La guerra comercial de Trump y sus repercusiones en la economía

Las nuevas medidas arancelarias impulsadas por Trump provocaron fuertes caídas en los mercados internacionales. Julieta Zelicovich, docente de la UNR, analizó su impacto global.

Hace días, el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció la puesta en marcha de un paquete arancelario “recíproco” que subirá las tarifas al menos un 10% a todos los productos que ingresen a territorio estadounidense y mucho más a decenas de países que tienen gran déficit con Estados Unidos. Esta medida ha traído consecuencias de índole mundial, generando realmente un cimbronazo en la economía y en el estado de las relaciones diplomáticas internacionales. Julieta Zelicovich, docente de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario, explicó la situación actual y cómo impacta en las economías del mundo. 

El paquete arancelario, presentado bajo el nombre de “Día de la liberación”, establece un arancel universal del 10% sobre todas las importaciones, con excepciones para Canadá y México. Además, impone aranceles adicionales a aproximadamente 60 países considerados con prácticas comerciales desleales. “ El gobierno de Trump, desde que asumió su segundo mandato, viene teniendo una política muy agresiva respecto del uso de los instrumentos de política comercial para obtener distintos objetivos de carácter geopolítico o estratégico. Este incremento se hace por fuera de todos los marcos del derecho internacional, rompiendo con todas las estructuras de gobierno que los países habían construído desde final de la segunda guerra mundial”, destacó Zelicovich, quien es Doctora en Relaciones Internacionales y Magíster en Relaciones Comerciales Internacionales.

Desde su llegada al poder, Trump utilizó herramientas comerciales con fines estratégicos, ya sea en temas migratorios con México, disputas tecnológicas con China o medidas puntuales contra Canadá. A partir del 2 de abril, esta lógica geoeconómica se profundizó. “El gobierno de Estados Unidos evaluó la balanza comercial de 2024 y, con los países con los que tenía déficit, impuso aranceles del 10% al 50% según el nivel de desequilibrio”, explicó Julieta Zelicovich. Y agregó: “Esos nuevos aranceles se suman a los ya existentes, que aunque en promedio son bajos, alrededor del 3%, en algunos casos, como los lácteos, alcanzan el 200%. También se combinan con barreras como el 25% para acero y aluminio o medidas específicas contra China”.

La especialista advirtió que los nuevos aranceles violan las reglas del sistema de comercio multilateral, basado en principios como el de “nación más favorecida”. “Este principio implica que un país debe aplicar el mismo arancel a todos los miembros de la Organización Mundial de Comercio, salvo que tenga acuerdos de libre comercio”, explicó. En cambio, “la lista de Trump rompe con esa lógica al aplicar aranceles distintos según el país, ignorando el criterio que estructuró la política comercial global y el orden de la globalización”, señaló.

Por otro lado, en esos acuerdos internacionales que se fueron negociando por más de 60 años, los países tenían un arancel máximo que podían aplicar. “Trump con estas medidas supera extraordinariamente el tope de sus aranceles máximos acordados, negociados históricamente. Es una patada muy fuerte que tiene como meta forzar una nueva reconfiguración del poder económico y jurídico de cómo funciona la economía internacional”, reflexionó. 

En el paquete arancelario no están incluidos los países con los que Estados Unidos tiene superávit y quedaron también excluidos México y Canadá, dos países limítrofes que encontraron mecanismos de presión efectivos que llevaron a Trump a revaluar cómo usar instrumentos coercitivos en relación con sus socios. “Esto obedece muy probablemente a las condiciones particulares de estos dos países en el acuerdo de integración del T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) o USMCA (United States-Mexico-Canada Agreement), y quedan excluidos todos los productos que Estados Unidos considere que son compatibles o que respetan el acuerdo. Cabe aclarar que también se reserva el derecho a decir que algunos productos no cumplen con el acuerdo del USMCA, y entonces a México y Canadá también le podrían aplicar”.

Aunque China es el principal competidor global de Estados Unidos, no es el país más afectado por los nuevos aranceles. “Los aranceles recíprocos para China son del 34%, mientras que países mucho más pobres, como Laos o Madagascar, enfrentan aranceles de más del 45%”, explicó Julieta Zelicovich. Sin embargo, al sumar las medidas anteriores (como las relacionadas al acero, el fentanilo o las secciones 301 y 232, impuestas en el primer mandato de Trump y sostenidas por Biden), el comercio chino se ve fuertemente impactado. Desde el 9 de abril, China respondió con aranceles del 34% a productos estadounidenses, lo que motivó una contramedida de Trump con un arancel adicional del 50%. “Hoy, gran parte del comercio de China hacia Estados Unidos enfrenta aranceles por encima del 100%”, advirtió Zelicovich.

