Un estudio internacional descubrió que los excrementos fósiles contienen huellas moleculares de criaturas extintas lo cual permite reconstruir ecosistemas prehistóricos con precisión
Un equipo de científicos liderado por la Universidad de Curtin (Australia) hizo un descubrimiento revolucionario en el campo de la paleontología. Al analizar coprolitos de hace 300 millones de años, encontraron que estos excrementos fósiles contienen huellas moleculares de criaturas extintas, lo que les permite reconstruir ecosistemas prehistóricos con una precisión jamás vista hasta ahora.
Los coprolitos, encontrados en el yacimiento Mazon Creek en Illinois (EE. UU.), contenían derivados del colesterol que indicaban que los animales que los produjeron eran carnívoros, según publicó el sitio especializado National Geographyc. Sin embargo, lo que sorprendió a los investigadores fue cómo se conservaron estas delicadas moléculas durante tanto tiempo.
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Tradicionalmente se pensaba que los minerales de fosfato eran los responsables de preservar tejidos blandos en el registro fósil, pero en este caso, fueron diminutos granos de carbonato de hierro los que encapsularon y protegieron las biomoléculas.
Este descubrimiento abrió una nueva ventana al mundo prehistórico, permitiendo a los científicos reconstruir no solo cómo eran los animales, sino cómo vivían, qué comían, cómo interactuaban con su entorno y qué pasaba con sus restos después de morir. Según Madison Tripp, investigadora adjunta de la Facultad de Ciencias de la Tierra y Planetarias de Curtin, «es como encontrar un cofre del tesoro lleno de fósforo, pero darte cuenta de que el verdadero oro está escondido en las piedras cercanas».
Este patrón se repite en otros fósiles, lo que significa que los minerales carbonatados estuvieron preservando información biológica a lo largo de la historia de la Tierra sin que los humanos lo supieran. Ahora, los científicos pueden orientar sus búsquedas de fósiles con más precisión, centrando la atención en los ambientes que aumentan las probabilidades de encontrar trazas moleculares de la vida pasada.
Fuente: Rosario3