Las mujeres siguen asumiendo el 70% de las tareas domésticas y de cuidado lo que limita su acceso al empleo y a oportunidades de formación.
En el marco del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, la Usina de Datos junto con el Área de Género y Sexualidades de la Universidad Nacional de Rosario realizaron un informe sobre desigualdades de género en la ciudad que aborda el acceso al empleo, la distribución de tareas de cuidado, las brechas salariales, la seguridad social y la educación.
A partir de datos provenientes del Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda 2022, la Encuesta Permanente de Hogares y otras fuentes, se evidencian brechas estructurales que afectan principalmente a las mujeres y diversidades.
Entre los principales hallazgos se destacan que la ciudad de Rosario presenta un Índice de femineidad de 112 mujeres por cada 100 varones, con una mayor concentración femenina en los grupos etarios más avanzados. Por primera vez, el Censo 2022 permitió visibilizar a la población trans y no binaria: un 1% de las mujeres y un 0,9% de los varones se identificaron con una identidad de género diferente a la asignada al nacer.
De acuerdo al estudio, las mujeres siguen asumiendo el 70% de las tareas domésticas y de cuidado, lo que limita su acceso al empleo y a oportunidades de formación. Esto se ve reflejado en las tasas de actividad y empleo que son significativamente menores para las mujeres en comparación con los varones, mientras que las tasas de desocupación y subocupación son más elevadas en la población femenina.
En cuanto a las formas más visibles de subutilización de la fuerza de trabajo en los últimos cinco años, también se muestra una evolución diferenciada entre mujeres y varones. La pandemia impactó fuertemente en el mercado laboral de Rosario, con aumentos de la desocupación y subocupación en 2020. A partir de 2021, la recuperación fue más rápida en los varones que en las mujeres, reflejando desigualdades estructurales en el acceso y mantenimiento del empleo. En 2024, se observa un aumento de la subocupación en ambos géneros, lo que puede sugerir una mayor precarización laboral o dificultades en la generación de empleo de jornada completa.
Si bien la tasa de actividad femenina creció en los últimos años, las mujeres aún enfrentan mayores barreras para acceder a empleos formales y bien remunerados, un fenómeno asociado a factores culturales, sociales y económicos, entre otros. “Al asumir mayormente las tareas de trabajo no remunerado, el acceso y participación en el mercado laboral está condicionado debido a esta doble presencia”, expresa el estudio.
Los efectos son diversos y se evidencian limitaciones relacionadas con la cantidad de los puestos ocupados por mujeres pero fundamentalmente su calidad. De este modo, las mujeres mayormente se insertan en sectores de baja remuneración y el acceso a posiciones jerárquicas y de decisión en las organizaciones es limitado, a pesar obtener mayores niveles de educación que los varones.
Por ejemplo, durante el tercer trimestre de 2024, la disparidad de ingresos en la ocupación principal para el Gran Rosario alcanzó el 27,4%, lo que confirma la persistencia de la desigualdad de género en el ámbito laboral. En 2019, las mujeres ganaban, en promedio, un 34,7% menos que los varones. Aunque esta diferencia se redujo en algunos períodos, volvió a incrementarse en 2023 hasta llegar al 33,6%.

A pesar de que las mujeres presentan mayores niveles educativos, esto no se traduce en mejoras proporcionales en su inserción y desarrollo laboral. En el Gran Rosario, la proporción de mujeres con estudios universitarios completos es consistentemente mayor que la de los varones, reflejando una tendencia global en la que logran mayores niveles educativos. Se observa que, mientras el porcentaje de varones con nivel universitario completo oscila entre el 13,5% y el 20,2%, en el caso de las mujeres el rango es más alto, con valores que van del 17,2% al 27,5%.
Para los investigadores, este fenómeno puede pensarse como originado en múltiples factores. Por un lado, la masificación del acceso a la educación superior en Argentina favoreció particularmente a las mujeres, quienes han reducido las brechas históricas en el acceso a la educación. Por otro lado, a pesar de su mayor formación, las mujeres enfrentan dificultades para transformar este capital educativo en mejores condiciones laborales, lo que se evidencia en la persistencia de la brecha salarial de género y en la segregación ocupacional, los llamados “techos y paredes de cristal”.
El análisis de la jerarquía ocupacional muestra diferencias significativas. Mientras que solo el 4,5% de las mujeres ocupadas se desempeñan como jefas o directoras, este porcentaje asciende al 8,4% en el caso de los varones, lo que demuestra una menor presencia femenina en roles de liderazgo y toma de decisiones.
Por otra parte, en materia de seguridad social, se destaca que el 85% de las mujeres jubiladas en la provincia de Santa Fe accedieron al derecho a través de moratorias, lo que evidencia trayectorias laborales más fragmentadas. En este sentido, se advierte que “la eliminación de esta política previsional impactará negativamente en el acceso a la jubilación de la mayoría de las mujeres”.
El informe muestra avances en la visibilización de las desigualdades de género en Rosario, pero también evidencia la persistencia de múltiples brechas que limitan el acceso de las mujeres y diversidades a derechos fundamentales. “Si bien hubo mejoras en la participación laboral femenina y en el reconocimiento de identidades de género diversas, las barreras estructurales siguen siendo significativas”, expresa la investigación de la UNR.
Las brechas en empleo, ingresos y seguridad social siguen afectando principalmente a las mujeres, reforzando inequidades estructurales. En este sentido, subrayan que “para reducir estas desigualdades, es fundamental continuar con la producción de estadísticas con perspectiva de género y avanzar en políticas públicas inclusivas”.
Periodista: Victoria Arrabal/Fotógrafa: Camila Casero
Fuente: UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO