Juicio por jurados: el ámbito de litigio más exigente

Por Redacción IDL

El litigio oral va ganando lugar en la escena judicial. Los profesionales deben sintonizar con los nuevos saberes, habilidades y exigencias que les pide el sistema. El Concurso Nacional Universitario es un espacio para ponerse a prueba y seguir aprendiendo.

Lejos de las pantallas, el ejercicio de la oratoria aparece hoy como una destreza que estudiantes de derecho de todo el país preparan, no sólo para enfrentarse en un concurso nacional sino, fundamentalmente, para su futuro ejercicio profesional.

Desde el Seminario de Litigación Oral que se dicta en la carrera de Abogacía de la UNNOBA se organizan y capacitan equipos de estudiantes que participan todos los años en este concurso. Uno de los responsables del seminario es Pablo Santamarina, docente y fiscal provincial, quien destaca el aspecto formativo que tienen estos concursos, “porque el litigio se aprende litigando”. Este año el desafío es doble para la UNNOBA, porque además de aportar su equipo para competir, también será la universidad sede, en la ciudad de Pergamino.

“Uno de los puntos más fuertes del concurso es la participación en sí —indica Santamarina—, porque no sólo importa ganar o ver cómo litigan los otros, sino que hay una instancia social muy fuerte, y que resulta difícil de apreciar en toda su dimensión por todo lo que aporta al aprendizaje de los estudiantes”.

El Concurso Nacional Universitario de Litigación Penal es una competencia en la que participan universidades públicas y privadas de todo el país y de la región. Más de treinta universidades y cuatrocientas personas entre estudiantes y docentes estarán una semana en la UNNOBA para la etapa presencial del evento, a desarrollarse del 4 al 8 de noviembre.

El docente destaca que “desde la creación del seminario, en 2015, nunca se dejó de participar”. Y elogia los resultados: “Los estudiantes serán mejores litigantes que nosotros, porque inmediatamente adquieren la lógica y las herramientas”. Aunque también hay dificultades a resolver. Señala que todo lo relacionado con la lectura, esos “problemas que se arrastran de los niveles de formación anterior y que no les ayuda al momento de comunicar”.

En relación a la organización del concurso, la idea nació del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP) para hacer un concurso nacional en distintas sedes. La UNNOBA repetirá este año como anfitriona (la anterior experiencia en nuestra Universidad había sido en 2016, en la sede Junín), ya que “estaba previsto hacerlo en Salta y por las dificultades económicas del traslado se buscó una zona central del país”.

El seminario

El seminario de Litigación Oral nace en 2015 como un espacio de formación optativa. Pero rápidamente se toman en cuenta las indicaciones del Ministerio de Educación de la Nación y pasa a ser obligatorio para todos los estudiantes de abogacía de la UNNOBA. “El formato de litigación oral sirve para todo tipo de casos, sean civiles o penales”, detalla Santamarina. En la actualidad está orientado a lo penal porque la Justicia argentina así lo requiere. El profesor aclara que “ya llegará a lo civil, porque esa es la tendencia mundial, en la cual la escritura para resolver conflictos está pasando a un segundo plano”.

En relación a sus integrantes, al comienzo eran sólo dos profesores: Pablo Santamarina y Estanislao Carricart. Al poco tiempo se comenzaron a sumar estudiantes y graduados de la UNNOBA, como Juliana Monguillot. “Ella fue alumna nuestra, entró por concurso universitario para ser docente del seminario, y ahora es la encargada de la preparación de los equipos; incluso este año va a ser evaluadora en el concurso”, cuenta. Y este año se sumó también Florencia Zandrino, junto a un equipo de alumnos ayudantes. “Es algo que va creciendo dentro de la propia UNNOBA —relata Santamarina— porque son los propios graduados y estudiantes quienes se encargan de la preparación de lo que viene. Éramos sólo dos profesores, con una materia nueva y con una perspectiva experimental”.

Concursar en un juicio

Los estudiantes se entrenan para competir en este tipo de concurso nacional. En primer lugar, considerando que “las herramientas de litigación son neutras, es decir, que para todos los casos son las mismas”. Segundo, estudiando los casos que reciben desde INECIP y sobre los que trabajarán con mayor detalle y en los cuales tendrán que asumir roles de defensa o acusación.

