Según un reporte sobre cambio climático y salud en Latinoamérica, la enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti es uno de los efectos más acuciantes actualmente.
La cifra de personas con dengue sigue aumentando semana tras semana en Santa Fe y en la Argentina, donde la epidemia está muy cerca de alcanzar la misma dimensión que tuvo en el año 2020. Lejos de ser una situación sanitaria aislada, la región presenta un panorama similar. “Las condiciones medioambientales cambiantes están afectando a la distribución geográfica de las enfermedades infecciosas. La región es endémica para el dengue, responsable de una elevada carga de morbilidad y de frecuentes ciclos epidémicos”, informa el reporte presentado en marzo por The Lancet para Sudamérica, donde evalúa el impacto del cambio climático sobre la salud humana.
Además de las presiones relacionadas con el clima, la urbanización y la movilidad en países como Brasil y Perú han aumentado la propagación del dengue a latitudes más altas y zonas menos pobladas, consigna el informe.
Andrés G. (Willy) Lescano, Profesor asociado de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, Jefe de la Unidad de Investigación en Enfermedades Emergentes y Cambio Climático comentó sobre el tema.
El ida y vuelta telefónico a tantos kilómetros de distancia se produjo a fines de marzo, ya con temperaturas más acordes al otoño santafesino y con el clima templado que caracteriza a Lima, la capital del país andino. Pero con el tema dengue en plena eclosión en nuestro país y en países limítrofes.
– El reporte de The Lancet aborda varios de los aspectos relacionados con el clima que son los que estuvimos atravesando en la zona central de país, donde está Santa Fe: diez olas de calor entre noviembre y marzo, sequía (ahora en retirada) y un aumento de casos de dengue.
– Lo que el informe está enfocando es en el indicador de idoneidad climática para el desarrollo del vector, el aedes aegypti, basado en parámetros afectados por el cambio climático.
Ese indicador ha sido evaluado para múltiples países y en la mayoría ha demostrado un incremento de la idoneidad climática para la transmisión de dengue y otras enfermedades transmitidas por el mismo mosquito.
Argentina no ha tenido una tendencia tan clara en ese sentido, pero es la primera vez que estamos mirando los datos de manera regional y es un proceso de aprendizaje. Lo que puede estar pasando con Argentina es que, al ser un país tan grande y ecológicamente diverso, este aparente incremento de idoneidad climática que se está viendo en Santa Fe y se puede ver en otras regiones del país está balanceado con la ausencia de idoneidad climática en otras partes, mucho más al sur.
– Lo novedoso de este informe fue que por primera vez se puede tener certeza sobre esta vinculación entre cambio climático y salud para Sudamérica. ¿Qué otros datos llamaron la atención al equipo que trabajó en este reporte?
– Cada grupo ha trabajado en sus propios indicadores. Definitivamente olas de calor ha sido algo que sabíamos que estaba presente pero la magnitud y la cantidad de países involucrados, incluso algunos de climas más templados, ha sido interesante. Más que algún indicador en particular, algo que resonó mucho en múltiples países de la región fue el efecto de los fenómenos del Niño y la Niña y cómo se acumulan anomalías, impactos y vulnerabilidades en la salud. Y sabemos que algunos factores de la severidad de los fenómenos del Niño son empujados por el cambio climático.
Eso resonó mucho y por eso pedimos mejor planificación, adaptación y mitigación de los efectos del Niño porque es un elemento que vamos a sufrir de manera importante.
Pero más que un indicador u otro, creo que la multidimensionalidad de los impactos llaman mucho la atención: estamos golpeados en diferentes áreas de la salud, en diferentes grupos etarios, diferentes sectores poblacionales: las urbanas por un lado y las rurales por el otro.
Todos estamos vulnerables y afectados, y por eso es importante actuar.
En otros países se llama manejo de inservibles, en Argentina es descacharrado. El mensaje es el mismo: para prevenir la proliferación de mosquitos que transmiten el dengue es fundamental eliminar elementos que acumulen agua.
Un reto
– Volviendo al tema dengue, ¿es una enfermedad que va a seguir presente en la región? ¿Qué más tendríamos que saber para estar mejor preparados?
– En el caso del dengue, dado que es una enfermedad muy estacional con ciclos claramente definidos, nos permite planificar las actividades y trabajar en los períodos de baja transmisión, de baja densidad vectorial e involucrando a la comunidad en esta respuesta.
Es imposible tener un gran impacto trabajando solo desde el sector público; entonces es muy importante que la comunidad entienda lo cerca que vive con el mosquito, las cosas que puede hacer para controlarlo y facilitar las actividades de control que realiza el sector público.
Es todo un reto porque hay mucho cansancio: es un tema de todos los años, todas las temporadas, juntando nuevos esfuerzos, invirtiendo tiempo y haciendo campañas.
Por eso creo que es muy importante involucrar a la comunidad y comprometerla en las actividades de control vectorial.
Tenemos zonas muy áridas en el norte de Sudamérica donde la gente guarda agua en recipientes y esa práctica se convierte en un factor de riesgo. Mientras, ustedes tienen zonas muy tropicales como Misiones donde llueve masivamente. Y de pronto, cualquier cáscara o un neumático se llena de agua y ahí es donde crece el mosquito.
Fuente: El Litoral