¿Qué implica la equidad de género en las ciencias?

Por Greta Bellmann

Las desigualdades de género continúan vigentes y actualizadas. En las ciencias se ve particularmente reflejada entre quienes ocupan puestos de altos rangos o en la conformación de los espacios de formación e investigación, como las universidades e institutos.

El género históricamente se ha entendido como una construcción que configura nuestras actitudes, vínculos, actividades y roles desde una división binaria que define lo femenino y lo masculino. Estos significados atribuidos han poblado nuestro sistema de creencias e instituciones, ajustándose y funcionando de acuerdo a determinados intereses, siendo útiles para cimentar los significados, acciones y estructuras sociales, culturales e históricas. Bajo este supuesto, se vuelve fundamental cuestionar cuáles son esos intereses y divisiones de género que aun se mantienen vigentes y continúan actualizándose.  Se recuperó una investigación que analiza las estructuras jerárquicas de la Universidad de Córdoba y los registros de dos instituciones de doble dependencia dedicadas a la investigación de Entre Ríos. 

Mujeres en las ciencias

El “Diagnostico sobre la situación de las mujeres en ciencia y tecnología” publicado en el año 2023, por el entonces Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, afirmaba que 6 de cada 10 personas que investigan son mujeres. A pesar de este porcentaje significativo, solo un pequeño número de ellas llega a posiciones jerárquicas en la carrera de investigadoras profesionales. Esto no solo supone un acceso desigual a las posibilidades de desarrollo profesional, sino que es un sesgo que puede verse reflejado en las temáticas y enfoques abordados en las investigaciones. Al mismo tiempo, afecta el desarrollo profesional y personal, además de contribuir a perpetuar las estructuras patriarcales que configuran la sociedad, ya que el espacio científico no opera de manera aislada, sino que se inserta en una estructura mayor determinada por construcciones culturales.

Una investigación, de Maite Rodigou, Paola Blanes y Alejandra Domínguez, analiza la configuración o lo que denominan segregación ocupacional por sexo en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) en los años 2008 y 2010 desde el Programa de Género de la Secretaría de Extensión de la Universidad. Para dicha indagación recuperaron datos generados por la institución, realizaron una encuesta a docentes de las diferentes unidades académicas y, a través de grupos de discusión profundizaron en sus experiencias.

De acuerdo al trabajo, la segregación ocupacional por género es un elemento estructural de la sociedad que supone una feminización de ciertas ocupaciones que suelen tener menor prestigio, remuneraciones y peores condiciones laborales. Estas suelen estar relacionadas a capacidades que se les atribuyen a las mujeres, que se vinculan con el rol y las tareas históricamente asignadas en el espacio doméstico. Asimismo, señalan que la fuerte feminización de la matrícula estudiantil en la Universidad, no modifica la composición de la planta docente-investigadora ni implica una mayor democratización y una mayor feminización de las áreas laborales no significa condiciones de equidad de género en las instituciones.  

El estado en dos instituciones de Entre Ríos

En Entre Ríos también se puede visibilizar esta disparidad, al relevar los datos disponibles en los portales de dos institutos de doble dependencia CONICET – UNER , allí se visualiza como aún en su mayoría, los investigadores que llegan a categorías de mayor jerarquía son varones, aunque existe un creciente número de investigadoras mujeres que comienzan su carrera científica.

En el instituto de Investigación y Desarrollo en Bioingeniería y Bioinformática (IBB) el equipo que lleva a cabo las tareas de investigación está conformado por un director varón, una vicedirectora mujer y un consejo directivo constituido por dos mujeres y siete varones. En los cargos de investigadores se observa un mayor porcentaje de varones, con un total de 22, 17 son varones y 5 mujeres. En el caso de los becarios el número de mujeres aumenta levemente, de 20 personas, 11 son mujeres y 9 varones.

Actualmente, en el Instituto de Estudios Sociales (INES) su directora y vicedirectora son mujeres, su consejo directivo está constituido por cinco mujeres y tres varones. En cuanto a los investigadores está conformado por 12 mujeres y 8 varones,  19 mujeres y 9 varones son becarios. Estos datos podrían indicar una mayor presencia de mujeres en relación a los varones en la categoría de investigadores y becarios, en este caso relacionado con las ciencias sociales y humanas.

Todavía es mayor la presencia de varones en ramas de ciencias denominadas duras y en los cargos jerárquicos, al mismo tiempo, las mujeres representan un número mayor en las ciencias sociales.

Las ciencias se fortalecen por la pluralidad de voces que participan en ella porque en cada perspectiva se presentan diversas visiones y nuevas preguntas. Su riqueza se encuentra en esa multiplicidad, algo que se vuelve incompatible con una visión sesgada del género. La participación equitativa de mujeres y varones no debe aspirar solo al cumplimiento de un cupo sino a la importancia de valorizar el conocimiento producido por las investigadoras. En los relatos, los textos y los datos de la participación de investigadoras e investigadores aún encontramos como los estereotipos, construidos social y culturalmente, continúan colándose por los distintos espacios de la vida social, las ciencias y los institutos especializados en la producción de conocimiento no son una excepción.

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