Por qué importa que el Estado sostenga el desarrollo de la ciencia y técnica

Por Redacción IDL

En junio nació en Argentina el primer bebé del mundo gracias a una nueva técnica de fertilidad que activa los espermatozoides: «el método fue desarrollado por científicos locales; la patente es de Conicet y de la Universidad Nacional de Rosario (UNR)».

El Instituto de Desarrollo y Diseño (Ingar-Conicet) está trabajando en conjunto con el Laboratorio de Industrias Farmacéuticas de la provincia (LIF) para mejorar la extracción de aceite de cannabis.

El Centro de Investigación de Métodos Computacionales (UNL-Conicet), que trabaja en desarrollos para Vaca Muerta y en un proyecto para inyectar hidrógeno en gasoductos (junto con YPF), diseñó, en pandemia junto a la UBA y el Intec, una válvula que sirve para usar un mismo respirador con múltiples pacientes y que se encuentra en el Hospital Cullen de Santa Fe y en centros de salud de Buenos Aires.

De izq. a derecha: Norberto Nigro, Aldo Vecchietti, Guillermo Lavadié, Sandra Fernández, Carlos Piña, Raquel Chan y Julia Cricco en el panel realizado el jueves en el predio Conicet Dr. Alberto Cassano. Mauricio Garín

De izq. a derecha: Norberto Nigro, Aldo Vecchietti, Guillermo Lavadié, Sandra Fernández, Carlos Piña, Raquel Chan y Julia Cricco en el panel realizado el jueves en el predio Conicet Dr. Alberto Cassano. Mauricio Garín


En julio, Raquel Chan, directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (Conicet-UNL) ganó el Premio Fundación Bunge y Born 2023 en reconocimiento a su labor de llevar la ciencia básica a aplicaciones relevantes en agrobiotecnología, a través de consorcios público-privados exitosos. «Los resultados son productos de mercado utilizados en diversos países, en particular la tecnología HB4 de tolerancia a estrés por déficit hídrico en girasol e incorporado a la soja y el trigo para sostener rendimientos en climas adversos y sequía».

¿Qué tienen en común estas afirmaciones, algunas extraídas de titulares de medios de comunicación? Son referencias a desarrollos locales en ciencia y tecnología y su aplicación concreta. Son, también, algunos de los ejemplos que pusieron sobre la mesa el jueves en la jornada denominada «El trabajo del Conicet por el desarrollo nacional» convocada por autoridades de Santa Fe y Rosario del organismo, con la participación de referentes de algunos de los institutos que lo componen.

Y fue, sin dudas, la respuesta a la «provocación» lanzada por el candidato a Presidente Javier Milei (La Libertad Avanza) quien a pocas horas de convertirse en el más votado en las PASO del 13 de agosto propuso, en una entrevista, privatizar el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), luego de poner en duda la productividad de los científicos y de advertir que «no se nota» su aporte al desarrollo de la sociedad.

¿Será que no se comunica bien? ¿Será que habrá que estar menos tiempo en los laboratorios y más en los medios y las redes por donde circula la información de mayor impacto? Esas fueron algunas de las preguntas que se escucharon en el panel del jueves, mientras sus integrantes daban cuenta del despropósito que significa explicar, a esta altura, por qué son importantes la ciencia y la tecnología, y qué es lo que hacen todos los días.

Desde Conicet Santa Fe y Rosario la respuesta fue una convocatoria a integrantes de algunos de sus institutos para reflexionar sobre esta nueva embestida (ya hubo otras, años y décadas atrás cuando un ministro de Economía mandó a los científicos «a lavar los platos») y para informar sobre algunas líneas de trabajo, y ejemplo de proyectos y transferencias de tecnologías que son las que permiten que un desarrollo en ciencia básica habilite o potencie el trabajo de una empresa.

Conocimiento de base y aplicado

Carlos Piña, director del Conicet Santa Fe consideró que las palabras del candidato libertario fueron también «un ataque a la universidad pública», con la que se trabaja en forma conjunta. Esto, luego de advertir que «el trabajo de ciencia y técnica mejora la calidad de vida de la ciudadanía, y atiende, desde el sistema público, lugares y nichos que los privados no pueden atender». Por ejemplo es el que permite contar con una plataforma vacunal para Covid-19, «como tienen muy pocos países».

Sandra Fernández, directora del Conicet Rosario habló de una institución señera, que tiene más de 65 años de vida y donde se han formado varias generaciones. «Conicet produce conocimiento de base pero también conocimiento aplicado, produce transferencia al sistema productivo y al sistema público: atendemos a comunidades que no están en el sistema productivo tradicional, como el sistema asociativo y cooperativo». Y por eso, concluyó, «la integralidad de su respuesta no puede ser puesta en duda».