Los tres primeros días (lunes, martes y miércoles) afrontan un caso diferente por día y de ahí se eligen a los equipos que clasifican para la etapa final, en la que aparece el cuarto caso. “Por lo general se aborda la realidad en términos de actualidad, por ejemplo violencia de género, institucional, o vulnerabilidad. Entonces, desde el seminario se ayuda a los estudiantes a preparar el litigio del caso”, dice Santamarina.

El INECIP capacita todos los años a representantes de las universidades para que sean evaluadores y otorguen puntaje a cada universidad. Además, estos evaluadores “realizan una devolución a los equipos que compiten, indicando lo que han visto mediante una actividad pedagógica sólida, que es uno de los valores más importantes que tiene el concurso». «No importa sólo el puntaje, sino también la devolución”, destaca el profesor.

Juliana Monguillot representó a la UNNOBA como litigante en los Concursos de Litigación Universitarios en los años 2017 y 2018, luego como entrenadora del equipo entre 2019 y 2023, y este año será integrante del Comité Evaluador junto a otros catorce docentes de distintas universidades del país. La docente rememora: “Participar del Concurso cuando era estudiante me permitió poner en práctica los conocimientos que fui adquiriendo durante las distintas materias de derecho penal, especialmente en la etapa de juicio y así confirmar mi gusto por esta rama del derecho”.

“El paso por los concursos, además, me incentivó a seguir estudiando y a capacitarme en litigación —destaca Monguillot—, conocimientos que pude aplicar durante mis prácticas estudiantiles en el Ministerio Público Fiscal, lugar donde actualmente trabajo, tanto en la etapa de instrucción como también en la de juicio, especialmente en los juicios por jurados”. Además, resalta que entre sus roles está el de asistir al Cuerpo de Juicio para su preparación y también al fiscal en el debate oral. Y agrega: “Desde mi rol docente en la Universidad, también colaboro con el entrenamiento de los alumnos interesados en los concursos”.

Feliciano Larrivieri participó como estudiante en este tipo de concurso de litigación en 2023. Valora especialmente la experiencia: “Durante la competencia se genera un sentimiento de hermandad y compañerismo que es muy lindo de vivir. Se genera cierta tensión con la que uno tiene que lidiar en un escenario de simulacro, algo que también te forja como profesional”. Este año volverá a formar parte del equipo de la UNNOBA.

El sistema de jurados en Argentina

Pablo Santamarina fue atravesando las reformas y los cambios introducidos a la Justicia en estos últimos años de democracia. Desde su doble rol, como docente y  fiscal provincial, afirma que el sistema de juicio por jurados llegó para quedarse: “Hay un camino trazado en esa dirección, sin vuelta atrás”.

—Hay una implementación paulatina de la resolución oral en la Justicia, pero ¿sucede lo mismo con los jurados?

—El sistema oral existe, en la provincia de Buenos Aires donde soy fiscal, desde fines de la década del ’90. Se puede llevar a cabo ante jueces profesionales. Una primera diferencia es que cuando litigás ante un jurado que no conoce el caso, lo tenés que persuadir, hablar claro, presentar el caso de manera coherente, por lo tanto el nivel de exigencia es superior. Se trata, sin dudas, del ámbito de litigio más exigente: persuadir a un jurado. En la provincia de Buenos Aires se implementó en el año 2015. Así se dio cumplimiento a un mandato constitucional y fue una forma de acercar el sistema judicial a la gente. A partir de los buenos resultados que se obtuvieron desde el 2015, muchas otras provincias se fueron sumando, se ha ido extendiendo tanto que hoy es imprescindible dentro de la formación de un profesional conocer cómo litigar en este ámbito, incluso en el ámbito civil.

—¿Qué herramientas tiene que manejar el profesional del derecho para desempeñarse en la oralidad?

—Primero, tiene que olvidarse de muchas cosas que forman parte de su saber, como hablar con términos en latín, porque es un lenguaje que nadie entiende: el gran desafío es hablar claro. Para eso, por ejemplo, hay que leer mucho todo tipo de textos que no tengan que ver con el derecho. Además, hay herramientas básicas para la presentación del caso y la formulación de las preguntas que, aunque no son difíciles de aprender, sí requieren de mucha práctica. Lo fundamental es cambiar una actitud o vicio de complejizar cosas que son simples, para así lograr convencer a alguien que no es abogado.

—¿Qué ventajas tiene para la sociedad la introducción de la oralidad y de los jurados?

