Cristian Raspo, psicólogo egresado de la Universidad Nacional de Rosario, indaga en la influencia que las nuevas tecnologías digitales ejercen en la formación del sujeto contemporáneo. El especialista tiene en cuenta dos variables: los dispositivos no fueron creados sólo para controlar y vigilar a la población, sino que también son los que le dan la posibilidad de informarse, comunicarse y vincularse.
En la actualidad estamos continuamente interpelados por tecnologías digitales, las cuales nos resignifican constantemente. El celular se ha vuelto un elemento fundamental para cualquier persona, como así también formar parte de distintas redes sociales. Cristian Raspo, egresado de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario, investigó acerca de cómo las influencias de las nuevas tecnologías inciden en la construcción de la subjetividad.
El marco del trabajo integrador final de la carrera funcionó como un disparador para el autor, el cual buscó un tema que sea relevante en la realidad social. “Las nuevas tecnologías son un distintivo propio de la época y comencé a notar que no había tanto desarrollo como uno se imagina dentro de mi profesión sobre este tema. Encontraba mucho en filosofía, sociología o comunicación, pero en psicología no tanto. Y, obviamente, los psicólogos tenemos algo para decir sobre esto” indicó raspo a Argentina Investiga.
La investigación es exploratoria porque pensar la subjetividad en este contexto es un proceso incipiente. Si se entiende a la subjetividad como un proceso histórico en el que inciden variables culturales y sociales, no puede dejarse de lado que las nuevas tecnologías influyen en la actualidad en su construcción. “Hay que comenzar a plantearse qué lugar se les da y como nos afectan las redes. Es difícil poder pensar una práctica social que hoy en día no tenga relación con ellas. Emails del trabajo, whatsapp laborales, familiares, malinterpretación de un mensaje que desencadena una discusión virtual, hasta el tiempo libre que muchas veces pasamos entero dentro de Twitter, Facebook o Instagram”.
Teorizar fenómenos sociales lleva un tiempo y usualmente se dice que el análisis siempre llega tarde. Raspo plantea muchas preguntas y entre ellas se encuentra el sentido de escribir sobre un tema que está en constante cambio. Es que desde la creación de internet en adelante, la velocidad de los cambios y sus usos supera a cualquier otro fenómeno histórico. “Hoy hablar del MSN es una cosa de viejos y aunque parezca mentira se dejó de utilizar hace menos de diez años. Los dispositivos y las plataformas varían de una manera increíble; por ejemplo, del boom de Facebook pasamos al de Instagram. Y mañana va a surgir otra, se va a producir una migración en la que los jóvenes van a ser protagonistas. Por más que en el futuro mi investigación quede obsoleta, creo que es necesaria en el ámbito académico para teorizar al respecto”.
Democracia y control, dos caras de la misma moneda
En este contexto entran en relación dos variables: los dispositivos no fueron creados sólo para controlar y vigilar a la población, sino que también son los que le dan la posibilidad de informarse, comunicarse y vincularse. “Todo lo que hacemos en las redes queda registrado; por ejemplo, si googleaste algo en específico luego te aparecen por todas las redes contenidos vinculados con ese tema. Cada vez que presento este tema la gente me va dando más material en el cual se ve con claridad ese control pero también la beta democrática que posibilitan sus distintos usos”.
La investigación busca repensar el concepto de democratización del conocimiento y de la palabra, ya que pensarlas desde un modo tan plural como lo impulsan las redes sociales, produce un hecho novedoso. Esto no quiere decir que no exista la exclusión porque claramente hay personas que no pueden acceder al mundo digital, ya sea por condiciones materiales o simbólicas. “Que haya por ejemplo Wi Fi en todos lados no significa que todas las personas puedan relacionarse con lo digital. Estos medios configuran formas de vida y de relaciones de muchas maneras diferentes. Poder repensar qué nos pasa con esto y la manera en que lo concebimos como sociedad es muy importante”.
