El bruxismo es un tema recurrente en la actualidad; las placas de descanso han copado muchas bocas. Casi sin diferencias pareciera que todos apretamos o rechinamos los dientes mientras dormimos y que la solución proviene de un único elemento que calma o, al menos aminora las consecuencias.
Dos especialistas que conforman un equipo interdisciplinario para trabajar esta problemática hablaron con Ideas del Litoral. Ellas proponen un modo distinto de abordar y trabajar el bruxismo desde un mirada integral, como un comportamiento que debe ser atendido, en ocasiones, desde distintas especialidades.
La medicina trata con organismos vivos que se complejizan por factores culturales, y emocionales, fenómenos externos y procesos internos que lo vuelven aún más enigmáticos. Por ello, las distintas ramas que trabajan y piensan el cuerpo tienen que contemplar un panorama amplio y tan variado como personas existen.
¿Por qué bruxamos?
La Magister y Doctora en odontología Desiré Grass y la Licenciada en kinesiología y fisiatría, Mariana Alejandra D’Angelo, forman un equipo interdisciplinario para el tratamiento de las disfunciones mandibulares. Estas disfunciones están relacionadas con una amplia variedad de patologías o afecciones que se pueden manifestar a partir de un dolor de rodillas sin causa aparente o por ruidos y molestias relacionados con el oído, como la tinnitus y acúfenos, (percepción de zumbido o silbido en los oídos que puede ser constante o esporádico), dolor y picazón de oído, tos seca sin explicación, dolores de cabeza cervicogénicos, bruxismo y bricomanía (rechinamiento dental).
El bruxismo se caracteriza por la contracción de los músculos masticatorios, los más fuertes son el maseteros y el temporal, provocando un cierre de la mandíbula, este movimiento puede darse de manera aislada y sostenida o en series repetitivas y rítmicas. Grass y D’Angelo nos explican que existen dos tipos de bruxismo: “uno que se produce durante el sueño, que se relaciona con el ciclo de sueño y con la forma en que dormimos, y otro que se da durante la vigilia, en el día, este es inconsciente y se lo relaciona con el estrés.”
En el año 2018 fue definido como un comportamiento, y no como un trastorno o una patología, porque “es una alteración de los neurotransmisores del sistema nervioso central, en especial de la dopamina y serotonina, que pueden alterarse por diversos factores”.
De este modo, como afirman las especialistas, el bruxismo no tiene un tratamiento específico, sino que cada persona tiene que aprender a manejarlo, cómo hacerlo depende de la razón y su manifestación. Entonces, en primer lugar se debe definir si la acción de apretar los dientes se produce durante la vigilia o el sueño para luego evaluar otras características de la persona como, su alimentación, el consumo de azúcar, el tiempo que pasa frente a las pantallas, la postura o acidez bucal. “Por ejemplo, una persona con una postura en donde la cabeza tiene una posición más anterior tiene tendencia a la cifosis de la columna cervical, esto genera un estrechamiento de las vías aéreas y puede llevar a algunos pacientes a roncar o producir bruxismo. En estos casos hay que hacer higiene y desprogramación de postura (un trabajo con recomendaciones para mantener una correcta alineación del cuerpo).”
Al respecto, el doctor Mariano Rocabado, un reconocido investigador del tema diseñó los protocolos de evaluación más usados en el mundo como el mapa del dolor y el trazado cefalométrico para realizar diagnósticos. De acuerdo con las entrevistadas, Rocabado “cambió los paradigmas de evaluación planteando el Concepto Tricéntrico en el que la oclusión se integra dentro de la unidad del cuerpo y se evalúa según la situación de columna cervical, la posición de la cabeza en el espacio, en conjunto con una evaluación de la Articulación Témporo Mandibular (ATM ) para definir el tipo de oclusión, entendiendo que este es el resultado de la relación de los factores anteriores.”
