Hay dos momentos en los que vemos la Luna de diferente color, más rojiza.
La pregunta sobre por qué la Luna se ve algunas veces más grande de lo habitual, y de otro color, no es sencilla porque tiene muchas ramificaciones. Primero vamos a la percepción del color, que sí es real. A veces vemos la Luna realmente naranja, y en ocasiones incluso roja. La vemos naranja cuando está en el horizonte y eso es muy sencillo de entender. Es por el mismo motivo por el que al Sol lo vemos más anaranjado en los amaneceres y atardeceres. Se debe a un fenómeno llamado dispersión de Rayleigh. La atmósfera está llena de pequeñas moléculas que dispersan la luz de manera diferente dependiendo del color de esa luz. La más azul que tiene una menor longitud de onda se dispersa en todas las direcciones. Pero la luz roja (o anaranjada) que tiene mayor longitud de onda es capaz de atravesar mayores distancias a través de esas partículas y llegar hasta nosotros. Esa es también la razón por la que vemos el cielo azul.
Cuando hay un eclipse de Luna también podemos observar este fenómeno aunque esté arriba en el cielo y no en el horizonte. En este caso, la luz está atravesando la atmósfera de la Tierra que está en medio. En un eclipse de Luna, la Tierra se interpone en el camino de los rayos del Sol que se reflejan en la superficie de la Luna. La luz azul que atraviesa la atmósfera terrestre se dispersa en todas las direcciones con lo cual no llega a la superficie de la Luna y la que es más rojiza sí llega porque no se dispersa tanto y por eso vemos la Luna de ese color.
Resumiendo, hay dos ocasiones en las que vemos la Luna de diferente color, más rojiza. Una es cuando está en el horizonte y otra es en un eclipse de Luna. Pero también la cantidad del polvo en suspensión que haya en la atmósfera puede hacer que veamos lunas o soles anaranjados, por ejemplo, en situación de calima o si hay grandes incendios.
Por lo que respecta al tamaño, las lunas grandes son siempre una ilusión óptica. En una misma noche de Luna llena, por ejemplo, la distancia entre nuestro satélite y nosotros no cambia, la vemos aparecer por el este y se pone por el oeste. Y, sin embargo, percibimos que es muy grande cuando está en la línea del horizonte y más pequeña cuando está sobre nuestras cabezas. Lo que ocurre es que cuando está en la línea del horizonte, lo normal es que tengamos algún punto de referencia: un árbol, una montaña, un edificio… Por eso nos parece muy grande. Sin embargo, cuando está arriba nos parece más pequeña porque no tenemos con qué compararla. Pero es muy fácil de comprobar que tiene el mismo tamaño. Se puede hacer una fotografía con el mismo zoom en ambos momentos o estirar el brazo y compararla con la uña. Si la medimos, el tamaño es exactamente el mismo. Y esto es así porque la distancia entre la Luna y la Tierra no cambia en una noche. El tamaño es exactamente el mismo porque la distancia es la misma. Se cree que esta diferencia de apreciación es un efecto de cómo procesa nuestro cerebro las distancias cuando tiene un objeto muy lejano y tiene que buscar como referencia un objeto más cercano.
Es decir, sabemos que su tamaño es el mismo y sabemos también que cuando la miramos en esos momentos distintos nos parece que no lo es, pero todavía no entendemos exactamente por qué ocurre esto.
Quizá has oído hablar alguna vez de las superlunas. Aunque es un término que no está aceptado por la Unión Astronómica Internacional, que es el organismo que se encarga de ponerle nombre y clasificar los objetos celestes, sí es bastante popular. La órbita de la Luna no es circular, es elíptica. Eso quiere decir que en algunos momentos está más cerca de la Tierra que en otros, y la diferencia de distancia es muy grande. La distancia más corta son 330.000 kilómetros, se llama perigeo, y la más larga, el apogeo, son unos 407.000. El momento en el que la Luna está más cerca de la Tierra no siempre coincide con la Luna llena, pero cuando coincide es a lo que se llama superluna. Aunque es importante recordar que en ese momento no se ve mayor, solo si se usa un telescopio profesional se podría medir la diferencia de tamaño, pero a simple vista se ve igual que siempre.
Eva Villaver Sobrino es doctora en astrofísica, directora de la Oficina de Espacio y Sociedad de la Agencia Espacial Española y Profesora de Investigación en el Instituto Astrofísico de Canarias.
Pregunta enviada vía email por Luka Pérez Lazkoz (11años).
Coordinación y redacción: Victoria Toro.
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Fuente: El Pais