Desarrollos y aplicaciones

Julia Cricco, investigadora en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR) fue contundente: «Cíclicamente se pone en duda qué es lo que hacemos, si vale la pena invertir en investigación básica. Uno de los roles fundamentales como docentes e investigadores es correr la frontera del conocimiento y avanzar un poco más allá de lo que hoy sabemos». Fue ella quien trajo a la mesa, entre otros ejemplos de desarrollos a partir de investigaciones del Conicet, el mejoramiento de los tratamientos de fertilidad asistida que da inicio a esta nota.

Raquel Chan admitió que le cuesta explicar para qué sirve la ciencia sin decir cosas obvias, y resumió que ciencia es la vacuna, los alimentos, los aviones, los celulares que son ciencia y tecnología». Ya en su campo de desarrollo, señaló que hoy hay agricultura y alimentos que no existían 500 años atrás y, si hubiesen existido, «nadie los habría comprado», porque «con menos producción y menos ciencia serían solo para gente rica».

Y puso como ejemplo de transferencia de tecnología desde el Conicet y la UNL a la empresa Bioceres «que cotiza en Nueva York y lo hace por la tecnología HB4. Eso se traduce en trabajo, en dinero y sobe todo en divisas».

En este punto llamó a una autocrítica de la comunidad científica: «Tal vez no comunicamos lo suficiente, no fuimos lo suficientemente claros, nos metimos demasiado en nuestros laboratorios y oficinas, y no les dijimos a los demás que sudamos la frente muchas horas y que hacemos esto con sueldos que no son una maravilla porque estamos convencidos de que hacer ciencia es desarrollo nacional. Y que los países que son desarrollados tienen sistema público de ciencia».

Aldo Vecchietti es vicedirector del Conicet Santa Fe y director del Instituto de Desarrollo y Diseño en Ingeniería de Procesos e Informática (Ingar), que «siempre tuvo vocación de transferencia de conocimiento a quien lo requiera». ¿Cómo? «Asistimos a pymes para que puedan mejorar sus procesos y productos, y desarrollamos modelos matemáticos para que puedan optimizar sus operaciones». El organismo también colabora con el sector público, por ejemplo, con el Instituto Coni para desarrollar un programa informático de celulares que permita advertir a los enfermos de tuberculosis cuándo y cómo hacer el tratamiento.

Por eso, advirtió: «Nos resultó ofensivo que nos digan que tenemos que ganar el trabajo con el sudor de la frente, porque muchos realmente transpiramos para hacer nuestro trabajo», cerró.

El «círculo virtuoso»

Guillermo Labadié es vicedirector del Instituto de Química Rosario (IQUIR) cuyo origen fue «hacer investigación básica». «Hoy nuestros graduados se incorporan a industrias de la zona y esto habla de la madurez no solo del sistema científico sino también del sistema productivo que se está alimentando de los recursos humanos que formamos».

Sin embargo, este «círculo virtuoso» que se forma con profesionales mejor preparados y empresas que optimizan su producción, se interrumpe «cada vez que pasan situaciones como éstas» en que se pone en duda la importancia de la ciencia y la tecnología. «

Norberto Nigro es vicedirector de CIMEC (Conicet-UNL) y para el cierre del panel eligió desarrollar como tesis que «no sobra ciencia sino que falta».

«El Cimec es un instituto que hace simulación computacional para predecir cómo van a funcionar las cosas antes de que se construyan», sintetizó. «Esto redunda en ahorro de tiempo, esfuerzo, dinero y riesgo» y su aplicación permite sustituir importaciones, generar empleo de calidad, ahorrar divisas, y mejorar procesos y productos».

Algunos ejemplos de aplicación de estos modelos están al comienzo de la nota, pero hay muchos otros.

Pero hay más: como director del Parque Tecnológico del Litoral-Centro que cumplió 21 años el pasado 22 de agosto, habló de aquella «idea brillante» de la UNL y el Conicet que hoy resulta en 25 empresas incubadas que emplean a unas 500 personas y proporcionan el 42 % de las exportaciones de la ciudad de Santa Fe con más de 200 productos a más de 30 países del mundo a un valor que quintuplica la tonelada exportada respecto de la media nacional.

«Podemos darnos el lujo de contar todo esto porque hay ciencia básica», cerró.

Una jornada similar se realizará el 1ª de septiembre, esta vez en la sede del Conicet Rosario.

Fuente: El Litoral

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