La Universidad Nacional del Litoral presentó los datos obtenidos de la encuesta realizada a las trabajadoras penitenciarias de Santa Fe. Ingreso, formación, tareas y vínculos en el ámbito laboral son algunos de los ejes abordados. Participó un 33% de las mujeres que trabajan actualmente.
Se presentó el informe general de la primera encuesta realizada a las trabajadoras penitenciarias de la provincia de Santa Fe impulsada por la Universidad Nacional del Litoral (UNL) a través del Programa Delito y Sociedad, junto con la Subsecretaría de Bienestar y Género del Ministerio de Seguridad y el Consejo Federal de Inversiones de la Nación. Una acción en el marco del proyecto de investigación “Trayectorias y roles de las mujeres penitenciarias de la provincia de Santa Fe”.
Los datos fueron presentados – en el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales – por Máximo Sozzo, director del Programa y María Victoria Puyol integrante del equipo de trabajo. Se contó con la presencia de Gabriel Leegstra, director del Servicio Penitenciario, además de otras autoridades, trabajadoras del servicio, docentes y estudiantes. Luego y con los aportes realizados en esta instancia se elaborará un informe final con las valoraciones y análisis de los datos.
Esta iniciativa, inédita en la historia de la política penitenciaria en la provincia y el país, apunta a conocer las experiencias y trayectorias laborales de todas las trabajadoras en el ámbito del Servicio Penitenciario de Santa Fe. La encuesta fue anónima y confidencial y se realizó de manera online del 3 al 24 de abril. Las preguntas divididas en 10 ejes, indagaron sobre diferentes temas de la institución y actividad penitenciaria como ingreso, formación, condiciones y vínculos en el ámbito laboral, bienestar, trabajo y familia, entre otros.
“Es muy importante haber podido realizar este relevamiento que va a permitir contar con una primera mirada sobre las experiencias y las representaciones de las mujeres sobre todas las dimensiones del trabajo al interior de las prisiones. Eso quiere decir, desde los procesos de ingreso, hasta las tareas que llevan adelante cotidianamente, las relaciones con sus pares y superiores que son varones” destacó Máximo Sozzo.
“Existe una nueva generación de mujeres penitenciarias que están haciendo su trabajo en forma diaria, participando y trabajando codo a codo con los hombres. Por eso, estamos muy expectantes de conocer estos resultados, porque va permitir contar con un panorama más claro de cómo está la mujer en nuestro servicio e identificar líneas de acción” destacó Gabriel Leegstra, director del Servicio Penitenciario.
La mujer en el servicio penitenciario: recorrido y perfil
En el inicio de la presentación, se habló sobre la participación progresiva de la mujer en los servicios penitenciarios. Actualmente hay 781 trabajadoras, sobre un total de 4058 empleados, lo que implica un 19,2% del total. A lo largo del siglo XX, mayoritariamente las mujeres ocuparon tareas administrativas y profesionales de jerarquía media e inferior en las estructuras burocráticas. Sin embargo, en el siglo XXI, el número de mujeres empleadas en los servicios penitenciarios ha comenzado a crecer y de este modo se altera la proporción en relación con los trabajadores varones, Esta situación, es la que de alguna forma incentiva a generar datos, para contar con información para la toma de decisiones que contribuyan a mejorar el desempeño laboral.
Un 33% de las mujeres trabajadoras completaron el cuestionario autoadministrado y de carácter voluntario. Más de la mitad reside en La Capital, seguida por Rosario, San Jerónimo, Vera, Las Colonias y San Lorenzo. La mayor parte de ellas tienen entre 30 y 39 años de edad, siendo entre 40 y 49 años el segundo grupo etario más importante. Más de un tercio manifestó ser subayudante. Solo una de cada diez se desempeñan como ayudante de 1° o alcaide y no hubo respuestas sobre desempeños en posiciones altas en la escala jerárquica. En cuanto a la antigüedad, el promedio es de 11 años. Poco más de cuatro de cada diez empleadas penitenciarias tienen entre 6 y 10 años de antigüedad, mientras que poco más de un tercio tiene una antigüedad de entre 11 y 19 años.
Sobre el ingreso, formación y cupo
Un grupo de preguntas giraron en torno al ingreso, la formación recibida, el cupo y la carrera profesional. Más de la mitad cuenta con nivel educativo secundario y un tercio nivel universitario. Se destaca que ocho de cada diez mujeres ingresaron al servicio por “estabilidad y seguridad”, mientras que dos de cada diez lo hizo por “vocación profesional”. Como dato, surge que una contundente mayoría (7 de cada 10) pensó en renunciar a su trabajo alguna vez. Las encuestadas señalaron además, que tres de cada diez contaban con parientes cercanos trabajando en el servicio (padres, hermanos y primos) y más de la mitad manifestó que existe cupo para el ingreso, situación con la que se encuentran en desacuerdo. La mayoría (8 de cada 10) considera muy positivo el aumento del personal femenino en el servicio penitenciario y se manifiestan a favor de adoptar el criterio de paridad.
Trabajo, maternidad y tareas de cuidado
Surge como dato, que seis de cada diez mujeres son el principal sostén económico en su hogar. Un cuarto expresó que es compartido con sus parejas y en un porcentaje menor es la pareja el principal ingreso económico del hogar. Tres cuartos de las trabajadoras encuestadas tienen hijos y la crianza y manutención compartida se da en seis de cada diez trabajadoras. La mayoría (9 de cada 10) de las mujeres madres, respondieron que no le gustaría que su hijo o hija trabaje en el servicio. Consultadas sobre las dificultades de conciliar las exigencias laborales con las tareas de cuidado asociadas a la maternidad y con el trabajo doméstico al interior del hogar, siete de cada diez manifestaron que es muy difícil conciliar ambos aspectos de su vida.
Condiciones de trabajo y vínculos
El aumento del personal femenino al interior del servicio es considerado como muy positivo por las encuestadas y el 80 % se declaran muy comprometidas o comprometidas con el trabajo que llevan adelante lo que revela un cierto nivel de compromiso con la institución penitencial. En relación a la consulta sobre si se sienten seguras en su lugar de trabajo, la mayor parte respondió de manera afirmativa y una pequeña parte se mostró en desacuerdo. En general, la atmósfera en el lugar de trabajo no es tensa para una gran parte de las encuestadas, mientras que otra parte afirmó que sí y una pequeña porción se mostró indecisa. Dos de cada diez mujeres, dicen haber experimentado alguna vez alguna situación de acoso sexual al interior de la institución penitenciaria. Eso nos muestra que todavía es una práctica que existe dentro del servicio penitenciario, como en muchas otras instituciones estatales. La forma de maltrato por parte de un superior que con más frecuencia fue experimentada por las trabajadoras fue el incremento injustificado de la carga de trabajo, seguido del cambio arbitrario de horarios y turnos. Por otro lado, también se indagaron formas de maltrato laboral por parte de compañeros de trabajo. Más de un tercio de las trabajadoras penitenciarias dijeron haber experimentado experiencias de “gritos u ofensas verbales” y “comentarios incómodos u ofensivos referidos a su género o sexualidad”.
Antecedentes y puntos de encuentro
Como trabajo anterior se destaca el informe presentado sobre una investigación realizada a mujeres policías. Consultado sobre los puntos de encuentro entre ambos estudios Sozzo señaló que “en las dos instituciones está pasando un cambio de carácter histórico. En la policía, hoy hay más de un 30% de mujeres trabajadoras y hace 20 años era del 10-12%. Entonces hay un montón de desafíos que son semejantes”.
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Fuente: Universidad Nacional del Litoral