Hepatitis viral: tipos, vías de transmisión y prevención

Es una enfermedad silenciosa que puede pasar desapercibida, pero con consecuencias graves si no se detecta a tiempo. En 2025 ya se registraron 69 casos en Argentina.

La hepatitis es una inflamación del hígado que puede ser causada por virus, medicamentos, alcohol, enfermedades autoinmunes, metabólicas o hereditarias. Marcela Sixto, médica hepatóloga, explicó las diferencias entre los tipos A, B, C, D y E, cómo se contagian, cuáles se pueden prevenir con vacunas y por qué es clave hacerse un análisis al menos una vez en la vida.

Muchas personas conviven con el virus de la hepatitis sin saberlo. Se trata de una enfermedad que, en la mayoría de los casos, no presenta síntomas y que puede permanecer silenciosa durante años hasta que el daño hepático es avanzado.

¿Qué es la hepatitis y cuántos tipos existen?

La hepatitis es una inflamación del hígado que puede deberse a múltiples causas. Según Sixto, “puede estar provocada por virus, toxinas como el alcohol, medicamentos o drogas, enfermedades metabólicas como el hígado graso, factores autoinmunes o hereditarios”.La hepatitis es una inflamación del hígado

En el caso de las hepatitis virales, existen cinco tipos principales: A, B, C, D y E. Cada una se diferencia por su forma de contagio, la duración de la enfermedad, la posibilidad de convertirse en crónica y las formas de prevención disponibles.

Las hepatitis A y E se transmiten principalmente por vía fecal-oral, es decir, al consumir agua o alimentos contaminados. En cambio, las hepatitis B, C y D se contagian por contacto con sangre o fluidos corporales.

Esto incluye relaciones sexuales sin protección, el uso compartido de agujas, inyecciones inseguras, tatuajes o piercings con material no esterilizado, y también la transmisión de madre a hijo durante el embarazo (en el caso del virus B).

Una diferencia clave entre estos virus es su evolución. Mientras que las hepatitis A y E son autolimitadas —es decir, el organismo las elimina por sí solo sin que se cronifiquen—, los virus B, C y D pueden permanecer en el cuerpo durante años si no se tratan, provocando hepatitis crónica, cirrosis o incluso cáncer de hígado.

Pero, existen vacunas para prevenir la hepatitis A y B. En el caso de la hepatitis A, se aplica una sola dosis a partir del año de vida y está incluida en el calendario nacional desde 2005.

La vacuna contra la hepatitis B se aplica en tres dosis, también es gratuita y no presenta contraindicaciones. Si alguien comenzó el esquema y no lo terminó, no es necesario reiniciarlo, sino simplemente completarlo.

Cuál es la hepatitis más común en el país

“La hepatitis más común en Argentina es la hepatitis A”, afirmó la profesional. En los últimos tiempos se registró un aumento de casos, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes no vacunados. Si bien la mayoría de los jovenes cursa de forma leve y sin síntomas, en personas mayores puede presentarse con mayor agresividad.

En casos muy poco frecuentes, la hepatitis A puede evolucionar hacia una insuficiencia hepática aguda o fulminante, que requiere un trasplante hepático urgente. Por eso es fundamental aplicar la vacuna a los niños al cumplir un año y mantener las medidas básicas de higiene, como el lavado frecuente de manos y la correcta manipulación de alimentos.

Las hepatitis B y C, por su parte, no se transmiten por el agua o los alimentos, sino por contacto directo con sangre o fluidos. Por eso se recomienda el uso de preservativo en relaciones sexuales, evitar compartir elementos corto-punzantes, asegurarse de que las inyecciones y los procedimientos como tatuajes o piercings se hagan con material descartable, y testearse al menos una vez en la vida.

Un dato preocupante es que el virus de la hepatitis B es 100 veces más contagioso que el VIH por vía sexual. Además, puede transmitirse de madre a hijo durante el embarazo, lo que refuerza la importancia de los controles prenatales.

En cuanto al virus C, su principal vía de contagio es la sangre. Aunque es menos frecuente la transmisión sexual, también puede ocurrir. “Es fundamental saber que la hepatitis C no tiene vacuna, por eso el testeo es clave para detectarla y tratarla a tiempo”, indicó la especialista.

Síntomas, diagnóstico y tratamiento

Sixto enfatizó que muchas personas pueden tener hepatitis y no saberlo. “En la mayoría de los casos, la enfermedad no presenta síntomas. Por eso recomendamos realizar un análisis de sangre específico al menos una vez en la vida”, señaló.

Esto es especialmente importante en personas que recibieron transfusiones antes de 1990, que se hicieron tatuajes o acupuntura, o que comparten jeringas o elementos punzantes.

Cuando hay síntomas, estos pueden ser inespecíficos: fatiga, náuseas, dolor abdominal, pérdida de peso, orina oscura, heces claras o ictericia (color amarillento de piel y ojos). Sin embargo, como muchas veces no hay signos visibles, se la considera un “enemigo silencioso”.

En cuanto al tratamiento, la hepatitis C se puede curar completamente con antivirales que se administran por vía oral durante 8 a 12 semanas. La hepatitis B, en cambio, no se cura pero sí se controla: con tratamiento se puede evitar que progrese a etapas graves como la cirrosis o el cáncer de hígado.

Ambos tratamientos están disponibles de forma gratuita a través del Programa Nacional de Hepatitis Virales, incluso para personas sin cobertura médica.

Fuente: EL LITORAL

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