Bici logística Colaborativa: una alternativa sustentable

El Instituto de Estudios de Transporte desarrolló alternativas sustentables para ayudar a realizar envíos en plena crisis sanitaria.

La pandemia modificó nuestros modos de habitar, circular, trabajar, producir, comprar, vender, o movernos. Uno de los rubros que sufrió grandes cambios fue el comercio minorista, que se vio obligado a repensar sus formas de vender y distribuir sus productos.

Es en este contexto, el Instituto de Estudios de Transporte de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario desarrolló el proyecto “Bici logística Colaborativa: Reactivación del Comercio de Cercanía”, que  se ejecutó en el Paseo comercial de Barrio Belgrano con el objetivo de mejorar la distribución de mercancías de los comercios barriales y así poder ofrecer una solución de triple impacto: económico, social y ambiental.

De esta forma, se promocionó el uso de vehículos menos contaminantes, a través de bicicletas de carga, en la distribución de mercancías de los comercios de cercanía. El proyecto tuvo lugar de julio de 2021 hasta julio 2022.

“Cuando nos referimos a sustentabilidad hablamos que apoye lo ambiental pero también el desarrollo económico y social. Es una de las cosas que buscamos desde este proyecto de triple impacto”, comentó María Laura Pagini, directora del Instituto de Estudios de Transporte.

La investigadora explicó que este tema suele abordarse haciendo un análisis de cómo se mueven las personas dentro de la ciudad. “El tema de la logística urbana es algo que se ha dejado un poco de lado en los últimos años, estando a un costado de la agenda. Estas dinámicas tienen que ver con comportamientos sociales que no son fáciles de categorizar, y por eso, en un contexto de pandemia, nos pareció todo un desafío”.

La pandemia produjo un crecimiento exponencial de las compras online ya que, a partir de la incorporación del distanciamiento social a la vida cotidiana de los habitantes, fue uno de los recursos más solicitados por parte de los usuarios. “Ahí nos pusimos a pensar cómo podíamos ayudar para ayudar a los comercios pequeños que tenían que incurrir en un costo para hacer esos envíos, y por otro lado, como mitigar el impacto en el ambiente”, detalló Pagani.

“Buscamos concientizar sobre el impacto y probar modos alternativos de distribución”, explicó Pagani.

El equipo se presentó a una convocatoria que realizó la Provincia de Santa Fe en el marco de la emergencia sanitaria, e implicó un trabajo no sólo de diseño sino también de elección del lugar donde se iba a implementar la iniciativa. “Participamos todos los integrantes del Instituto y trabajamos en conjunto con dos empresas locales: una que se dedica a fabricar bicicletas de carga y otra que realizó toda la tecnología para el anclaje de esa bicicleta, como así su seguimiento satelital”, manifestó María Paola Ukic, integrante del proyecto.

La idea de la propuesta es que tenga un espíritu colaborativo entre los comerciantes, y el objetivo es que las bicicletas puedan ser utilizadas por todos. El grupo de investigación fue sondeando diferentes centros comerciales para poder incorporar la propuesta. Para la elección se tuvo en cuenta la estructura ciclista de la zona y el nivel de diálogo u organización previa entre los comerciantes.

Finalmente fue Barrio Belgrano el seleccionado para poder implementar esta experiencia, desde Solís hasta Provincias Unidas a la altura de calle Mendoza. “Hay aproximadamente 150 locales comerciales, lo que nos pareció una zona ideal para poder poner en juego nuestro proyecto”, explicó Ukic.

“Lo que buscaba el proyecto no era darle a un comercio una bici para repartir, sino que se forme una comunidad entre los comerciantes del paseo comercial a cielo abierto, que pudieran coordinar las distribuciones y el uso de las bicicletas en distintos horarios de acuerdo a las dinámicas comerciales”, contó Pagani y agregó: “Además, buscamos concientizar sobre el impacto que tienen nuestras actividades y darles una posibilidad de probar modos alternativos de distribución”.