Placas de relajación para todos
Dentro de la kinesiología existen diferentes ramas de especialización, como la osteopatía, quiropraxia, posturología y estomatología. El sistema estomatognático es el responsable de las funciones vitales como respirar, hablar, deglutir y succionar. Este es el primero en activarse al nacer, por eso la postura de nuestro cuerpo se adapta a la información que este sistema le otorga. La articulación de la mandíbula es compleja y apasionante ya que está compuesta por dos unidades que trabajan en conjunto pero también de manera opuesta, y es la única del cuerpo que tiene un disco intraarticular que la divide en dos articulaciones y funciona como otro hueso. Además, es la principal receptora de postura ya que en base a la oclusión o articulación de los dientes adapta la postura de la cabeza y le informa al resto del cuerpo, a través de la columna, la tensión de los músculos insertos en el hueso hioides.
Las placas o férulas de relajación son dispositivos que se instalan sobre los dientes para encontrar el equilibrio músculo-esquelético y oclusal en pacientes que padecen disfunciones témporo-mandibulares como el bruxismo. Este suele manifestarse con síntomas como dolores de cabeza, articulares, cervicales, entre otros. Existen diferentes tipos de placas o férulas. Por ello, para seleccionar la correcta para cada paciente se debe realizar una evaluación del caso teniendo en cuenta la postura, el posicionamiento de la lengua y el hueso hioides.
Entonces, la placa de relajación no es para todos ya que estas no solucionan el bruxismo sino que ayudan a aliviar sus consecuencias cuando sobrepasaron los mecanismos de defensa. Se bebe considerar qué tipo de placa se necesita y cuál es la función que debe cumplir. Existen algunas de materiales más duros y menos deformables que al colocarse entre los dientes estimulan la contracción de los músculos. Por otro lado, las de materiales más blandos y deformables permiten acortar la longitud del músculo. También, la placa se puede diseñar para traer la mandíbula hacia adelante temporalmente y cambiar la carga de la región dolorosa.
Desiré Grass explica, “Las placas que más se utilizan hoy en día no están pensadas para descargar la fuerza correcta en la articulación sino para proteger las piezas dentales y preservarlas. Esto puede provocar el aumento de fuerza muscular, bruxismo o bricomanía por medio de la activación del reflejo por la presencia de un cuerpo extraño. Por eso es que el usuario de estas férulas suele romperlas.”
Por otro lado, Mariana D’Angelo aclara, “Como kinesióloga, creo que en la sociedad las placas están sobrevaloradas, se las usa como protección solamente y no como tratamiento del problema en sí. Creo que el desconocimiento y la rivalidad entre disciplinas muchas veces lleva a la falta de información en la sociedad”.
Sin embargo, un punto que ambas especialistas resaltan con el que se debe tener especial cuidado es con el uso de botox. “Hoy en día para salir del cuadro de dolor y bruxismo hay profesionales que inyectan Toxina Botulínica (Botox) en el músculo masetero como una solución al problema. Esta no es una práctica aconsejable porque la baja duración de la aplicación, entre 4 y 6 meses, provoca una dependencia al fármaco que puede degradar la fibra muscular de la articulación de la mandíbula generando atrofia, artrosis y osteopenia en.”
Un abordaje integral
El trabajo combinado de especialistas de distintas áreas que se han formado en la temática puede dar respuestas más integrales a la problemática. Dependiendo la causa y el desarrollo de la problemática serán los tratamientos necesarios. En la mayoría de los casos basta con utilizar una placa para hacer las descargas correctas y, al mismo tiempo, realizar una desprogramación de la postura global con el kinesiólogo, modificando la posición del cráneo y la mandíbula, trabajando su articulación. Pero, en otros casos, también es recomendable abordar un tratamiento con un psiquiatra que regule los neurotransmisores para disminuir las descargas nerviosas sobre el músculo esquelético en general. El cuerpo es una máquina compleja y sorprendente que funciona en conjunto aunque en ocasiones se analicen sus partes por separado. Entenderlo como un todo puede contribuir a buscar respuestas más globales que piensen un tratamiento en el que se aborden diferentes ejes que son centrales y que afectan o condicionan esa problemática principal. Tener un registro consciente del modo en el que nuestro cuerpo reacciona a situaciones específicas, pedir que los especialistas que nos atienden nos expliquen las causas y los tratamientos que necesitamos, nos ayuda a profundizar la comprensión del funcionamiento de nuestro organismo y saber que no existe un único modo de abordar una problemática.