Hasta cinco millones de muertes al año podrían evitarse si la población mundial, sea cual sea su edad y capacidades, fuera más activa.
Desde el Programa UNER Saludable, perteneciente al Área Capacitación y Desarrollo de la Secretaría General, se llevan adelante diversas actividades. Uno de sus ejes busca conformar entornos laborales que promuevan estilos de vida saludables para prevenir enfermedades crónicas, que son la principal causa de mortalidad, morbilidad y discapacidad. En este sentido, Gabriel Barrientos, cardiólogo y docente en la Facultad de Ciencias de la Salud, destacó la importancia de adquirir hábitos para prevenir patologías cardíacas.
En diálogo con UNER Medios el profesional remarcó especialmente que la actividad física es indispensable para todo el aparato cardiovascular, desde lo metabólico, neurológico y articular. El organismo de la persona recibe muchos beneficios; dado que participa en la normalización de la presión arterial, ayuda a bajar de peso, desintoxica. Para lograrlo, lo ideal es realizar 300 minutos semanales de deportes -básquet, fútbol, tenis, etcétera-; o práctica aeróbica -caminar, trotar-, siempre de manera recreativa y no competitiva. “Dentro de los hábitos saludables -agrega Barrientos-, se debe sumar la buena alimentación; consumir comidas caseras y no procesadas, disminuir el uso de sal y condimentos. Y aquí no hablamos solo de los adultos, dado que las prácticas deben comenzar en la niñez”, aclaró.
Consultado sobre cómo repercuten estas costumbres en la faz clínica, Barrientos -quien además es director en la Secretaría de Salud de la Municipalidad en Concepción del Uruguay-, detalló que “la premisa consiste en no envejecer las arterias, dado que con el pasar de los años se va perdiendo la elastina, que es la proteína principal de las fibras elásticas de las arterias, las venas, la piel y otros órganos. Representa el 40% del peso seco de la aorta y confiere la propiedad de elasticidad a los órganos que la contienen. A los 30 años se pierde el 30% de elastina en las arterias, y este valor se puede acelerar en pacientes que no tienen hábitos saludables, por el contrario fuman, presentan sobrepeso y no realizan actividad física”, argumentó.
Respecto a factores que afectan el corazón, señaló: “La ansiedad permanente repercute o termina afectando, y mucho, el funcionamiento cardiológico. El estrés es un factor de riesgo muy importante y la personalidad tiene mucho que ver, especialmente las de tipo A que tienen como perfil ser competitivas y perfeccionistas, factores que les juegan en contra. En tal sentido la recomendación es canalizar con actividad física ese nivel de ansiedad, teniendo en cuenta que la misma se potencia cuando a ello se le suma el tabaquismo o una mala alimentación”. En este sentido, “los análisis clínicos y cardiológicos periódicos son fundamentales”, recomendó.
También se refirió a la Hipertensión Arterial (HTA), que definió como “una enfermedad crónica que por lo general no da síntomas durante mucho tiempo, pero si no es tratada genera alteraciones funcionales y estructurales de los órganos como corazón, riñón, encéfalo, vasos sanguíneos y desequilibrios metabólicos. Esto aumenta el riesgo para problemas cardiovasculares”.
En las sociedades del mundo occidental la tensión arterial (TA) aumentó considerablemente en las últimas cuatro décadas, y ese crecimiento tuvo impacto directo por el cambio de perfil que han sufrido en relación al estilo de vida. Consultado por los Accidentes Cerebro Vasculares (ACV), el profesional indicó que “es una enfermedad grave. No disponemos de registros nacionales o provinciales; no obstante desde la Organización Mundial de la Salud hay estadísticas que informan sobre quince millones de casos que se producen al año en el mundo. Cinco millones tienen desenlace fatal, otros cinco millones quedan con secuelas y el resto continúa en tratamiento. El Accidente Cerebro Vascular es una enfermedad neurológica y hay dos tipos, isquémico, cuando una arteria se tapa, y la de tipo hemorrágico cuando una arteria se rompe y sangra”, especificó.
En referencia a las secuelas cardíacas en muchas personas que cursaron la infección por COVID-19, el entrevistado describió al virus como “una enfermedad nueva para el mundo, día a día vamos descubriendo cosas. Por ejemplo, al principio teníamos como síntomas consecuentes la pérdida del olfato y el gusto, luego comenzamos a recibir pacientes que mediante estudios cardiológicos evidenciaban cuadros de arritmias e insuficiencia cardíaca. Por esto resulta fundamental seguir las indicaciones del médico de cabecera. En personas sanas que han tenido COVID -19 se recomienda esperar seis semanas para retomar la actividad deportiva; lo ideal después del alta es que el profesional de salud le indique tiempo y manera de volver a su vida con normalidad”.
Sobre la temática hay muchos aspectos para trabajar en la comunidad, señaló el docente a cargo de la cátedra ‘Trabajo y tiempo libre’: “Por ejemplo que en todas las instituciones públicas y privadas como los establecimientos educacionales se deberían incorporar cursos o capacitaciones en Reanimación Cardiopulmonar -RCP-. En nuestra facultad quedó desde hace tiempo establecido el dictado del mismo en cada carrera de grado; además la puesta en marcha de campañas con mensajes de hábitos saludables dirigidos a la sociedad son una herramienta muy eficiente para tomar conciencia. Por otra parte, tiene mucho valor la vinculación con los clubes incentivando a niños, adolescentes y jóvenes”. Con relación al RCP Barrientos detalló cómo se debería accionar en caso de una emergencia: “es un plan de desempeño para poder actuar adecuadamente ante un paro cardíaco dentro de los tres minutos. Este plan permitió prevenir muchos casos de muerte súbita en los últimos años, por eso los que se capacitan para hacer RCP quizás algún día podrán salvarle la vida a alguien en cualquier lugar. Sería bueno que la mayor cantidad posible de personas aprendiera a hacerlo”, concluyó.
Fuente: https://medios.uner.edu.ar/2021/09/28/habitos-saludables-para-cuidar-el-corazon/