Los gatos son animales fascinantes, con comportamientos únicos, capaces de forjar una relación especial con sus dueños. Por estas particularidades específicas es que resulta importante comprender sus requerimientos. Con la guía de la especialista en Clínica Felina y docente de la Universidad Maza, Luciana Monllor, nos adentramos en la temática.
Aunque los cuidados que necesitan los gatos en casa son menores y se cree que son animales más independientes, es fundamental conocer sus necesidades, especialmente en cuanto a sus actividades diarias, aquellas que realizarían en su estado silvestre y que son importantes para su desarrollo. Una de ellas es la caza, la acción de atrapar una presa, que en términos domésticos se relaciona con el juego. Como tutores, se debe proporcionar el espacio y el tiempo para realizar esta actividad. Una opción es brindarles un lugar para trepar, con espacios en altura desde donde puedan observar el entorno y sentirse seguros.
En cuanto a la higiene, tener una bandeja con piedras sanitarias suele ser suficiente. Por otro lado, si hablamos de alimentación, el tema es más complejo.
Según la especialista, existe una tendencia hacia la alimentación fisiológica que intenta asemejarse a la dieta natural de los gatos, con carnes crudas. Este tipo de alimentación está ganando popularidad, pero es importante saber que debe manejarse con un cuidadoso acompañamiento profesional para evitar un posible déficit de nutrientes y la presencia de parásitos en los alimentos, dos factores que pueden afectar la salud de nuestra mascota. Es necesario ofrecerles una alimentación balanceada, que cubra todos los nutrientes que el gato necesita.
La alimentación varía según la edad de la mascota. Los gatos jóvenes necesitan un mayor aporte de nutrientes (especialmente proteínas) debido a su crecimiento. Los gatos adultos que viven dentro de casa tienen un requerimiento calórico más bajo, mientras que los más activos, que tienen acceso al exterior, necesitan una mayor ingesta calórica. A medida que envejecen, sus necesidades calóricas disminuyen, pero se deben proteger sistemas específicos, como el urinario, renal y las articulaciones.
En medicina felina es fundamental la prevención, ya que los gatos tienden a ocultar los síntomas de las enfermedades hasta que están muy avanzadas. Esto se debe a que, en la naturaleza, son presas y no pueden mostrar debilidad; por lo tanto, es mejor optar por la medicina preventiva realizando un chequeo anual completo para alertar o descartar posibles patologías.
En cuanto a la vacunación, comienza a partir de los dos meses, siempre que hayan recibido una buena lactancia. El esquema es el siguiente:
– A los 60 días, se aplica la primera dosis de la vacuna triple
– A los 90 días (un mes después de la primera dosis), se aplica la segunda dosis de la vacuna triple y la primera dosis de la vacuna contra la leucemia.
– A los 120 días (cuatro meses), se aplica la segunda dosis de la vacuna contra la leucemia, la tercera dosis de la vacuna triple y, opcionalmente, la vacuna contra la rabia.
En los cachorros, se evita administrar las tres vacunas juntas para no sobrecargar su sistema inmunológico. La vacuna contra la rabia puede aplicarse 15 días después. Luego, la vacunación es anual.
Para evitar riesgos de lesiones y/o contagios, la recomendación es mantener a los gatos dentro de casa. Al dejarlos salir, aumentan las posibilidades de contraer enfermedades virales altamente transmisibles como el sida y la leucemia felina. Además, pueden sufrir heridas por peleas, ataques de perros o accidentes de auto.
Fuente: Argentina Investiga