La crianza en hábitat que impulsó el Proyecto Yacaré sigue pero sin su fase comercial, algo que lo volvió sustentable por décadas. Y ahora en los campos están, al lado de los baqueanos criadores, los investigadores: hay una fuerte impronta científica sobre las especies. Un santafesino preside el grupo de conservacionistas más importante del mundo.
El Proyecto Yacaré, modelo pionero de conservación sustentable de esa especie de cocodrilo -que permitió reintroducir en 30 años más de 80 mil ejemplares a su hábitat-, continúa en Santa Fe pero con cambios. Primero, ya no se aplica la fase de comercialización de pieles y carnes, que era la retribución económica para los pobladores que se dedicaban exclusivamente a la crianza de huevos en su lugar natural; y segundo, que ahora se imprime una fuerte impronta de la ciencia en el estudio de las especies. Y la cosechas de huevos se cubren con el dinero que generan los propios programas de investigación.
Contra los 500-600 nidos que se cosechaban años atrás, en la actualidad “se están criando entre 80 y 100 nidos por año, que son unos 3 mil huevos de yacarés por año, los cuales se utilizan básicamente para investigación. Los animales, luego de la fase científica, se devuelven a su hábitat. Lo lindo es que en las cosechas están al lado de los pobladores rurales que se dedican a la cosecha, los investigadores universitarios”, le explicó a El Litoral Alejandro Larriera, mentor del proyecto y presidente del Grupo de Especialistas en Cocodrilos a nivel mundial.
Independientemente de que la parte comercial ha terminado y bajó mucho el número de nidos cosechados, “son los gauchos los que siguen participando en las cosechas con los investigadores. Aquéllos son los que hacen el trabajo de cría. Y el dinero que genera la investigación también va para los pobladores rurales, porque el interés es que ellos sigan recibiendo un incentivo para cuidar a los yacarés”, explicó el referente.
Las razones
El corte con la fase de comercialización se debió a un contexto global. Esta instancia culminó en el 80% de los criaderos en Colombia, por ejemplo; lo mismo Bolivia y Venezuela, países que también suspendieron las fases comerciales. Esto se debió a las fuertes campañas “antipiel” de cocodrilos en todo el Planeta. “El mercado mundial de pieles de cocodrilos hace 10 años era de 2,5 millones de pieles. Hoy, ese mercado no llega a las 700 mil pieles”, estimó Larriera.
Así, el Proyecto Yacaré ahora se aplica de una forma más restringida, siempre orientado desde una perspectiva conservacionista y sustentable -tal su espíritu-, y con una fuerte orientación hacia la ciencia. “Son alrededor de 40 los investigadores que trabajan en diferentes programas de estudio sobre la fisiología y el impacto de los agroquímicos en la reproducción de los yacarés; también se realizan labores de recuperación poblacional en áreas de reserva puntuales, etcétera”, dice Larriera.
Entre otros, en la “nueva versión” del Proyecto Yacaré trabajan investigadores de la UNL -a través del departamento externo de vertebrados de la FHUC-, del ICIVet Litoral de Esperanza y del Conicet de Diamante, Entre Ríos, además de investigadores extranjeros que llegan a la ciudad.
“Básicamente, ahora en el Proyecto Yacaré se hace ciencia y difusión de estrategias conservacionistas. Dejó de aplicarse el componente del incentivo económico para la conservación mediante el uso sustentable (uso de la carne y la piel del yacaré), que representaba un beneficio para el poblador que se dedicaba a la crianza de huevos, y que nos permitió salvar una especie amenazada. Nueva época, nuevos desafíos para la conservación”, explica el experto.
Santafesino en México
Recientemente se reunió el Grupo de Especialistas en Cocodrilos en el Centro Internacional de Negocios y Convenciones de Chetumal (México). El santafesino Alejandro Larriera pasó a ser presidente del Grupo de manera interina (es vicepresidente desde 2004) y presidió la reunión mundial, días atrás.
Durante una semana se hicieron todas las presentaciones científicas y las discusiones de los grupos de trabajo sobre, por ejemplo, los conflictos entre humanos-cocodrilos o las “listas rojas”, entre muchas otras temáticas que tienen relación con la conservación de las especies en peligro.
El Grupo de Especialistas en Cocodrilos es una organización que depende de la Comisión de Supervivencia de Especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), que es la institución conservacionista más grande del Planeta.
“De los grupos de especialistas que tiene la IUCN el de Cocodrilos es el más grande, pues cuenta con 720 miembros de todo el mundo, que son representantes de entidades conservacionistas e investigadores (biológicos, veterinarios, etcétera). También hay representantes de los Estados y de los sectores productivos”, cerró Larriera.
Fuente: El Litoral