El valor de promover la conservación de la diversidad biológica

Por Redacción IDL

La biodiversidad, diversidad biológica o variedad de formas de vida no es solo un inventario de especies o genes. Es la trama compleja y dinámica de la vida: millones de organismos que coevolucionaron, interactúan, dependen unos de otros y de sus entornos. Esto incluye a las personas, sus culturas, sus saberes y sus formas de habitar y relacionarse con la naturaleza.

En este sentido, la biodiversidad posee una dimensión biológica y una dimensión cultural. Esta última representa los modos en que los pueblos se vinculan con su ambiente, son parte constitutiva del entramado que conformamos entre todos los organismos. Cada práctica de uso, de cuidado, de concepción de la naturaleza y la forma de nombrar a las especies, es también biodiversidad.

En todos los escenarios la interdependencia es clave porque los procesos fisiológicos, metabólicos y ecológicos que sostienen la vida (como la fotosíntesis, la polinización, el reciclado de la materia o la regulación del clima) dependen de redes complejas de organismos en interacción. Ningún ser vivo, ni siquiera una bacteria, puede mantenerse aislado completamente: todos necesitamos de la interacción con otros organismos y con un contexto para la vida.

Los estudios sobre biodiversidad que vienen realizándose desde hace tiempo, nos indican que transitamos una crisis global que combina pérdida de especies, cambio climático y transformación del uso del suelo y, por tanto, de los ecosistemas. Sin embargo, esta crisis no es solo ambiental, trasvasa a las dimensiones sociales y políticas ya que afecta de manera directa nuestra salud, nuestra alimentación, los lugares que habitamos y los modos en los que vivimos. En ese sentido, es necesario comprender y sostener la complejidad, las interacciones, las relaciones de reciprocidad en las que se organiza la vida, las comunidades y los sistemas ecológicos. La riqueza está en lo diverso, en la multiplicidad de posibilidades de vida y de dar respuesta, en la capacidad de generar vínculos diversos y creativos.

La biodiversidad no constituye un recurso a explotar, sino que es la condición que hace posible la continuidad de la vida, por lo que preservarla en su complejidad es también sostener los múltiples modos de vivir, de nombrar y de imaginar otras respuestas a las problemáticas y desafíos actuales.

La biodiversidad de nuestros sistemas acuáticos desde el INALI

Desde hace más de 60 años, en el Instituto Nacional de Limnología (INALI, CONICET-UNL) estudiamos la diversidad biológica de nuestros sistemas acuáticos. Entre otros ambientes, nos hemos dedicado en gran medida al sistema fluvial del Paraná. Microorganismos, invertebrados, peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos, vegetación son algunas de las comunidades que analizamos con distintas herramientas.

Nuestras investigaciones no solo están orientadas a entender cómo interactúan las especies entre sí y con su entorno, sino también cómo influyen las actividades humanas en esos equilibrios. Con la información que generamos, contribuimos a identificar y diseñar áreas protegidas, desarrollar indicadores biológicos de la calidad ambiental y realizar propuestas de usos de los bienes de la naturaleza de manera sostenible.

Fotografía: Pablo Cruz

Fuente: CONICET SANTA FE

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