El Dr. en Ciencias Biológicas Martín Blettler lleva adelante un estudio en Europa y Argentina para determinar las variables físicas más significativas que actúan sobre el transporte de los fragmentos plásticos (basura) según sus distintos tamaños, forma, origen y composición química. Los resultados que obtiene de los ríos Spree (Berlín) y Tagliamento (Friuli-Venecia Julia, Italia) son extrapolables y pueden ser repetidos en otros, como en el río Paraná.
Con la mirada puesta en la problemática de la contaminación plástica en ambientes fluviales, Martín Blettler, doctor en Ciencias Biológicas e investigador independiente del CONICET, cruzó el Atlántico para desembarcar en Alemania y llevar adelante un estudio de “mesocosmos”, que refiere a un sistema experimental al aire libre que examina el entorno natural en condiciones semicontroladas.
Tras haber estudiado en profundidad la presencia del plástico en el río Paraná y su interrelación con la fauna (como el hallazgo de microplásticos en peces o bien la presencia de desechos en nidos de aves) Blettler indicó algunas diferencias entre lo que observó en ríos europeos y en el Paraná: “Se puede decir que compartimos el problema pero con ciertas diferencias. Por ejemplo, en términos generales, en muchos de los ríos europeos los macroplásticos (residuos plásticos mayores a 2,5 cm) no son tan evidentes como lo son aquí (Argentina). Esto se puede explicar por las diferencias en las políticas medioambientales y económicas llevadas en las diferentes regiones y la consecuente gestión municipal de los residuos sólidos urbanos e industriales. Sin embargo, no debe desconocerse que Europa también es uno de los mayores productores de plástico del mundo”.
En una entrevista con El Litoral, el investigador del Lab. de Hidroecologia del INALI (CONICET) repasó el trabajo que lleva adelante en el Viejo Continente desde octubre del 2021 y que sigue desarrollando. En su estudio fueron seleccionados los ríos Spree (Berlín) y Tagliamento (Friuli-Venecia Julia, Italia) para desarrollar los experimentos de “mesocosmos” planificados en el proyecto.
-¿En qué marco fue su llegada a Alemania y qué fue a investigar?
-La relación científica con Alemania por parte del Lab. de Hidroecologia del INALI (CONICET) data de más de diez años. Desde entonces hemos trabajado bajo distintas modalidades cooperativas con el Instituto Leibniz de Ecología y Pesquería Fluvial de Berlín (IGB, por sus siglas en alemán) y en particular con el Departamento de Ecohidrología y Biogeoquímica dirigido por el Dr. Alexander Sukhodolov. En este caso lo hacemos a través de la Fundación Humboldt (Alemania). Además, ampliamos nuestra colaboración con la asociación ambientalista italiana Legambiente. Estudios científicos en colaboraciones justas y equitativas benefician ambas partes, desde que nos permiten obtener resultados y elaborar estrategias globales comprendiendo diferentes aspectos de una misma problemática: la contaminación plástica en ambientes fluviales.
-¿Qué características tienen los ríos donde se trabaja?
-Es importante destacar que los ríos Spree (Berlín) y Tagliamento (Friuli-Venecia Julia, Italia) fueron seleccionados para desarrollar los experimentos de “mesocosmos” planificados en el proyecto. El motivo de dicha elección atiende a facilidades logísticas y estructurales que nos permitieron emplazar nuestros experimentos ahí. Para esto, se modifica temporariamente una sección del río a los fines de controlar ciertas variables hidráulicas y medirlas con relativa comodidad. Recordemos que un estudio de mesocosmos es un sistema experimental al aire libre que examina el entorno natural en condiciones semicontroladas. De esta manera, los estudios de mesocosmos proporcionan un vínculo entre los muestreos de campo y los experimentos de laboratorio altamente controlados. En este sentido, los ríos seleccionados presentan características deseables para este tipo de experimentos. Sin embargo, los resultados son extrapolables y serán repetidos en otros ríos como el Paraná, desde que no abordamos el estudio de esos ríos como tal, sino que simplemente los usamos como sitios seminaturales donde emplazar los experimentos.
-¿Cuáles son los objetivos de la investigación?
-El objetivo de todas nuestras investigaciones y proyectos es el mismo: entender para proponer soluciones viables y eficientes. ¿Qué significa esto? Entender se refiere al abordaje y comprensión científica del problema, sin esto solo tendríamos especulaciones y sesgos dados por opiniones personales. No queremos eso.
Por otro lado, nunca perdemos de vista que debemos aportar o sugerir soluciones. Éstas deben ser tendientes a reducir o minimizar el problema considerando nuestra propia realidad social, ambiental y económica.
En este estudio en particular, estamos determinado las variables físicas más significativas que actúan sobre el transporte de los fragmentos plásticos (basura) según sus distintos tamaños, forma, origen y composición química. Para que el experimento sea más “realista” utilizamos la misma basura plástica encontrada y colectada en los ríos donde trabajamos. La razón de hacer esto es poder elaborar modelos predictivos que nos permitan determinar el comportamiento de los diferentes tipos de plásticos bajo variadas condiciones hidrológicas. Es decir, entender cómo se transportan y distribuyen en toda la planicie de un río según las características geomorfológicas e hidrológicas del río que se esté estudiando y de los plásticos. Estos modelos serna aplicados al río Paraná con el mismo propósito.