—Varias. La primera es que el poder lo tiene la gente. Ante un jurado, si querés que alguien vaya preso, tenés que llevar las pruebas y es la ciudadanía la que le otorga, o no, el poder de decidir a un juez. La segunda gran ventaja es que nos obliga a ser más claros, entendibles y por lo tanto, transparentes. Esos son dos pilares fundamentales: poder y transparencia.

—En tu trabajo como fiscal, ¿te desempeñás en juicios orales?

—Sí, trabajo en juicios por jurados y en juicios orales ante jueces técnicos. Lo que se ve es que la calidad del litigio y de la preparación del caso es muy superior ante un jurado.

—¿Cómo se determina si un juicio amerita ir ante un jurado?

—En la provincia de Buenos Aires, los casos que tienen una pena de 15 o más años, en principio, van a jurado, siempre y cuando el imputado y su defensor no prefieran ir ante jueces técnicos. En otras provincias no existe la posibilidad de elegir. Las provincias han elegido empezar con los casos más graves para ir extendiendo de a poco su implementación. Por ejemplo, el proyecto de ley que se está preparando ahora desde la Nación, establece que sea para penas de 6 o más años y, si eso llegara a votarse, serían muchos más los casos en acceder al jurado. Ese proyecto de ley lo estamos estudiando algunos grupos y preparamos una devolución con algunos cambios.

—A partir de la pandemia o de casos mediáticos, hemos visto testimonios de testigos o de acusados mediante sistema de teleconferencia. ¿Qué pasa con la virtualidad y el litigio oral?

—Un juicio no se puede hacer de manera virtual. Sí se pueden tomar algunos testimonios específicos, como de alguien que esté en otro país, o realizar una consulta a un perito que esté a una distancia considerable, pero la oralidad y la virtualidad no van de la mano. Los juicios orales son, por definición, presenciales; lo que sí pueden haber son excepciones dentro del juicio. Esto se explica porque muchas de las bondades que hay en lo inmediato de lo presencial se pierden y así baja la calidad del interrogatorio y, por lo tanto, del juicio.

—Los estudiantes que ustedes van formando en litigación oral serán profesionales que dispondrán de esas herramientas para trabajar, pero ¿qué pasa con quienes se han formado en la lógica del escrito y aún están trabajando en el sistema?

—Se tuvo que empezar a desarrollar una oferta de cursos y diplomaturas de posgrado para estos profesionales, un espacio de capacitación que está creciendo, porque hay que contemplar a quienes no tuvieron este tipo de contenidos y saberes en la etapa de su formación.

—Una de las prácticas más interesantes, y que debe tener otro tipo de desafíos, es lo que ustedes realizan desde el seminario en las escuelas secundarias. ¿Cómo es ese proyecto y por qué lo hacen?

—Se trata de un proyecto de extensión universitaria que surge como una necesidad que advertimos junto a (Estanislao) Carricart y a Pablo Petraglia (director de la Escuela de Ciencias Económicas y Jurídicas), cuando pensamos en lo poco que se conoce del juicio por jurados en la sociedad. Y la preocupación venía, sobre todo, al tener en cuenta que es un sistema que rige en doce provincias argentinas en las que vive el setenta por ciento de nuestra población. Por lo tanto esas personas pueden formar parte de un jurado o pueden ser juzgadas por un jurado. En consecuencia pensamos en la manera de mostrar el funcionamiento de este tipo de juicios. Así fue que presentamos un proyecto de extensión, aceptado hace dos años.

—¿Lo hacen con estudiantes del seminario?

—Sí, junto a estudiantes del Seminario de Litigación hacemos simulacros de juicio por jurado en las entidades que nos invitan. Por ejemplo, si es una escuela secundaria, son los alumnos los que forman el jurado y tratamos de que los casos tengan actualidad y vigencia. Y nuestros estudiantes son fiscales, defensores, acusados e incluso a veces jueces, así no se les adelanta nada del caso. Se hace un simulacro, una actividad de dos horas y media y son ellos, como jurado, quienes deciden. Después hablamos sobre qué les pareció la experiencia y les comentamos más sobre el funcionamiento del sistema. Lo hemos hecho en escuelas secundarias de Pergamino y de Junín y con la Secundaria “Domingo F. Sarmiento” de la UNNOBA. También hemos estado con la escuela de policía y terciarios de la región. Para estas tareas se ha sumado, de una manera fundamental, el equipo de Litigación Pergamino, un grupo de profesionales locales preocupados y ocupados por mejorar la litigación en nuestro departamento judicial.

Fuente: Argentina Investiga

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