El Laboratorio de Sociología Clínica de la Universidad Nacional de Rosario advierte sobre el inicio de una sintomatología de sufrimiento social equiparable a crisis profundas, como la de 2001. Los empleados viven una sensación de caída libre.
Cortar Netflix, dejar de comprar gaseosas o salir a tomar un cafecito con cierto sentimiento de culpa pasaron a formar parte del cotidiano de un amplio sector de la clase trabajadora rosarina. El ajuste impacta fuerte y arrasa con ciertos hábitos de consumo arraigados, especialmente en los sectores medios de la población. Un escenario que, además, llega acompañado de un conjunto de emociones perturbadoras: la sensación de caída libre y la de desprenderse de la clase social de la que uno se siente parte. Este escenario fue analizado desde el Laboratorio de Sociología Clínica de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), que en los últimos días alertó a través de un comunicado sobre la incipiente aparición de un cuadro compatible con lo que se denomina “neurosis de clase”. Un diagnóstico que se describe como la imposibilidad de procesar la pérdida de estatus social causada por el agravamiento acelerado de la situación económica.
“Vemos con preocupación que, dada la gravedad de la actual situación social por la que atraviesa nuestro país, y el agravamiento acelerado de la misma, puede desencadenar una incipiente neurosis de carácter social con algunas de las particularidades de lo que en Sociología Clínica conocemos como neurosis de clase”, manifestó a través de un documento el licenciado Julio Cesar Luna, director del laboratorio, que a través de una investigación midió en grupos de personas el impacto de la crisis económica actual.
“Esta crisis no es solo económica, sino también social, signada por la incertidumbre económica, la caída abrupta del poder adquisitivo del salario, la detención de los procesos de movilidad ascendente, el aumento de la indigencia y la pobreza”, indicó y alertó: “De no haber una contención acorde a la situación que estamos viviendo, puede potenciar la aparición de síntomas del espectro de la ansiedad o la depresión, alteración del sueño, preocupación excesiva, expresión de sufrimiento en forma de ansiedad o malestar emocional, entre otros síntomas”.
Para profundizar en los resultados de esta investigación, La Capital dialogó con Luna, quien dio explicaciones sobre el trabajo que realiza el laboratorio de la universidad pública y el concepto de neurosis de clase. Un diagnóstico que en la actualidad define como incipiente pero que, de profundizarse la crisis económica, conduciría a emociones de sufrimiento social compatibles a lo experimentado durante la crisis de 2001. Un momento histórico que también fue estudiado en conjunto con el Laboratorio de Cambio Social y Político de la Universidad de París VII, especialmente el caso del movimiento en defensa de la vivienda única de Rosario, que surgió a finales de la década de los 90, y del que Luna fue miembro fundador.
-¿Cuánto tiempo hace que trabaja el equipo de investigación del Laboratorio y de qué modo?
-El Laboratorio de Sociología Clínica fue creado en el 2017 en la Facultad de Humanidades y Artes. Funciona dentro del centro de estudios para América latina contemporánea que dirige el doctor Gustavo Guevara. Además, se fundó con el respaldo de la Red Internacional de Sociología Clínica, quien nos apadrina, y también trabajamos con el Laboratorio de Cambio Social y Político de la Universidad de París VII. Este laboratorio de la UNR se creó con la idea de trabajar en talleres de historias de vida, que es lo que venimos haciendo. Y junto a todos esos equipos también estudiamos los orígenes del movimiento en defensa de la vivienda única de Rosario que surgió a finales de la década de los 90.
-¿Cómo fue la metodología de la investigación que culminó con la publicación de este documento de alerta?
