Karen Márquez y Federico Serrano transformaron una ocurrencia en una invención inédita: una yerba mate proteica que mantiene intacto el sabor de siempre.
Por esas cosas que pasan cuando se mezclan la rutina y el humor, una tarde cualquiera en un gimnasio de Presidente Roca, Santa Fe, cambió el rumbo de dos vidas.
“Un alumno le dijo a Fede, en chiste: ‘Agregale proteína al mate’. Nos reímos, pero nos quedó picando la idea”, cuenta Karen Márquez, una de las creadoras de Promate, el primer proyecto argentino que busca desarrollar yerba mate con aporte nutricional sin alterar su sabor, aroma ni color.
Ella y su pareja, Federico Serrano, no vienen de la industria alimentaria ni de la biotecnología. Son empleados, llevan adelante un gimnasio familiar y —hasta ese momento— jamás habían pensado en meterse en un laboratorio. Pero la curiosidad pudo más. “Fuimos al súper, leímos etiquetas, buscamos en internet. Y descubrimos que la yerba casi no tiene proteínas. Ahí dijimos: ¿por qué no?”, recuerda Karen.
Una idea loca, una fórmula inédita
Lo que siguió fue una historia de prueba y error, mezcla casera de proteína con yerba, consultas a especialistas y, finalmente, la entrada a terreno técnico: la tecnología de lecho fluidizado, común en la industria farmacéutica, pero nunca usada sobre yerba mate.
“Nuestro desafío fue lograr que el agregado de proteína sea invisible al consumidor. Que el mate siga siendo mate. Ese fue el punto clave, y por eso llevamos dos años trabajando”, explica Karen, con entusiasmo palpable.
Con la ayuda de un equipo interdisciplinario y el asesoramiento de profesionales en propiedad intelectual, el proyecto ya cuenta con una patente de invención presentada en Argentina y en el exterior, algo que posiciona al emprendimiento como pionero mundial.
Nada cambió, salvo todo
A diferencia de otras bebidas funcionales derivadas del mate, Promate no modifica el ritual del mate tradicional. No es una infusión nueva, ni un polvo, ni un extracto. Es yerba mate, tal cual la conocemos, con un aporte proteico incorporado directamente en la hoja y el palo.
La dosis de proteína varía según el tipo: suave, intermedia o fuerte, con una fórmula escalonada que llega hasta los 11 gramos cada 50 gramos de yerba.
“Queríamos que nadie note la diferencia, pero que el beneficio esté ahí. Y lo logramos”, dice con orgullo.
La revolución yerbatera empieza en un pueblo chico
Desde su gimnasio en Presidente Roca, Karen y Federico hoy sueñan en grande. Están buscando aliados estratégicos para crear la primera planta de producción de yerba proteinizada del mundo, y ya tuvieron conversaciones con laboratorios y empresas del sector. Tienen una inversora interesada, están evaluando plantas yerbateras en desuso y avanzan con la ronda de inversión para escalar la tecnología.
“No venimos del rubro, así que cada paso lo aprendimos haciéndolo. Pero eso también nos permitió pensar distinto, sin prejuicios”, cuenta Karen, que además celebra la repercusión positiva que tuvo el proyecto en redes y medios: “Queremos que la gente conozca esta historia desde el principio y vea cómo algo tan nuestro puede evolucionar sin perder su esencia”.
Hoy, Promate está en la recta final de sus validaciones técnicas. No hay fecha de salida al mercado, pero sí una visión clara: “Vamos a seguir hasta que el primer paquete esté en las manos de alguien cebando un mate. Ese día va a valer todo el esfuerzo”.
Fuente: AIRE de Santa Fe