El proyecto pasó por diversas etapas, haciendo un relevamiento exhaustivo de cantidad de locales por cuadra y las dinámicas de los mismos. Luego de este diagnóstico, se realizó un proceso de selección de los tipos de bicicletas de carga a utilizar. En este sentido, tanto Pagani como Ukic, argumentaron que se eligieron tres tipos distintos para poder evaluar diversas experiencias.

“Hicimos una jornada en el barrio para que los comerciantes pudieran probar cada uno de los tres modelos de bicicletas de carga. Nosotros como investigadores sabemos que tenemos que adaptarnos a las problemáticas y necesidades de los beneficiarios, y si bien nuestra idea era implementar el proyecto en los primeros días de diciembre del 2021 por las compras de navidad, sus tiempos estaban enfocados en aprovechar la temporada fuerte de venta, por lo que lo tuvimos que comenzar en enero”, recordó Pagani.

Desde enero hasta abril se llevó a cabo la prueba piloto, donde se seleccionó, por las características del lugar, y la carga que tenían que llevar los comerciantes, una bicicleta con doble canasto. “Es la más parecida a una bici común. Las otras dos opciones, son más parecidas a un triciclo para que se pueda llevar más peso. Una de carga trasera, que tiene pedaleo asistido por motor eléctrico que puede llevar a circular a 25 km por hora, y la otra de carga delantera. Para personas que no están acostumbradas a estos dos modelos se necesita un tiempo para tomar el ritmo, quizás por eso los comerciantes optaron por el doble canasto”.

Se desarrolló a su vez una aplicación para Smartphone donde se le daba de alta a aquellos titulares o empleados de comercios que se sumarán a la iniciativa. “Ellos con la app podrían escanear el QR de la bicicleta, y de esa forma, se desengancha el candado electrónico y se activaba para el uso. Cuando se deja de utilizar se devuelve y el candado se cierra, lo que hace que internamente se reporten una serie de indicadores de utilidad: horario de liberación, recorrido realizado, velocidad, demoras, etc”, detalló Pagani.

El candado permite enganchar la bici en postes de hasta 13 centímetros de diámetro, lo que generó que el equipo busque distintos puntos dentro del paseo comercial donde se pudiera anclar el rodado. “Esos lugares los identificamos con carteles, y por el gps de la aplicación salía el lugar exacto en dónde estaba anclada. A diferencia de las bicicletas públicas, estas no tienen estacionamiento fijo. A la noche la guardaba un comerciante y a primera hora volvía a la calle”.

Entre las conclusiones del proyecto, el equipo de investigación determinó que la experiencia fue muy positiva y que es necesario constituir una infraestructura exclusiva porque las bicis de carga van con mayor peso que un rodado normal. “Esto propiciaría la adopción de este método. Como sociedad somos bastante resistentes a los cambios y en general, si bien conocemos el impacto en el ambiente de nuestros usos y costumbres, pero cuando consultamos en la zona cuántos estarían dispuestos a cambiar sus lógicas y dinámicas actuales, el porcentaje es bajo. Tenemos que hacer un trabajo profundo para incorporar nuevos hábitos que sean más saludables para las personas y el ambiente”, explicó Pagani.

“Consideramos que tiene que ser un trabajo llevado adelante por diferentes actores, y si bien fuimos bien recibidos, entendemos que en cierta forma el acompañamiento debe venir de varios lados distintos para implementar medios de transportes diferentes y que no generen emisión para nuestro ambiente”, propuso Ukic.

Por último, Pagani destacó que la adopción de la iniciativa fue alta a pesar que cuando se puso en funcionamiento “ya se había normalizado un poco la situación sanitaria y varios establecimientos comerciales ya no tenían la necesidad inminente de recurrir a los envíos como única modalidad de venta”. Además, resaltó que “hay que traccionar a que las personas opten por los medios sostenibles” pero que además también hay que acompañar con regulaciones y normativas desde el Estado que respalden este uso responsable en la movilidad. 

Periodista: Gonzalo J. García / Fotógrafa: Camila Casero.

Fuente: Universidad Nacional de Rosario

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