Perros y gatos: la ciencia afirma que cada vez más se parecen biologicamente

Por Redacción IDL

La selección artificial ha hecho que los cráneos de carlinos y gatos persas se parezcan más entre sí que a los de otros ejemplares de sus propias especies.

Habrá oído aquello de que las parejas que permanecen juntas durante muchos años se acaban pareciendo físicamente. La ciencia lo ha investigado y, aunque todavía no hay una respuesta concluyente, la mayoría de estudios se inclina hacia el sí, por una exposición a las mismas condiciones ambientales, estilos de vida, y una tendencia a mimetizar expresiones y gestos. Pero ahora resulta que a los perros y gatos les pasa lo mismo, hasta el punto de que, biológicamente, ya somos casi incapaces de diferenciar entre el cráneo de un carlino y el de un gato persa.

Tras siglos metidos en nuestras casas y en nuestro estilo de vida, la crianza intensiva de especies con caras aplastadas y aspecto peluchoso, ha hecho que los cráneos de los carlinos y los gatos persas hayan evolucionado hasta ser más similares entre sí que con el resto de ejemplares de su propia especie.

Por primera vez, científicos de la Universidad de Cornell y la Universidad de Washington han logrado demostrar que nuestras presiones selectivas por la cría de determinados gatos y perros ha derivado en lo que la ciencia denomina convergencia: la tendencia de animales y plantas que no tienen ninguna relación entre sí, pero que acabar desarrollando características similares en condiciones ambientales similares. A la hora de valorar la velocidad en la evolución cabe recordar que el perro desciende del lobo gris (Canis lupus), a años luz de lucir una cara achatada, y el gato del gato montés africano (Felis silvestris lybica).

La convergencia se observó en todas razas con caras cortas, conocidas técnicamente como braquicéfalas o aplastadas. Como resultado de nuestra selección artificial, apunta el estudio que acaba de publicar la revista científica PNAS, estas razas que han estado evolutivamente separadas durante 50 millones de años, de repente, vuelven a converger.

«Los gatos persas, los perros carlinos y los pequineses tienen cráneos muy similares, con caras planas y cortas, y sus hocicos y paladares están inclinados hacia arriba de la misma manera», afirma Abby Drake, profesora titular de Cornell, y autora del artículo junto con Jonathan Losos, profesor de biología de la Universidad de Washington.

Los autores analizaron 47 puntos de referencia en 3D en 1.810 cráneos de perros, gatos, gatos monteses (Felis silvestris), lobos (Canis lupus) y otros miembros vivos de las familias Felidae Canidae, y del orden Carnivora. Las mediciones se obtuvieron de instituciones veterinarias, colecciones de museos y MorphoSource, un archivo digital de historia natural.

Cuando la convergencia ocurre mediante selección natural, como en el desarrollo de las alas de aves, murciélagos e insectos, suele ser señal de un rasgo exitoso, apuntan los científicos. Pero no sabemos qué sucede cuando se ve forzada por nuestras preferencias estéticas. «Los humanos han llevado a las razas braquicefálicas a tales extremos que son susceptibles de problemas respiratorios, alimentarios y de parto, además de que no sobrevivirían en la naturaleza«, apunta Drake.

La selección artificial ha dado lugar a una notable diversidad tanto de gatos como de perros aunque, en el caso de los segundos, la diversidad es aún mayor, hasta el punto de que son más diversos que todo el orden de los carnívoros. Aunque los gatos también son más diversos como especie que toda la familia Felidae, que tiene 41 especies. «Estamos observando una variación evolutiva muy grande dentro de una especie que lleva evolucionando muy poco tiempo, y eso es algo extraordinario», concluye Drake.

Fuente: El Mundo

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