Las nuevas medidas arancelarias responden a una doble lógica: por un lado, buscan reforzar la recaudación fiscal interna, y por otro, apuntan a reconfigurar el entorno estratégico global y las reglas de la economía internacional. Según Zelicovich, esta política “forma parte de una medida extraordinaria” que se sustenta en la declaración del déficit comercial como una “emergencia nacional”. Bajo esta figura, el presidente puede aplicar aranceles sin la autorización del Congreso, algo que de otro modo estaría prohibido por la Constitución estadounidense.

Julieta Zelicovich, Doctora en Relaciones Internacionales. Foto gentileza de Diario La Capital (Celina Mutti Lovera)

Sin embargo, Zelicovich advierte que se trata de medidas difíciles de sostener en el tiempo, tanto por razones económicas como jurídicas. Además, recuerda que durante la primera guerra comercial con China en 2018, “hubo numerosos pedidos de excepciones” impulsados por lobbies industriales que presionaron en Washington, lo que podría repetirse. “Es probable que en unos meses veamos modificaciones de estos aranceles, sobre todo los más altos y los que afectan a países aliados o de menores ingresos”, señaló. El punto crítico, explicó, será cómo el gobierno justifica la continuidad del estado de emergencia, dado que “no se puede vivir en emergencia durante todo un período de gobierno”. Por ahora, el escenario sigue abierto y con escasa reacción internacional, aunque no se descartan tensiones a medida que avance el calendario político.

Argentina en jaque

 “Estados Unidos ha sido en los últimos 10 años el segundo o tercer socio comercial de Argentina. Viene primero Brasil y en segundo y tercer lugar se lo van disputando según los años Estados Unidos o China. Estas medidas van a afectar de manera importante a gran parte de las exportaciones a este país”, ratificó Zelicovich.

En el paquete de medidas anunciadas por Trump, Argentina quedó alcanzada por un arancel del 10%. Si bien los combustibles (principal exportación) no se ven afectados, otros productos clave como la miel y el vino sí lo están. “Es probable que parte de esas exportaciones sean reemplazadas por productos locales estadounidenses”, advirtió Zelicovich y anticipó que otros países, al perder acceso al mercado norteamericano, buscarán nuevos destinos, lo que podría aumentar la competencia e incrementar las importaciones en Argentina.

En este contexto, Zelicovich señaló que la combinación de un tipo de cambio apreciado y la desregulación de las importaciones por parte del gobierno argentino conforma un escenario propicio para un aumento del déficit comercial. “Si bajan las exportaciones y suben las importaciones, Argentina pierde capacidad de generar los dólares que necesita, por ejemplo, para pagar su deuda. Eso eleva el riesgo internacional y las tasas de interés”, explicó. A este panorama se suman la caída del precio de los combustibles, que afecta la canasta exportadora y los rendimientos de Vaca Muerta, y el impacto inflacionario de las medidas en EEUU, que podría llevar a una suba de tasas de la Reserva Federal, encareciendo aún más el costo de la deuda y presionando sobre la inflación global.

En las últimas horas, la secretaria de Agricultura de Estados Unidos, Brooke Rollins respaldó la política de la Casa Blanca y apuntó contra las importaciones de alimentos. “Vamos a poner a Estados Unidos primero; no a China, ni a la India, no a la carne desde la Argentina, no a los productos lácteos de Canadá”, puntualizó. En el mientras tanto, Trump suspendió la medida arancelaria por 90 días para algunos países, entre los que se encuentra el nuestro, para que puedan tomar las medidas correspondientes y abrir, si lo quieren, conversaciones para lograr convenios comerciales.

El panorama no invita al optimismo. Aunque Argentina cuenta con aranceles más bajos que otras regiones del mundo, esto no necesariamente representa una ventaja. Zelicovich advierte que “existe una duda muy importante respecto de si, dado estos aranceles más bajos, Argentina pudiera exportar más productos a Estados Unidos”, ya que si ese aumento de exportaciones no va acompañado por una suba equivalente de importaciones desde ese país, “lo más probable es que Argentina enfrente, en una revisión futura, una nueva suba de aranceles”. Según la especialista, el gobierno argentino tiene escasa capacidad de respuesta frente a este escenario y persiste en una estrategia cuestionable: “Sigue creyendo que una conducta de acoplamiento genera beneficios en Washington, y hasta ahora no hay ningún indicio de que esa sea la respuesta esperable”.

Periodista: Gonzalo J. García

Fuente: Universidad Nacional de Rosario

Related posts

La científica que estudia el cambio climático a través de las mariposas

El lúpulo: un aliado natural para el corazón y los huesos

Adicciones: la UCA advierte sobre el riesgo creciente de sustancias, pantallas y apuestas online