Contaminación sin límites
-¿Lo que observó le sorprendió o eran las expectativas que tenía?
-La investigación científica siempre sorprende, los resultados pocas veces son los esperados, más aun en ciencias ambientales. Ese es, a mi criterio, uno de los mayores atractivos de esta actividad: la sorpresa, lo inesperado. Por ejemplo, sorprende tristemente la velocidad con que los plásticos más grandes comienzan a fragmentarse una vez dispersos en el ambiente, multiplicando exponencialmente el número de partículas polutantes transportadas por la corriente y depositadas en bancos de arena, vegetación riparia o cúmulos de troncos y ramas. Este fenómeno depende de varios factores como el tiempo de ese plástico en el ambiente, su composición, la exposición a los rayos ultravioletas, la acción abrasiva de la corriente, etc. Una vez que el fenómeno comienza no hay manera de detenerlo, lamentablemente. Entender esto es crucial, acentuando la necesidad de colectar los plásticos dispersos por el ambiente antes que el fenómeno de la fragmentación comience. Por supuesto, lo ideal es que nunca lleguen al ambiente (pero debemos ser realistas y saber que, penosamente, aún estamos lejos de impedirlo efectivamente).
-Si bien es complicado comparar el río Paraná con uno europeo, por todo su contexto social y económico ¿Qué similitudes halló y qué grandes diferencias?
-Es cierto que Europa Occidental tiene un mejor sistema de gestión de los residuos sólidos urbanos y ha prestado particular atención al tratamiento y reciclaje de plásticos (aunque el sistema aún está lejos de ser completamente eficaz). Esto se traduce en que la contaminación plástica sea menos evidente en sus ríos que en los nuestros, particularmente los macroplásticos que, aunque están presentes, lo hacen en menor concentración que aquí. Sin embargo, no creo que estos países sean un ejemplo a seguir desde que, paralelamente, son parte de las naciones más productoras de plásticos del mundo (junto a China y Estados Unidos) y también los mayores exportadores de basura plástica. Esto último significa que envían parte de su basura plástica en conteiners a otros países de menor desarrollo económico, convirtiéndolos en los vertederos de los países ricos. Los mayores receptores de basura son países asiáticos como Tailandia, Malasia y Vietnam, aunque en Sudamérica, Ecuador también se cuenta en sus infames filas. Un hecho vergonzoso e injustificado, a mi criterio.
-Como conclusión: ¿Entiende que la contaminación por plásticos en los ríos no conocen de fronteras?
-No hay duda de que la contaminación plástica es uno de los factores de estrés más importantes en el medio ambiente y su concentración está aumentando a un ritmo preocupante. Esta amenaza no se limita a mares y ríos, sino que también está ampliamente presente en selvas, desiertos, montañas, aire, etc. La contaminación plástica “no entiende nada” de fronteras políticas ni de visados. Por el contrario, parece tener “ciudadanía” en cada país y rincón del mundo.
La contaminación por plástico ha crecido exponencialmente durante la última década y se espera que continúe haciéndolo si las medidas de mitigación no se mejoran o no se implementan adecuadamente. Lamentablemente, y a pesar de una presión social cada vez más fuerte, dichas medidas de mitigación siguen siendo tibias y muy poco centradas en el origen real del problema: la fabricación y uso masivo de productos plásticos, particularmente de aquellos descartables.
Consecuentemente, la pregunta que “flota en el aire” es: ¿Quiénes producen y utilizan masivamente esos plásticos descartables? La respuesta sorprende por su obviedad: los producen grandes corporaciones multinacionales como Dow Chemical y ExxonMobil (entre otras) y los utilizan sin control otras similares como Coca-Cola, Pepsico, Nestlé, Danone, etc. Sin embargo, la contaminación plástica tiene una “ventaja” por sobre otros tipos de contaminantes: nos permite determinar, sin posibilidad de error, el origen (responsable) de ese producto desde que el propio ego y ansias de publicidad de esas compañías los marcan y remarcan en cada una de sus envoltorios, botellas, etiquetas, etc.
En este sentido, sepamos que si caminamos por la margen del Paraná y encontramos una botella tirada el principal responsable de ese material contaminante es la compañía que lo fabricó, seguido de aquella que lo utilizó para envasar su producto, seguido de una mala gestión municipal de los residuos (ineludible responsabilidad) y por último, a mi criterio, los consumidores. Los consumidores somos la principal víctima del sistema y no el principal responsable, como Coca-Cola pretende imponer con sus múltiples campañas publicitarias, donde responsabiliza al consumidor de un problema que ellos mismos crearon: la botella descartable. Esto es un hecho que el Taller de Ecología de Rosario (en el marco del movimiento global Break Free From Plastic o Libérate del Plástico) lo sabe muy bien y trabajan fuertemente desde este punto de vista.
Fuente: El Litoral