¿Cómo fue el impacto del meteorito que impulsó la vida hace más de 3.000 millones de años?

Un estudio revela que las bacterias no solo se recuperaron rápidamente tras el catastrófico evento, sino que prosperaron aprovechando los recursos minerales que dejó la roca espacial

Hubo una época en que la Tierra era un blanco fácil. Los meteoritos la golpeaban de forma recurrente, alterando con violencia su superficie. Hace 3.260 millones de años, una gigantesca roca espacial más grande que cuatro montes Everest —y hasta 200 veces mayor que la que extinguió a los dinosaurios— se estrelló contra nuestro planeta y dejó una huella tan monumental que los científicos son capaces de rastrearla hasta el día de hoy. Pero no logró acabar con la vida, que estaba empezando a despertar en forma de seres unicelulares. Todo lo contrario, la fortaleció, según un nuevo estudio.

La investigación, publicada este lunes en la revista científica PNASesboza algunas de las consecuencias que ese meteorito —de entre 30 y 60 kilómetros de diámetro, y bautizado S2— tuvo para la dinámica planetaria. La autora principal del estudio es Nadja Drabon, geóloga de la Tierra primitiva en la Universidad de Harvard (EE UU), quien siguió el rastro del meteorito hasta el cinturón de rocas verdes de Barberton, en Sudáfrica. Drabon explica que “solo hay unos pocos lugares en el mundo donde tenemos rocas tan antiguas. Esto se debe a que la tectónica de placas destruye constantemente la corteza terrestre. Barberton es uno de esos pocos lugares que quedan, y las rocas están notablemente bien preservadas”.Más información

Los primeros indicios del impacto se encontraron en forma de esférulas del tamaño de granos de arena. Cuando ocurren golpazos tan imponentes, los meteoritos y parte de la Tierra se evaporan. Esta nube de vapor de roca da la vuelta al mundo y se forman esas partículas esféricas. Los investigadores encontraron una capa similar asociada con el impacto que extinguió a los dinosaurios, pero esa capa tiene menos de un centímetro de espesor, mientras que la del S2 tiene más de 15 centímetros.

El impacto de aquel gigantesco meteorito desencadenó un tsunami que removió el océano y arrastró escombros de los fondos marinos hacia las zonas costeras. El calor del choque provocó que la capa superior del mar se evaporara y, por consecuencia, la atmósfera se calentó. Una espesa nube de polvo lo cubrió todo, oscureciendo el planeta y deteniendo cualquier actividad fotosintética que estuviera ocurriendo.

En principio, la idea de un impacto meteórico tan potente puede sugerir que la Tierra entera quedó arrasada y la vida se redujo a cenizas. Pero, en realidad, fue un impulso, según apunta Drabon. “Hasta hace poco, se pensaba que los impactos eran desastrosos para la evolución. Sin embargo, esta forma de pensar está cambiando y ahora se cree que la vida no solo era resistente, sino que pudo haberse beneficiado de eventos tan violentos”.

Una bomba fertilizante

El análisis de los investigadores revela que la vida bacteriana se recuperó rápidamente, lo que provocó un aumento brusco de las poblaciones de organismos unicelulares. Hasta las bacterias necesitan alimentarse, y el meteorito les cocinó una receta perfecta. Es probable, detalla el artículo, que el tsunami producido por el golpe arrastrara hacia aguas pocos profundas el hierro alojado en las profundidades del océano, y que tanto la propia roca espacial como el aumento de la erosión del suelo sumaran fósforo a la superficie terrestre.

Los científicos no dudan de que el meteorito probablemente tuvo un efecto negativo inicial en cualquier forma de vida que habitara en tierra o en aguas poco profundas. Pero después de ese primer golpe, la vida se recuperó rápidamente. Drabon lo detalla: “Antes del impacto, los océanos primitivos de la Tierra probablemente eran desiertos biológicos debido a la falta de nutrientes y donantes de electrones como el hierro. El choque liberó nutrientes esenciales a escala global”.

De hecho, uno de los estudiantes que participó de las investigaciones de campo calificó al meteorito como “una bomba fertilizante”. Lo que el estudio pone de relieve, según su autora principal, es que esta violencia habría tenido beneficios para la vida, que estaba en sus inicios “Permitió que floreciera”, sostiene Drabon.

Fuente: El Pais

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