En varios textos, Deleuze retoma las consideraciones de Foucault acerca del poder disciplinario y plantea algunas novedades acerca de ellas. Fundamentalmente, lo que sostiene es que Foucault estuvo acertado en el análisis de los centros de encierro como la fábrica, la prisión, la escuela, los hospitales, entre otros, pero que esa realidad estaba cambiando. Por eso desarrolla lo que se denomina ‘sociedad de control’, en donde los individuos son sometidos a ese control en su vida cotidiana en general, sobre todo operando a través de qué tecnología informática. “Deleuze era un adelantado a su época. La realidad de hoy se parece bastante a lo que describe, lo cual no significa que la sociedad disciplinaria haya desaparecido pero realmente estamos en una época de decadencia de las instituciones y son los dispositivos tecnológicos los que digitan nuestra vida: el control que era fijo pasa a ser móvil. El concepto de vigilancia líquida de Bauman va por ese camino, que la población se sienta libre pero en esa libertad está siendo vigilada todo el tiempo”.
Raspo marca que no hay que volverse paranoico, pero sí hay que tener conciencia que todo lo que se hace en redes queda registrado: desde dónde estamos (por la ubicación del celular), con quiénes nos vinculamos (por nuestros contactos de WhatsApp), edad, obra social, etcétera. “Quizás eso construye un modelo de panóptico que tal vez no esté arraigado en de los muros de una institución específica pero sí, por ejemplo, entre los muros de Facebook. El desafío es darse cuenta de nuestra actividad en las redes”.
La cuestión no pasa por plantear que todos dejen de utilizar los dispositivos digitales, ya que así se concebiría a estos como algo externo. En realidad, son creados por nosotros mismos y legitimados todos los días. “Un gran porcentaje de la población antes de dormir y lo primero que hace al despertar es mirar el celular. Esa idea que circula de dejar de usarlo es imposible. No es que sólo ejercen un control sobre nosotros porque está la beta de la democratización: nos podemos comunicar con muchos a la vez, en cualquier lugar del mundo. La digitalización del mundo globaliza cuestiones sociales y culturales que en otros tiempos eran de muy difícil acceso”.
Raspo considera que no utilizar dispositivos, como por ejemplo smartphones, no significa que pueda escaparse a esta lógica de control porque hay miles de datos personales que navegan en el mundo digital y no son proporcionados por nosotros. “El tráfico de datos es un tema muy serio que está visualizándose con fuerza. Podemos no subir nada a las redes, y obviamente damos menos información, pero hoy en día es imposible que no haya nada en la web sobre una persona. Cuando hacemos un trámite online, pagamos una tarjeta, enviamos un email, lo que sea, estamos brindando información que el sistema recolecta”.
Un tema amplio que atraviesa generaciones
Si bien democratización y control fueron los dos aspectos principales desarrollados en la investigación, la revolución digital es tan amplia que hay más aristas a desarrollar.
Según el investigador, la conformación de las nuevas subjetividades a partir de la interactividad de lo digital no pasa tanto por una cuestión etaria. “En el consultorio escucho padres que se quejan de que su hijo está mucho con el celular, pero cuando indago un poco más a fondo, ellos hacen lo mismo. Les criticamos a los niños algo que también hacemos los adultos. Hace algunos años, a lo mejor el adolescente tenía más acceso y el adulto quedaba más relegado. Pero en la actualidad no hay tanta diferencia. Se cae en una estigmatización del joven y carece de fundamentos: es impresionante la cantidad de horas que estamos todos relacionándonos con distintos dispositivos”.
Lo importante no es si se usan mucho o no, sino qué se hace con esos dispositivos digitales para poder aprovechar sus beneficios. “Por ejemplo, aprender algo a partir de un tutorial desde tu casa. Eso es democratización: acceder a un conocimiento que ahora está al alcance de la población y que antes no lo estaba. La democratización genera cierta libertad en el individuo; entonces, pueden tomarse varios aspectos de las tecnologías digitales, los cuales se van naturalizando, pero que es importante conceptualizar. En mi investigación encontré autores que sólo se quedan en un mirada negativa, y creo que hay que mirar todo el panorama para comprender el contexto actual”, concluyó Raspo.
Fuente: Argentina Investiga