Mujeres en las ciencias

Por Andrés Wursten

La ciencia como otros ámbitos presenta una brecha de género, de ello trata el film «Figuras ocultas» sirviendo como excusa para reflexionar sobre lo que sucede en la actualidad regional.

La película cuyo título original es Hidden Figures, cuenta la historia de tres matemáticas de la NASA: Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson. En una sociedad atravesada fuertemente por prejuicios discriminatorios, su espacialidad no era la característica que resaltaba entre sus colegas sino su condición de ser mujeres afroamericanas, cuestiones que las mantenían al margen de los trabajos en ciencia. El relato sigue a estas científicas que diariamente luchan por ser reconocidas en su labor y para ello deben sobreponerse a la segregación, intolerancia, hostilidad y necedad de sus superiores.

La realidad supera la ficción

El film se basa en hechos verídicos acontecidos en Estados Unidos durante los primeros años de la década de 1960. Sin embargo, no hay que trasladarse muy lejos para encontrar situaciones similares a las retratadas en la película. La actualidad del sistema científico argentino muestra una asimetría en la participación de acuerdo al género. Esta no se da por la cantidad de plazas ocupadas entre mujeres y varones -ya que en esa cuenta predominan las primeras- sino por un desequilibrio en la escala jerárquica. Es decir, hay más científicas pero los varones ocupan puestos de mayor relevancia, toma de decisión y mejores sueldos.

Esta situación se ilustra en los datos del CONICET -principal organismo de ciencia y técnica de nuestro país- analizados por la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología. Allí encontraron un abrupto descenso de la presencia de mujeres que va de casi un 60% en los puestos iníciales a apenas un 25% en los grados de mayor jerarquía. Ello se replica en las docentes de Universidad Nacional del Litoral, como investigó Sacha Lione: si bien ingresan al CONICET en altos porcentajes (48%  y varones 52%) su presencia es fuerte en las categorías de Investigador más bajas (Asistente y Adjunto). En la categoría Independiente comienza a descender su cantidad significativamente, hecho que se profundiza a medida que avanza la escala. Es decir, de 10 personas que ingresan al organismo cinco o seis son mujeres, pero en los puestos con mayor nivel de decisión y responsabilidad solo son dos o tres. Esto explicita, en parte, la situación de las científicas que deben imponerse a una sociedad machista para llevar a cabo su profesión.

Ilustración de la campaña #NoMoreMatildas | www.nomorematildas.com/

Metáforas de la desigualdad

Para exponer la realidad que atraviesan las científicas se utilizan diferentes metáforas:  “techos de cristal”, “tubería que gotea”, ”pisos pegajosos”, “efecto Matilda”. Todas ellas explican los obstáculos, discriminación, invisibilización y falta de reconocimiento de las mujeres en la actividad. Por ejemplo, las investigadoras Analía Ale y Emilia Schmuck, entrevistadas por Ideas del Litoral, reconocieron que el hecho de ser mujer en la actividad científica -como en otros ámbitos de la vida- conduce en ocasiones a “enfrentar situaciones de violencia, acoso, maltrato o mayores exigencias que demuestren la capacidad y la formación de la investigadora”.

De acuerdo con Lione hay, en primer lugar, una dificultad para conciliar la vida privada con el trabajo debido a los roles de género asignados tradicionalmente. Las mujeres son vistas como las encargadas del hogar y el cuidado de niños y niñas. En este sentido, en muchas ocasiones, tienen que compatibilizar las responsabilidades familiares con las profesionales. Por otro lado, dentro de la propia comunidad experta se reproducen prácticas o actitudes machistas, tales como la falta de reconocimiento a los aportes de las científicas o la asignación de roles minoritarios en la actividad. Finalmente, hay obstáculos de tipo formal, en que las condiciones y exigencias laborales no tienen en cuenta situaciones particulares como el embarazo y el período de lactancia.

No obstante, hay signos de un cambio en las ciencias. Por ejemplo, el CONICET  ha implementado políticas de reconocimiento como licencia por maternidad y extensión de plazos por hijos/as. Desde su experiencia, Ayelén Eberhardt, investigadora de ciencias biológicas de Entre Ríos, comentó como en sus dos momentos de embarazo tuvo el acompañamiento del equipo de investigación que le permitió culminar los estudios.

Los testimonios en general coinciden en que se ha avanzado en visibilizar la disparidad e  impulsar la igualdad de género. Esto sucede no solo en el plano político e institucional sino, también, al interior de la comunidad científica que se ha concientizado respecto al tema. Sin embargo, queda un largo camino en el que debemos abandonar ciertas prácticas y profundizar políticas públicas que  busquen reparar las asimetrías y derribar las barreras que impiden el reconocimiento de las científicas.

Spoiler Alert

En Figuras Ocultas el ímpetu de las trabajadoras hace que, paulatinamente, ganen protagonismo en las investigaciones de la NASA. Los cálculos de Katherine fueron fundamentales para que el astronauta Jhon Glenn logre hacer una órbita completa de la Tierra. Por su parte, Dorothy se hizo experta en lenguaje de programación siendo la primera supervisora afroamericana de la agencia espacial. Mientras que el afán de Mary por continuar sus estudios la convirtió en la primera mujer ingeniera aeroespacial de su país.

No obstante, no se puede descansar en la personalidad y gesta heróica de algunas personalidades. De lo que se trata es de generar las condiciones necesarias para la paridad de género y la inclusión de las mujeres en la actividad científica y tecnológica.

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