clases, publicando y transmitiendo conocimiento y ciencia donde sea necesario.”

Fuente: Universidad Nacional del Noreste de la Provincia de Buenos Aires

Related posts

Las huellas del pasado

Las características singulares de los vinos malbec argentinos

Como evitar la sarcopenia en la adultes