Tendrá una cúpula geodésica de 10 metros de diámetro con 73 butacas para observar el espacio. Cómo será la odisea virtual inmersiva. El avance de obra es del 65%.
Un planetario para mirar el espacio. Un planetario para mirar el movimiento de las esferas celestes, las constelaciones, la eclíptica que recorre el sol durante el día, la luna, los planetas, las estrellas distinguidas por colores, brillos, magnitud; el movimiento diurno de rotación del planeta, el movimiento de traslación a través del cual cambia el cielo durante la año, y la gran atracción: poder viajar al espacio. Ir desde la Tierra al Sol. Viajar a Marte, a Mercurio, a Venus, a los planetas gigantes, a la Luna de Júpiter; sobrevolar el planeta más grande de todo el sistema solar, viajar por los anillos de Saturno. Todo esto es lo que en breve podrán disfrutar los santafesinos y los turistas, cuando reabra el Centro de Observadores del Espacio (Code), sobre la Costanera de la ciudad. Un viaje virtual, muy real. Alucinante.
Desde hace varios años el Code está “escondido” detrás de grandes cartelones de obra. La institución tiene 60 años de vida en la ciudad. Su sede es una obra postergada que estuvo paralizada y que hace ya un tiempo atrás fue reactivada para su finalización por parte del gobierno provincial, que la financia. Desde la Costanera asoma la cúpula astronómica como atractivo o curiosidad. Adentro de esa cúpula es donde pronto sucederá la magia, donde sucederá todo, la maravilla de poder viajar al Espacio.
En obras. La escalera caracol accede a una gran terraza para ver las estrellas. Crédito: Pablo Aguirre
Es que además de las obras edilicias, se montará en el Code un sofisticado sistema para simular los viajes al espacio de manera inmersiva. “Prácticamente estaremos sentados en una nave espacial”, anticipa Jorge Coghlan, actualmente al frente de la institución. Se utilizarán programas de simulación tridimencionales para viajes intergalácticos, para pasar por cúmulos estelares, nebulosas y abandonar la Vía Láctea, nuestra galaxia, “para prolongarnos en el universo hacia otras galaxias cercanas y a las más lejanas también”, describe fascinado el astrónomo aficionado. Todo un atractivo para chicos y grandes; para vecinos y turistas.
“Será algo maravilloso”, agrega Coghlan. “En unos 40 minutos haremos un recorrido muy didáctico por el Espacio”, anticipa. Las imágenes serán “muy reales”. Serán registros originales capturados por naves espaciales, robots y grandes telescopios orbitales. A esto se le sumarán dibujos digitales “muy reales” que permitirán a quienes disfruten del viaje recostados sobre cada butaca, trasladarse por el Universo.
Eso es lo que soñó alguna vez Coghlan mirando las estrellas junto a su amigo, Ángel Meynet, tras el lanzamiento del satélite ruso Sputnik 1 (1957). Aquel lanzamiento fue el motor que impulsó a un grupo de astrónomos aficionados de la ciudad encabezados por Meynet a fundar el Code, el 22 de agosto de 1962.
Los amigos del Espacio iban de casa en casa para ver las estrellas. Muchas noches pasaron en Salta al 2600, donde vivía Meynet. Años posteriores se mudaron a barrio Fomento 9 de Julio, para contemplar los astros desde una terraza, en San Jerónimo y Juan del Campillo. Hasta que en 1993 se mudaron a su actual emplazamiento, sobre la Costanera y Calcena, tras firmar un comodato con el por entonces intendente Jorge Obeid.
El largo viaje hacia la remodelación
En el Code todos esperan que se termine la obra integral de remodelación edilicia. Están ansiosos. Es que pasaron siete años de espera. En 2016 se firmó un acuerdo entre los gobiernos provincial y municipal para la construcción del nuevo lugar. La obra debería haber estado inaugurada para fines de 2017. Pero los trabajos comenzaron recién en abril de 2018. Al año siguiente, los problemas se profundizaron y la empresa adjudicataria se retiró, dejando el lugar en “ruinas”, según palabras del director del Code. Tras casi dos años de parate, el 1° de septiembre de 2021 la constructora Cocivial S.A. se hizo cargo de las tareas de remodelación. Y desde entonces avanza, al ritmo de los vaivenes de la economía del país. Pronto estará terminada.
Domo. Detrás de Jorge Coghlan se erige la gran esfera “mágica” donde ocurrirá la maravilla, viajar por el espacio. Crédito: Pablo Aguirre
Lo que falta es terminar de construir un patio con balcón hacia la laguna Setúbal, en el que se podrán realizar charlas y encuentros bajo las estrellas. Habrá un elevador exterior para acceder al primer piso, una segunda escalera exterior que facilite la circulación, la ampliación del salón auditorio que se transformará en un espacio de exposición de más de 300 maquetas espaciales y la biblioteca con publicaciones de gran valor histórico de la Nasa. Luego falta terminar los detalles del Planetario de diez metros de diámetro e instalar todo el instrumental, el nuevo auditorio y un salón de charlas. Por último, también faltan los detalles de las terrazas, a donde habrá paneles solares para abastecer el edificio.
Fuente: El Litoral