-Decidimos medir, a través de entrevistas en profundidad, el malestar social que se percibe. Para eso armamos, dos focus group conformados por personas de la ciudad de Rosario, de distintos estratos sociales, fundamentalmente medios y bajos. En el segundo grupo, incorporamos personas de la vecina ciudad de Granadero Baigorria, y todos ellos con una situación laboral estable, es decir eran, personas ocupadas. Aclaro que las entrevistas fueron realizadas hace 20 días, antes de medidas resonantes como la quita de subsidios al transporte o los anuncios de fuertes aumentos en los servicios públicos que van a sacudir aun más el poder adquisitivo de las familias. Las preguntas focales eran cómo se sentían en este momento, qué perspectivas tenían a mediano plazo, y les pedíamos -a quienes quisieran compartirlo- que contaran a quién habían votado. El resultado que obtuvimos fue que el nivel de preocupación era altísimo, la mayoría de ellos contaban que habían cortado servicios que antes podían costear, por ejemplo Netflix, o dejaron de consumir gaseosas. Uno de ellos contó: «Yo tenía por costumbre salir a tomarme un café, ahora lo voy a tomar, pero lo tomo con culpa”. Todo esto da la pauta de cómo nos estamos sintiendo. Uno de ellos manifestó que había votado a Milei y que tenía esperanza de que esto cambie a mediano plazo, pero que por el momento no le podía comprar a su hija la mochila que quería. Entonces lo que se nota es angustia. Lo que vemos nosotros no es una neurosis de clase propiamente dicha, sino una incipiente neurosis de carácter social, con algunas particularidades de los que llamamos en sociología clínica “neurosis de clase”.
-Este concepto de neurosis de clase, ¿en qué se traduce?
-Fue Vincent de Gaujelac quien dio forma al concepto de neurosis de clase. Un reconocido sociólogo que fue destacado con el título de Doctor Honoris Causa por la UNR. Lo que Gaujelac dice es que no hay una clase que sea neurótica, pero sí, que un cambio de estatus social conlleva a generar cierta preocupación y culpas y conduce a una sintomatología que puede asociarse a una neurosis.
-Y en esta investigación, ¿cuáles son los síntomas mas notables que detectaron en este conjuntos de personas?
-Lo que vemos en el presente es la pérdida del poder adquisitivo del salario y del nivel de vida, lo que hace que nos empecemos a limitar a un montón de cosas. En todo el trayecto que hicimos del focus group detectamos síntomas dentro del espectro de la ansiedad, la alteración del sueño, una preocupación excesiva y malestar emocional. En la sociología clínica, la palabra clínica se toma del médico clínico, que es el que escucha al paciente y sabe todo de él. Entonces podemos decir que la sociología clínica es una transdiciplina, porque trabajan conjuntamente la sociología y la psicología en un punto en común.
-¿Estos síntomas que pudieron medirse son equiparables al proceso de degradación y sufrimiento social vivido en épocas críticas como el 2001?
-Sí, pero de la experiencia que tuve de aquella época creo que aun no hemos llegado a eso, fue mucho más duro emocionalmente, y espero que no lleguemos. Creo que lo que se está viviendo ahora es algo incipiente, algo que recién comienza y con este documento quisimos poner esa voz de alarma porque hay situaciones críticas. Por ejemplo, quienes afrontan créditos o la dificultad para pagar el alquiler, son algunas de las cuestiones que pueden desencadenar en el presente lo sentido en aquel momento.
-¿En este grupo de personas entrevistadas primó una mirada esperanzadora a futuro o la percepción de que se está en caída libre?
-Hoy prima mucho más la percepción de que se está en caída libre y por eso el alerta que emitimos. Nuestro trabajo es mas bien reservado, es la primera vez que publicamos un comunicado, fue tal el impacto que decidimos poner en alerta a los sectores políticos.
-El laboratorio está en permanente contacto con profesionales de otras latitudes. ¿Qué mirada percibís que tienen investigadores de otros países sobre lo que sucede en Argentina?
-Como decía, el laboratorio integra la Red Internacional de Sociología Clínica. Después de conocerse el resultado del balotage en el que fue electo un candidato que se define como anarco-capitalista, el equipo recibió pedidos de interpretación por parte de colegas de otras geografías que, en principio, no pudo responder ante lo disruptivo y singular del fenómeno. Dentro de la red, nosotros integramos el nodo sur junto con países como Colombia, Brasil, México, Uruguay y chile, Al día siguiente que Milei ganó las elecciones, nos pedían algunas respuestas sobre el fenómeno que no podíamos dar. Los sociólogos de esos países lo viven con preocupación porque temen rupturas políticas en las relaciones con Argentina. Ellos nos quieren integrados a la región, no apartados. Hay preocupación de los colegas de otras latitudes respecto a lo que suceda en Argentina en términos sociales. Y en términos políticos, ellos no descartan el desarrollo de una especie de fascismo.
Fuente: Universidad Nacional de Rosario